Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan15:5)
Hay una historia que en particular atrae mi atención y
quiero compartirla con ustedes: ésta es la del ave Fénix.
Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por
acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir
de sus cenizas, la mitología no precisa si el pájaro comenzaba a arder accidentalmente o
por efecto de su voluntad.
Nosotros muchas veces nos
comportamos como esta ave. Se preguntarán ¿En qué? Primero quiero citar el
versículo base. Cuando Dios nos llama pámpanos, quiere decir que dependemos de
Él ya que Él es la vid, apartados de Él nada podemos hacer, o sea que, nos secamos,
morimos; o, como esta ave, ardemos y nos consumimos.
Vale la pena aclarar y eximir a
Dios de toda culpa, aclaro esto por si pensabas en culpar a Dios y, antes que
lo hagas, te quiero recordar que Él no es el encargado de leer la biblia diariamente,
tampoco le corresponde orar continuamente y mucho menos buscar sin cesar hacer
Su voluntad.
Disculpa si hiero alguna susceptibilidad,
pero sólo quiero que recordemos lo que muchas veces olvidamos.
Ahora el problema es que, si te
estás consumiendo, no es porque como esta ave, han llegado tus 500 años; sino porque
quizás has olvidado esa maravillosa frase que dice en Juan: “Separados de mí
nada podéis hacer”. Nosotros mismos
nos encargamos de consumir nuestro interior al separarnos de Dios.
Muchas veces sí nos ocurre como el
fénix, nos consumimos accidentalmente o voluntariamente. No sé cuál sea tu
caso, pero de algo sí estoy segura y es que:
Entre más lejos de Dios estés, más lejos estás de resurgir.
No es mi propósito hacerte parecer
un ser mitológico, simplemente quiero que recuerdes que tu única alternativa si
quieres resurgir de las cenizas, es acercarte a la Vid verdadera.
Nuestro Dios es el único que te
puede ayudar, nosotros no tenemos esa capacidad de resurgir por nosotros mismos
de las cenizas.
No dudes resurgir y refugiarte en Él, ya que: “Los que esperan
en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y
no se cansarán; caminarán, y no se fatigaran”. (Isaías 40:31)
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