Porque
cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué
fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el
fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin,
la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:20-23)
El pecado nos aparta de Dios, pero debemos reconocer que
tenemos un sello llamado: El Espíritu
Santo. El enemigo quiere hacernos tropezar, pero debemos pedirle a Dios que
nos muestre su Gloria, y demostrar siempre con compasión que Él es un Dios sobrenatural,
de poder, un Dios que no comparte su gloria con nadie, un Dios celoso.
Romanos 6 nos habla de los principios de llevar una vida
en santidad. La Palabra del Señor en el versículo 1 y 2 de la versión actual dice:
“¿Qué más podremos decir? ¿Seguiremos
pecando para que Dios nos ame más todavía? ¡Por supuesto que no! Nosotros ya no tenemos nada que ver con el
pecado”.
¿Por qué dice, “Ya no podemos vivir con el pecado”? Sé
que cuesta mucho dejar la manera vieja de vivir, nos cuesta mucho dejar las
cosas que vivíamos antes, pero ¿Qué nos
dejó el mundo?
Te pregunto a ti este día, ¿Cuántas cosas buenas te dio
el mundo? ¡Ninguna!
Pero ¿Cuántas cosas te ha dado Dios hasta el día de hoy?
Las puedes contar y tus manos no podrían dejar de contarlas porque la
misericordia, el poder y el amor de Dios están sobre ti y te ha demostrado que,
en la cruz del calvario, Él entregó Su amor, para que tú te des cuenta que
tienes vida y vida en abundancia.
Muchas veces vives esclavizado, atrapado en el pecado
porque piensas que las cosas que sigues cometiendo, las puedes seguir haciendo
y nadie te dice nada.
Si el pecado a ti te atrae, tú sigues haciendo las cosas
y no sientes temor por lo que estás haciendo, entonces, te es necesario nacer
de nuevo.
Por eso muchas veces se peca. Pero cuando peques ve a la
casa de Dios y dile “Señor, me siento hasta impuro, me siento hasta inmundo de
poder entrar a tu casa y poder decirte que voy a ser un hijo, que estaré
buscándote, orando, que estaré glorificándote, he cometido miles de errores y
miles de pecados”, porque con este tipo de personas, es con las que Dios quiere
tratar.
El Señor quiere tratar con aquellos que lo buscan en
Espíritu y en Verdad, pero también quiere tratar con aquellos que están
esclavizados por el pecado.
Cuando la Palabra del Señor dice: “Cuando erais esclavos”, está hablando de un tiempo pasado. Te está
hablando a ti y a mí el día de hoy, que estamos quizá cometiendo las mismas
cosas. Te está diciendo que la esclavitud lleva como significado, una persona
totalmente dominada por una pasión y un vicio.
Y yo te pregunto a ti ¿Con qué estas luchando? ¿Estás
luchando con la pornografía, con el vicio del internet, con drogas, alcohol, o
los problemas que te están llevando hacia la ruina? El día de hoy Dios te quiere demostrar que aunque cometas los errores
más grandes de tu vida, Él siempre te ha amado, Él siempre te va a amar y nunca
te va a abandonar porque Él es Dios, porque para SIEMPRE es Su misericordia.
El mundo no nos
deja absolutamente NADA, o al menos a mí, el mundo me dejó
destrozado, el mundo me dejó en la calle, el mundo no me dio absolutamente nada
porque estaba esclavizado y preso en las cosas que el enemigo me mostraba que
aparentemente eran buenas, pero que al final eran de perdición.
Pero hay alguien que no me abandonó, hay alguien que me
entregó un tesoro muy grande que se llama SALVACIÓN y que ese tesoro nos
corresponde a cada uno de nosotros y le corresponde desde el más pecador, hasta
aquel que se cree más santo.
Dios no vino a buscar personas que sean grandes seres espirituales,
Dios ha venido a buscar aquellos que están perdidos, aquellos que tienen
necesidad de Él, aquel que le viene a buscar y que verdaderamente le necesita;
no a aquellos que están jugando, que viven el juego del mundo y luego están en
la iglesia adorando. No podemos engañar a Dios, no vamos a ser transformados en
ningún momento si estamos buscando agradarnos por nuestros propios deseos. Volvamos a arrepentirnos y demostremos quienes somos
en verdad.
¿Cuántas cosas recuerdas de las que cometías en el mundo?
Y si aún tienes tus pies, puestos en los dos lugares ¿Dónde están tus nuevos
frutos? ¿Por qué sigues en tu vieja manera de vivir? ¿Qué es lo que no has
entendido?
Por muchas cosas nos avergonzamos hasta el día de hoy,
porque el pecado, las cosas anteriores hoy nos avergüenzan. Y te vuelvo a
preguntar ¿Volverías a ser lo mismo hoy que estás dentro de los caminos de
Dios? Y muchos dirán que no, pero hay muchos que lo siguen haciendo. ¿Tú crees
que haciendo las mismas cosas que hacías antes, glorificas a Dios? DE NINGUNA
MANERA.
Lo que va a glorificar a Dios a partir del día de hoy es
que tú verdaderamente, cuando caigas, te vuelvas a levantar y de ese error vas
a aprender para no volverlo a cometer.
Muchos cristianos hasta el día de hoy siguen viviendo en
las mismas cosas, en las mismas artimañas. El enemigo les dice: “Está bien,
síguelo haciéndolo, si eres un buen cristiano, si no ha pasado nada hasta el
día de hoy, si ese pecado que cometiste ya se le olvidó a Dios…”
A Dios no se le olvida NADA hasta que no nos
arrepintamos verdaderamente. Dios lo tiene todo medido, Dios sabe muy bien las
cosas que has hecho, las facturas del 2005, nos están pasando en el año 2012. Muchas
de ellas te alcanzarán el día de hoy, te alcanzarán el día de mañana, y tú te
preguntarás ¿Pero cómo es posible si Dios es un Dios de amor? ¡Claro que es un
Dios de amor! Pero también es un Dios celoso que no comparte su Gloria con
nadie.
Estás queriendo compartir tu gloria con el mundo, no lo
vas a poder hacer. A Dios no se le sigue adentro de un boliche, una discoteca, a
Dios se le sigue en tu corazón, en la iglesia, en tu hogar.
“¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas
de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.”
Te
está hablando de frutos del pasado. Dile al Señor el día de hoy, las cosas que
estás cometiendo, los errores que estás viviendo, las cosas que no te dejan
vivir en paz, quizás ahora tengas problemas con algo que te está atando, con
problemas en tu hogar, tu relación sentimental.
Un
hijo de Dios es el que demuestra, no con la Biblia en su mano, ni mucho menos
con un buen traje, ni tampoco ir y sentarte a la congregación, un hijo de Dios
es aquel que demuestra que aunque esté en adversidad, que aunque esté en
problemas, levanta la frente en alto y dice: Yo sé muy bien en Quién estoy confiando, mi Dios suplirá las
necesidades de mi corazón y no me importa lo que venga ahora, mañana; si vienen
las adversidades pues que vengan las que quieran venir, que vengan los
problemas que quieran venir a mi NADIE me separará del amor de Cristo Jesús
Señor nuestro.
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