Entre
la gente iba una mujer que había estado enferma durante doce años, pues perdía
mucha sangre. Había gastado en médicos todo el dinero que tenía, pero ellos no
habían podido sanarla; más bien, la maltrataron más. Cada día se ponía más
enferma. La mujer había oído hablar de Jesús, y pensaba: "Si tan sólo
pudiera tocar su ropa, sanaría". Por eso, cuando vio a Jesús, se abrió
paso entre la gente, se le acercó por detrás y le tocó la ropa. Inmediatamente
dejó de sangrar y supo que ya estaba sana. Jesús se dio cuenta de que había
salido poder de él. Entonces miró a la gente y preguntó: -¿Quién me tocó la
ropa?. Sus discípulos le respondieron: -¡Mira cómo se amontona la gente sobre
ti! ¿Y todavía preguntas quién te tocó la ropa?. Pero Jesús miraba y miraba a
la gente para descubrir quién lo había tocado. (Marcos 5:25-32)
Muchas
veces he leído esta historia de la Biblia pero nunca la había entendido como lo
he hecho hoy. Déjame contarte. Una mujer se entera de que está enferma, va de
médico en médico, pierde su tiempo, pierde su dinero, se enfermaba más y más,
hasta que un día oyó de Jesús, lo buscó y se sanó.
A mí me
resultaba muy claro este pasaje, a simple vista nos deja la enseñanza de que si
confiamos de corazón en Jesús y creemos que no hay nada imposible para Él, así
se nos cumplirá lo que a Él pedimos. Pero en mi interior algo me decía: léelo
nuevamente, hay algo más allí. Hasta que comprendí.
Cuando se
refiere a los médicos se refiere a los hombres. ¿Cuántas veces hemos buscado primero el favor de los hombres y no el
favor de Dios? ¿Cuántas veces nuestro corazón ha estado triste, solitario y
desgastado y lo primero que hizo fue buscar un consejo de hombres y no de Dios?
Así como
ésta mujer gastaba su dinero, iba de médico en médico y se daba cuenta de que
eso no daba resultado, así nosotros frente a algún problema vamos de amigo en
amigo en busca de consejo, perdemos el tiempo en preocuparnos, como dice el
versículo “nos enfermamos más”. Hasta que oímos de Jesús, como cristianos
nuestra primera actitud frente a un problema, frente a un obstáculo debe ser: Buscar a Dios y confiar en Él.
¿Cómo es Dios?
Dios no te
va a decir “No tengo tiempo para ti”, “Estoy ocupado”, “Yo si fuera tú me
olvido de ese problema”, “Debes hacer tal y tal cosa, así estás haciendo todo
mal”, esas palabras son palabras de hombres. Entonces hay algo que primero
debemos de tener en cuenta:
“Querido jovencito, no rechaces la
instrucción de Dios ni te enojes cuando te reprenda. Porque Dios corrige a
quienes ama, como corrige un padre a sus hijos.” (Proverbios 3:11-12).
Cuando busques a Dios Él no te va a rechazar, Él te tratará como un hijo, te
dará instrucción, te corregirá con amor, te tratará como la niña de Sus ojos.
Ya deja de buscar y confiar en hombres, empieza a confiar más en tu Padre
Celestial. ¿Por qué? Porque confiar en Él y obedecerle, es la mayor muestra de honra
y amor que puedes tenerle.
Todos los
días sabemos que tenemos un Papá que está con nosotros desde el momento en que
despertamos hasta el momento en que nos acostamos, y no sólo eso, ¡Mientras
dormimos aún nos cuida!. ¿Quién mejor padre que nuestro Dios? Por eso debemos
de honrarlo, día a día. Debemos demostrarle nuestro amor, debemos demostrarle
que en nuestro corazón está Su espíritu, debemos de decirle “Papá, Te amo” cada día de nuestras
vidas.
Y tú me
dirás, ¿Qué tiene que ver el tema del “padre” con la historia de la mujer
enferma? En la historia se me reveló una tercera enseñanza.
Jesús
estaba rodeado de una multitud de gente, imagínate los empujones, imagínate lo
incómodo que era para Él caminar entre tantas personas. SIN EMBARGO, cuando
esta mujer tocó su túnica Jesús se detuvo. “¿Quién tocó mi ropa?”, Jesús estaba
diciendo: ¿Quién me está buscando?
¿Quién me necesita? Los discípulos desesperados al ver que tanta gente lo
agarraba, lo tocaba, lo empujaba, le dijeron “¡Mira cómo se amontona la gente sobre ti! ¿Y todavía preguntas quién te
tocó la ropa?”. ¡SÍ, Jesús entre tanta gente estaba buscando y mirando
quien lo había tocado! ¿Qué hizo la mujer para que Jesús notara la diferencia
en medio de la multitud? La respuesta es: La
mujer lo buscó CON FE EN SU CORAZÓN.
¿Qué debemos hacer nosotros como Hijos?
Cuando
nosotros vamos en nuestro papel de Hijos, en nuestro papel de un corazón
sincero que necesita el amor de un Padre ante Dios, Él se dará cuenta y dirá
como Jesús dijo en medio de tanta multitud “¿Quién tocó mi ropa?”. Dios sabe cuándo un Hijo lo necesita, Dios
sabe cuándo un Hijo lo está buscando, Él oye tus oraciones.
Muchos
cristianos piensan “¿Justo a mí me va a escuchar Dios?” SÍ, justo a ti te va a
escuchar Dios. Él está esperando que seamos como esa mujer, que en medio de los
problemas, que en medio de tanta gente, que en medio de lo que nos impida
acercarnos a Él, marquemos la diferencia y que “toquemos su túnica”. Él quiere
que lo busquemos con fe, que tengamos en cuenta que Él es nuestro PADRE.
Levántate
de hoy en más, adopta estas actitudes aunque cueste y dile “Papá, Te amo, sé
que soy un Hijo especial para ti”. Para Dios tú no eres como “la multitud” que
rodeaba a Jesús, para Dios tú eres como la mujer, eres especial, Él siente que
tú lo estás buscando. Confiar en Dios de todo corazón, buscarlo a Él primero y
buscarlo con FE en que Él siendo el Padre perfecto nos cuidará como a sus
hijos, es el mejor regalo que puedes hacerle a Dios.
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