El
que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de
hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el
bien; que busque la paz y la siga. (Salmos 34:12-14)
Todos en
algún momento nos hemos sentido ahogados, abatidos, agotados, sin fuerzas para
más. La vida del cristiano no es de color rosa, al contrario, nuestro Dios
prueba constantemente a Sus hijos, ya que muchos son los llamados y pocos los
escogidos. Vivimos una vida llena de responsabilidades, pruebas, obligaciones,
que muchas veces en vez de lograr que nos superemos a nosotros mismos como Dios
quiere, nos terminan hundiendo.
Y quizás tú
dirás, “¿Entonces es culpa mía todas las obligaciones que tengo?” No, pero es
necesario que en algún momento de tu día, en la noche, en la tarde o al
despertar, dediques un tiempo íntimo para Dios. No es algo obligatorio, es algo
necesario. No podemos salir de nuestra casa, sin haber hablado con Dios
primero.
Al
despertar, lo primero que hago es tomarme un tiempo para orar. Sí, sé que
recién despiertas, que sigues con sueño, que pareces un zombie mientras tomas
tu café; pero si sales a la calle sin haber estado con Dios en la noche
anterior, o en esa mañana, tu día te resultará pesado y agotador. Es como salir
a la guerra totalmente desarmado.
Y esto no
es invento mío. Verás, en estos últimos meses, Dios me ha llenado de pruebas,
de obligaciones, de cargas que me resultan pesadas y no lo niego. Yo me
preguntaba a mí misma, ¿Cuál es la fórmula para no vivir estresada, angustiada
o pensando en todo lo que debo de hacer? Y la Biblia respondió mi duda. Si te
fijas, en todos los evangelios, leerás que el mismísimo Jesús se iba al medio
de las montañas a orar. Aún con todos los enfermos que lo esperaban para que
los sane, aún con el tiempo que debía dedicarle a sus discípulos, aún con la
gente que lo perseguía, Jesús se tomaba un tiempo a solas con Dios.
No lo hacía
por obligación, lo hacía por necesidad. Debemos entender, que el mundo nos
agota. El día a día, aún siendo cristianos, nos agota. Muchas veces no tenemos
tiempo ni para nuestras familias, nuestra pareja o amistades. Y la excusa más
común para no orar es “No tengo tiempo”, hermano, no te engañes, sí lo tienes.
Mientras te calientas el café en la mañana, mientras te duchas, en cualquier
lugar puedes orar y encontrar esa paz que necesitas para poder sobrellevar todo
lo que haces.
Como lo
dice el versículo del principio, para ser felices, debemos buscar esa paz y
seguirla. La paz es representada por una paloma blanca, todo lo blanco
significa paz. A su vez, la paloma muchas veces representa al Espíritu Santo.
¿Coincidencia? No, Diosidencia. La paz es el Espíritu Santo, es a Él a quien
debemos buscar. Debemos anhelar estar en Su presencia al menos una vez al día.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te
turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y
Dios mío.” (Salmos 42:5) ¡Dejemos de inquietarnos! Aún estamos vivos, aún
alabamos a Dios, aún creemos en que Su mano está a nuestro favor. Vamos, tómate
tiempo a solas con Dios, cuéntale tus preocupaciones, tus dolores, encuentra la
paz que necesitas en Él.
“Yo les he dicho estas cosas para que en mí
hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido
al mundo.” (Juan 16:33) El mundo ofrece tantos escapes a la hora de la
desesperación. Los incrédulos creen que con emborracharse, fumarse un cigarro,
consumir droga o una noche de sexo les cambiará el vacío que sienten. Pero la
Biblia es clara, el único escape que tenemos es la presencia de Dios. Sólo Él
transforma toda carga en una bendición. “La
paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No
se angustien ni se acobarden.” (Juan 14:27)
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo
pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová
perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.”
(Isaías 26:3-4) Estaremos en paz sólo cuando busquemos el refugio de las alas
de Dios. Confiemos en Él sin cesar, clamemos por Su ayuda. Sí, no nos gusta
buscarlo cuando sabemos que hemos pecado, nos sentimos sucios, pero recuerda
que sólo Él te puede limpiar. Vuelve hoy a Él.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
(Filipenses 4:7) Cuando entiendas que el único escape es Su presencia, Él
pondrá en tu corazón y en tu mente, sentimientos y pensamientos de paz. Cuando
estamos lejos de Él, nos sentimos abatidos, nuestros pensamientos sólo dan
negatividad hacia las situaciones de la vida; pero cuando nos dejamos tocar por
Él, todo se transforma, toda tristeza se va y no te importará cuántos problemas
lleguen a tu vida, porque sabrás que en la presencia de Dios estarás tranquilo.
De corazón
deseo que “Jehová te bendiga, y te
guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti
misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.” (Números
6:24-26) Sé lo que es estar estresada, agotada y sin saber qué hacer. Pero hoy
lo he descubierto: Busca un tiempo a solas con Dios. No importa cuándo, no
importa cómo, recuerda que Jesús lo hacía y así fue el Salvador del mundo.
Dile a Dios
que te ayude a encontrar la verdadera felicidad en Él. Que te dé Su paz, aún
cuando no entiendas Su voluntad. Que te enseñe a actuar con sabiduría. Dios te
bendiga.
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