En el reino
de Dios pasará lo mismo que sucedió cierta vez, cuando un hombre decidió irse
de viaje. Llamó a sus empleados y les encargó su dinero. El hombre sabía muy bien lo que cada uno podía
hacer. Por eso, a uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil, y
a otro mil. Luego se fue de viaje. El empleado que
había recibido cinco mil monedas hizo negocios con ellas, y logró ganar otras
cinco mil. El que recibió dos mil
monedas ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil
monedas fue y las escondió bajo tierra. Mucho tiempo
después, el hombre que se había ido de viaje regresó, y quiso arreglar cuentas
con sus empleados. Llegó el que había recibido cinco
mil monedas, se las entregó junto con otras cinco mil y le dijo: “Señor, usted me dio cinco mil monedas, y
aquí tiene otras cinco mil que yo gané.” El hombre
le dijo: “¡Excelente! Eres un empleado
bueno, y se puede confiar en ti. Ya que cuidaste bien lo poco que te di, ahora
voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo. ”Después llegó
el empleado que había recibido dos mil monedas, y le dijo: “Señor, usted me dio dos mil monedas, y aquí tiene otras dos mil que yo
gané.” El hombre le contestó: “¡Excelente!
Eres un empleado bueno, y se puede confiar en ti. Ya que cuidaste bien lo poco
que te di, ahora voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo.”
Por último, llegó el empleado que había recibido mil monedas,
y dijo: “Señor, yo sabía que usted es un
hombre muy exigente, que pide hasta lo imposible. Por eso
me dio miedo, y escondí el dinero bajo tierra. Aquí le devuelvo exactamente sus
mil monedas.” El hombre le respondió: “Eres un empleado malo y perezoso. Si sabías
que soy muy exigente, ¿por qué no llevaste el dinero al banco? Así, al
volver, yo recibiría el dinero que te di, más los intereses.” Entonces el hombre dijo a sus ayudantes: “Quítenle a éste las mil monedas, y dénselas
al que tiene diez mil. Porque al que tiene mucho se le dará más, y le
sobrará; pero al que no tiene nada, hasta lo poco que tiene se le quitará.” (Mateo 25:14-28)
Muchos caminan por la vida con heridas, dolor, odio,
rencores, o algo similar. Aunque muchas veces las razones de los resentimientos
puedan variar, hay una cosa que es muy recurrente: El que una persona les haya
dicho alguna vez o muchas veces en la vida palabras duras como “¡Inútil”” o
“¡Bueno para nada!”.
Entiendo el hecho de que alguien cercano a nosotros nos
diga esas palabras, puede lastimar, si fuera un desconocido el que lo dijera
eso, lo más probable sus palabras no nos importarían en lo absoluto. Este día
quiero ayudarte a ver esas palabras de otra forma, desde otro punto de vista.
Independientemente de la manera por la que esa persona
te haya dicho eso, o quizá algo más fuerte que se me ha escapado, quiero
invitarte a que te relajes, no lo tomes tan a pecho, y que pienses que lo que
realmente quería decirte era que no eres bueno para todo. Y eso es verdad, ¡Es
imposible ser bueno para todo, pero ¡Para algo sí eres bueno!
Antes de seguir, Lee el versículo que esta más arriba;
es la conocida parábola de los talentos. Una de las muchas lecciones que
podemos encontrar en esa historia que Jesús contó, es que todos tenemos por lo
menos un talento ¡Pero el que no lo use lo perderá! Así que si quieres ser de los buenos siervos, corre y usa lo que tienes
ahora.
Esto es muy importante, compararte con otras personas es
una pérdida de tiempo, así que no trates de ser como otros, eres único/a y
tienes capacidades únicas. Hay semillas que Dios puso dentro de ti, y que el
mundo está esperando que saques y explores, pues harán una diferencia en la
vida de muchas personas.
¿Qué te apasiona?
¿Qué cosa es fácil de hacer para ti? Hay
talentos que tienes y sobre eso debes empezar a construir. ¡Empieza hoy!
Descubre tus talentos, la mejor manera de hacerlo es haciendo algo. Sirve en tu escuela, en
tu hogar, en la iglesia o barrio. Ofrece tus servicios de asistente, en donde
veas una necesidad.
Perdona a los que te lastimaron con sus palabras, en su
mayoría de casos son personas que, por la forma en que fueron formados, no se
daban cuenta del poder de sus palabras y te aseguro que la mayoría tenía buenas
intenciones, aunque sinceramente no entiendo del todo por qué usan palabras
fuertes para animar, según ellos, a otros.
Empieza ahora, estudia un curso de guitarra, estudia una
maestría, vuelve a la universidad; habla en público a chicos más jóvenes que
tú, sirve en una célula, nunca es tarde.
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