Ahora
bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel
de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? (Romanos
10:14)
Hoy día se
predica un evangelio tan distinto al que Jesús predicaba. Él confrontaba a los
perdidos, Él predicaba sobre el infierno, Él hablaba del peligro de no
seguirle. Hoy día se predica de un Jesús que prospera, que da victorias, que
dará todo lo que le pidamos. Se habla de tener más miembros en la iglesia, pero
no de salir de la iglesia a buscar almas necesitadas.
“Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a
salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19:10) La misión de Jesús fue ir
hacia la gente, no que la gente viniera a Él. Él era un Jesús urbano,
apasionado por las almas. Y eso es la misión que nos dejó a nosotros también: “Vengan, síganme -les dijo Jesús-, y los
haré pescadores de hombres.” (Mateo 4:19)
Pescadores
de hombres. Es tan difícil serlo en una sociedad donde el ateísmo y el
humanismo están de moda. Donde la cruz es un símbolo más, y no un sacrificio
por toda la humanidad. Pero necesitamos tanto valor para predicar el evangelio.
Dios te escogió desde antes de nacer, ¿Qué esperas?
No estás
capacitado, eso crees. Pero ¿Por qué no buscas a Dios para que Él te capacite?
Pedro era pescador, y Jesús lo capacitó para pescar hombres, para hablar de Su
mensaje. No importa tu posición en la iglesia, no importa si no asistes a una
iglesia aún, lo importante es que hables cada día de tu vida de lo que Cristo
ha hecho por ti y por los demás.
“Por tanto, vayan y hagan discípulos de
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y
les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo
28:19-20) Si alguna vez te preguntaste, ¿Para qué vivo? Aquí está tu respuesta:
Para ser útil en el reino de Dios.
Todos somos
pecadores, hasta tú mismo te sientes pecador. Pero quien recibe a Cristo es
redimido, perdonado, justificado por Su sangre y preparado para bendecir a
multitudes. “Este mensaje es digno de
crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a
salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” (1 Timoteo 1:15)
“La cosecha es abundante, pero son pocos los
obreros -les dijo a sus discípulos.” (Mateo 9:37) Jesús no estaba diciendo
que somos pocos los cristianos, Él estaba diciendo que somos pocos los
VERDADEROS adoradores en espíritu y en verdad, somos pocos los que estamos dispuestos
a pagar el precio, somos pocos los que con valor y fe caminamos día a día en
este mundo. ¿Eres tú uno de ellos?
Los
discípulos “Día tras día, en el templo y
de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que
Jesús es el Mesías.” (Hechos 5:42) Lee bien: “día tras día”. ¿Cuántas veces
compartes un versículo a tus vecinos o en tu Facebook? ¿Cuántas veces bendices
a alguien en la calle? El cristianismo se vive todos los días, no sólo dentro
de las cuatro paredes de la iglesia (congregación).
Jesús llevó
Su mensaje a la gente. Él iba a todos los lugares donde había personas: en los
mercados, en las calles, en las colinas, en las playas, en los hogares, en los
mares, en donde lo odiaban, en donde lo juzgaban; en TODO lugar Él hablaba.
“Entonces el Señor le respondió: Ve por los
caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa.”
(Lucas 14:23) Jesús nunca dijo: “Ve a un edificio de iglesia y ora para que
Dios traiga a los pecadores”. Por el contrario, Él dijo: “Id por los caminos y
por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”. No sirve
sólo orar, hay que IR, hay que actuar.
Es tiempo de ser cristianos urbanos, cristianos de
hechos y no de palabras. Te desafío, comparte el mensaje de Dios cada día, a
cada momento y en cada lugar. Imitemos a Jesús. ¿Te atreves? Dios te bendiga.
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