“Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y
mis súplicas; porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocaré en todos
mis días.” (Salmos 116:1-2)
Invocarle
a Dios todos los días, es orar a Dios todos los días, hablar con Dios todos los
días, tener comunión todos los días. La Biblia no habla de tener comunión con
Dios únicamente cuando hay problemas, habla de tener comunión siempre.
Uno de
los grandes problemas de nosotros los cristianos, es que sólo estamos
acostumbrados a orar constantemente cuando hay problemas. Pero, si no los
existen, estamos tranquilos y ni tan siquiera le decimos “buenos días” a Dios.
En
toda la Biblia, si nosotros la leemos, nos damos cuenta que las grandes
batallas, antes de pelearlas, se iniciaron en oración y fue ahí donde Dios
otorgó la victoria. Nuestro problema es que primero actuamos y después oramos.
De
igual manera existen ejemplos de personas que no obedecieron la voz de Dios y
sus consecuencias fueron duras. En ambos casos, los cristianos actuales,
aplicamos.
“El Señor ha escuchado mi súplica; el Señor recibe mi oración”. (Salmos 6:9) Tantas veces que hemos
estado atribulados y necesitando tanto
de Dios, pero se nos olvida orar. Cometemos el error más infantil de
todos: dejar de hablar con Papá.
La oración debe de ser constante, todos los días y a cada
momento. Si vas en el autobús, mira hacia el cielo y simplemente habla con
Dios. Si estás en el trabajo, simplemente habla con Dios en silencio y en lo
secreto, tal cual Él lo pide.
Pero, hay un punto muy importante, ¿Qué oramos?
“Te daré gracias
porque me has respondido, y has sido mi salvación”. (Salmos 118:21) El Salmista dice que Dios mismo ha sido su oración.
O sea, había entendido a orar conforme a la voluntad de Dios y ese es otro gran
detalle: oramos para nuestros propios deleites.
La oración no es una varita mágica, ni una orden a Dios. La
oración es un acto de obediencia, sumisión, humillación, agradecimiento,
rogatoria, súplica, etc., pero en ningún momento es un acto para darle órdenes
a Dios.
El día en que entendamos que a Dios lo que le agrada es
sumisión y no altivez, ese día nuestra alma tendrá paz. La oración a Dios tiene
poder, puesto que nuestro Dios es el único Dios y el Todopoderoso. Ahora bien,
¿Ya oraste?
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