Señor,
delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto. (Salmos
38:9)
Si contáramos las veces que nos hemos sentido mal, las veces
que nuestros ojos han derramado lágrimas, las veces que la tristeza nos ha
llenado y las veces que nuestra mente se ha llenado de pensamientos confusos;
creo que no terminamos de contar. Pero, si contamos las veces que nuestro Dios
nos ha dejado solos en estas situaciones, obviamente, no habrá ni una sola.
Tenemos que cambiar nuestra forma de ver las cosas o los
problemas que nos suceden en la vida. Es verdad que nos sentimos tristes, claro
que sí, pero no nos tenemos que deprimir. En verdad de todo corazón quiero
expresarte estas palabras ahora y quiero que leas detenidamente los textos que
más adelante estarán escritos.
Obviamente yo no conozco la razón por la que te sientes
triste, la desconozco por completo. Pero si hay algo de lo que puedo estar
seguro, es que has estado confundido, has estado bajo de ánimos, tu sonrisa ha
sido escasa, tus amigos y familia te preguntan por qué andas así. Pero, ¿Has
depositado esa carga en Dios? ¿Le has dicho a Dios que sea el que cuide tu
corazón?
Ahora bien, si le depositaste esa carga a Dios, no se la
quites. Si ya le dejaste todo a Dios, espera en Él, ten paciencia. Pero al
tener paciencia tampoco te quedes deprimido y solo en tu casa, sal y disfruta
de todas las bendiciones que Dios te da.
Si levantas tu rostro y dejas de estar llorando por algo que
Dios ya no quiere que esté en tu vida, te darás cuenta que sólo has perdido el
tiempo. En lugar de quedarte en tu casa triste, solo y sin hacer nada; ve y
sírvele a Dios, entrégate a Él, deja que sea Él que te lleve en Su tiempo y
Voluntad.
Vamos entrégate por completo a Dios, dale todo tu corazón,
dale todos tus sentimientos, dale toda tu mente, dale todo el control de tu
vida. Lee los siguientes textos:
“Cansado estoy de mis
gemidos; todas las noches inundo de
llanto mi lecho, con mis
lágrimas riego mi cama.” (Salmos 6:6)
“Oh SEÑOR, tú has
oído el deseo de los humildes; tú fortalecerás su corazón e inclinarás tu oído.” (Salmos 10:17)
“A causa de la intensidad
de mi gemido mis huesos se pegan a la piel.” (Salmos 102:5)
Si te das cuenta en los textos se lee tristeza y necesidad de Dios, pero Dios fortalecerá tu
corazón lee de nuevo el Salmo 10:17. Es más vuelve a leer el texto base de
este devocional, pero créelo y vívelo. No sólo digas “Señor yo lo declaro”,
mejor créelo y vívelo. Deja que sea Dios quien te ayude. Ya no andes quejándote
con los humanos, llora delante de Dios y deja que sea Él quien seque tus
lágrimas.
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