martes, 21 de agosto de 2012

¡Vamos, arriba!


Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto. (Salmos 38:9)

Si contáramos las veces que nos hemos sentido mal, las veces que nuestros ojos han derramado lágrimas, las veces que la tristeza nos ha llenado y las veces que nuestra mente se ha llenado de pensamientos confusos; creo que no terminamos de contar. Pero, si contamos las veces que nuestro Dios nos ha dejado solos en estas situaciones, obviamente, no habrá ni una sola.

Tenemos que cambiar nuestra forma de ver las cosas o los problemas que nos suceden en la vida. Es verdad que nos sentimos tristes, claro que sí, pero no nos tenemos que deprimir. En verdad de todo corazón quiero expresarte estas palabras ahora y quiero que leas detenidamente los textos que más adelante estarán escritos.

Obviamente yo no conozco la razón por la que te sientes triste, la desconozco por completo. Pero si hay algo de lo que puedo estar seguro, es que has estado confundido, has estado bajo de ánimos, tu sonrisa ha sido escasa, tus amigos y familia te preguntan por qué andas así. Pero, ¿Has depositado esa carga en Dios? ¿Le has dicho a Dios que sea el que cuide tu corazón?

Ahora bien, si le depositaste esa carga a Dios, no se la quites. Si ya le dejaste todo a Dios, espera en Él, ten paciencia. Pero al tener paciencia tampoco te quedes deprimido y solo en tu casa, sal y disfruta de todas las bendiciones que Dios te da.

Si levantas tu rostro y dejas de estar llorando por algo que Dios ya no quiere que esté en tu vida, te darás cuenta que sólo has perdido el tiempo. En lugar de quedarte en tu casa triste, solo y sin hacer nada; ve y sírvele a Dios, entrégate a Él, deja que sea Él que te lleve en Su tiempo y Voluntad.

Vamos entrégate por completo a Dios, dale todo tu corazón, dale todos tus sentimientos, dale toda tu mente, dale todo el control de tu vida. Lee los siguientes textos:

Cansado estoy de mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama.” (Salmos 6:6)

Oh SEÑOR, tú has oído el deseo de los humildes; tú fortalecerás su corazón e inclinarás tu oído.” (Salmos 10:17)

A causa de la intensidad de mi gemido mis huesos se pegan a la piel.” (Salmos 102:5)

Si te das cuenta en los textos se lee tristeza y necesidad de Dios, pero Dios fortalecerá tu corazón lee de nuevo el Salmo 10:17. Es más vuelve a leer el texto base de este devocional, pero créelo y vívelo. No sólo digas “Señor yo lo declaro”, mejor créelo y vívelo. Deja que sea Dios quien te ayude. Ya no andes quejándote con los humanos, llora delante de Dios y deja que sea Él quien seque tus lágrimas.


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