viernes, 24 de agosto de 2012

A solas con Dios


“Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas; porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocaré en todos mis días.” (Salmos 116:1-2)

Invocarle a Dios todos los días, es orar a Dios todos los días, hablar con Dios todos los días, tener comunión todos los días. La Biblia no habla de tener comunión con Dios únicamente cuando hay problemas, habla de tener comunión siempre.

Uno de los grandes problemas de nosotros los cristianos, es que sólo estamos acostumbrados a orar constantemente cuando hay problemas. Pero, si no los existen, estamos tranquilos y ni tan siquiera le decimos “buenos días” a Dios.

En toda la Biblia, si nosotros la leemos, nos damos cuenta que las grandes batallas, antes de pelearlas, se iniciaron en oración y fue ahí donde Dios otorgó la victoria. Nuestro problema es que primero actuamos y después oramos.

De igual manera existen ejemplos de personas que no obedecieron la voz de Dios y sus consecuencias fueron duras. En ambos casos, los cristianos actuales, aplicamos.

El Señor ha escuchado mi súplica; el Señor recibe mi oración”. (Salmos 6:9) Tantas veces que hemos estado atribulados y necesitando tanto  de Dios, pero se nos olvida orar. Cometemos el error más infantil de todos: dejar de hablar con Papá.

La oración debe de ser constante, todos los días y a cada momento. Si vas en el autobús, mira hacia el cielo y simplemente habla con Dios. Si estás en el trabajo, simplemente habla con Dios en silencio y en lo secreto, tal cual Él lo pide.

Pero, hay un punto muy importante, ¿Qué oramos?

Te daré gracias porque me has respondido, y has sido mi salvación”. (Salmos 118:21) El Salmista dice que Dios mismo ha sido su oración. O sea, había entendido a orar conforme a la voluntad de Dios y ese es otro gran detalle: oramos para nuestros propios deleites.

La oración no es una varita mágica, ni una orden a Dios. La oración es un acto de obediencia, sumisión, humillación, agradecimiento, rogatoria, súplica, etc., pero en ningún momento es un acto para darle órdenes a Dios.

El día en que entendamos que a Dios lo que le agrada es sumisión y no altivez, ese día nuestra alma tendrá paz. La oración a Dios tiene poder, puesto que nuestro Dios es el único Dios y el Todopoderoso. Ahora bien, ¿Ya oraste? 


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