No se engañen: de Dios
nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a
su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que
siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos
cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos
damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos
bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe. (Gálatas 6:7-10)
Es tan común
hablar de siembra y cosecha, es un tema tan hablado entre cristianos, pero qué
poco es puesto en práctica.
El otro día,
estudiando el libro de Éxodo, me di cuenta que el pueblo de Israel, no sembraba
y cosechaba para vivir. Ellos simplemente pedían a Dios y Dios les daba. Maná
del cielo caía constantemente, y ellos no tenían que hacer ningún esfuerzo.
A esto lo
denomino: Etapa turista. ¿Por qué? No sé si te has dado cuenta, que cuando
visitas otra ciudad u otro país, te atienden de forma especial. Eres el
invitado, el agasajado, el visitante. Por eso, el pueblo de Israel, estaba en
etapa turista. Dios no los dejaría ahí toda su vida, Él les proveía hasta que
llegaran a la tierra prometida. Allí, comenzaría la “Etapa Soldado”.
¿Etapa
soldado? Sí, Dios les había ordenado que tendrían que echar a la gente de esa
tierra, cosechar, sembrar, construir sus casas, poblar la tierra. Desde ese
entonces, si ellos cosechaban bien, sobrevivirían, si cosechaban mal, les iría
mal.
Y hoy en día
es igual, el resto de la Biblia habla de sembrar y cosechar no sólo alimentos,
sino actitudes, no sólo dinero, sino acciones. Muchas veces nos quejamos por lo
que nos sucede en la vida, sin darnos cuenta que eso en realidad es lo que
estamos sembrando.
Nosotros en
algunas situaciones de nuestra vida seremos tierra, y en otras sembradores.
Cuando
seamos tierra, habrá gente que sembrará en nosotros odio, pelea, críticas y es
decisión nuestra qué tipo de tierra seremos. Si elegimos ser buena tierra para
esas semillas, estaremos logrando que luego, nuestros frutos, sean de odio,
pelea, críticas. Responderemos mal por mal y eso no es lo que nos manda la
Biblia. Cuando la semilla que quieren plantarte es mala, no la germines. Deja
que Dios se encargue de sacarlas de tu terreno. Si la semilla es buena, la
harás prosperar y darás frutos de amor.
Cuando
seamos sembradores, tenemos que procurar sembrar siempre frutos de paz, de
amor, de alegría, dignos de todo hijo de Dios. Si sembramos mentiras, chismes y
engaños, cuando coseches, eso se volverá en tu contra. En cambio, si lo que
estamos sembrando en la vida de los demás es ayuda económica, abrazos,
sonrisas, nuestra cosecha será agradable y llena de paz.
La Biblia
habla de dos tipos de frutos:
Frutos de la carne: “Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad
sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos,
arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras,
orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que
los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” (Gálatas
5:19-21)
Si en tu
vida estás con una adicción, con un vicio, con muchos chismes que te han
rodeado, no es porque sí. Es porque en algún momento, tú has alimentado esa
semilla en tu corazón. Debes de dejar que Dios arranque de raíz esos frutos
malos, porque sólo te traerán destrucción.
Frutos del espíritu: “En
cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas
cosas.” (Gálatas 5:22-23)
Si sientes
que eres bendecido, que estás viviendo el mejor tiempo de tu vida, ¡Felicidades!
Es porque has sabido sembrar bien. Pero...¿Qué pasa cuando siembro bien, y no
cosecho nada?
En el
versículo del comienzo del devocional, es claro: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo
cosecharemos si no nos damos por vencidos.” La siembra, lleva su tiempo. No
siempre cuando ayudes a alguien, recibirás ayuda de alguien más. No siempre que
des amor, recibirás amor. Porque todo tiene su tiempo.
“Siembra tu semilla en la mañana, y no te
des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o
aquélla, o si ambas serán igual de buenas.” (Eclesiastés 11:6) Debemos
mantener la alegría mientras esperamos la cosecha. Esto no es “un día siembro
amor, luego sigo pecando, total como ya sembré amor, recibiré amor”, No... La
fe es constante, tu siembra debe de ser cuidada.
“La tierra da fruto por sí sola; primero el
tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga.” (Marcos
4:28) Primero crecerá un pequeño tallo, luego con el tiempo la espiga, y recién
allí el grano que dará su fruto aparecerá. Sé paciente y riega tu siembra con
oración.
Si tú no
siembras nada, no cosecharás nada. Hay cristianos quienes oran, profetizan,
ruegan, suplican, exigen y resisten al diablo para obtener una cosecha; pero no
hay cosechas sorpresa en el reino espiritual: Si no has sembrado ni siquiera
una semilla, nada cosecharás.
¿Cuál está
siendo tu siembra? ¿Qué estás cosechando? Toma una decisión hoy: SEMBRAR EN
CRISTO. Y cuando coseches, te sorprenderás por la abundancia que Dios te dará.
Dios te bendiga.
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