Porque
si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al
hombre que considera en un espejo su rostro natural. (Santiago 1:23)
A lo largo
de mi corta vida, he escuchado cientos de veces frases como “tú eres realmente
como los demás te ven”, “tú eres como tú mismo te ves aunque no te demuestres
así”, “tú eres así porque te dejas llevar por la opinión de la gente”.
Déjame
decirte algo: no hagas caso a aquellas frases si te las han dicho a ti.
Uno de los
regalos que nos ha dejado Dios, incluso lo considero uno de los mejores
regalos, ha sido su Palabra. Y quiero hablarte de la Palabra de Dios, como si
fuera un espejo.
Cuando tú
te paras frente a un espejo, sólo ves tu físico; cuando tú te sientas a leer la
Biblia, ves hasta en lo más profundo de tu corazón.
A Dios no
le puedes ocultar nada, el conoce tus sentimientos, tus pensamientos, tus
alegrías y tus dolores. Esos aspectos de ti, tal vez no los demuestres
exteriormente, pero interiormente Dios los ve. “Yo conozco que todo lo puedes,
y que no hay pensamiento que se esconda de ti.” (Job 42:2)
Muchas
veces al vernos en el espejo de la Biblia, no nos gusta ver lo que está
reflejado. Nos cuesta admitir nuestros errores, nuestros pecados, y nuestras
faltas ante Dios.
Animarse a
ver esos errores, significa que eres un hombre o una mujer de fe. “Examinaos a
vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os
conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?” (2 Corintios 13:5) “Pónganse a pensar en su manera de vivir, y
vean si de verdad siguen confiando en Cristo. Hagan la prueba, y si la pasan,
es porque él vive en ustedes. Pero si no confían en Cristo de verdad, es porque
él no está en ustedes.” (Versión TLA)
En el
reflejo de la Biblia vemos cómo somos realmente, sin manchas, sin máscaras, sin
mentiras. Es el único y verdadero espejo, pues es lo que nos muestra cómo somos
ante los ojos de Dios. En Génesis 1:26 dice “Entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”. Si hemos sido hechos a
imagen y semejanza de Dios, ¿Qué imagen estamos mostrando? ¿Dios te ve a Su imagen
o ve un reflejo borroso, dudoso?
Si tu
reflejo lo ves borroso, anímate a examinarte y cambia lo que no te está
permitiendo ver bien. “El corazón alegre hermosea el rostro.” (Proverbios 15:13)
Muéstrate como eres, ¡Demuestra que tienes a Cristo en tu corazón!
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