Confiamos en Dios, pues sabemos que él nos oye, si le
pedimos algo que a él le agrada. Y así como sabemos que él oye nuestras
oraciones, también sabemos que ya nos ha dado lo que le hemos pedido. (1 Juan
5:14-15)
“Dios no me responde”, “Dios no me escucha”, “Llevo
meses clamando a Dios por una solución que aún no llega”, “¿Acaso Dios no se
acuerda de mí?”, “¿Dónde estás Dios?”, “Quizás no soy tan importante para Él…”,
“Dios está muy ocupado como para hacerse cargo de lo que me pasa”.
He escuchado y hasta dicho alguna de estas frases
cuando una situación difícil me sobrepasó. Hoy con este devocional quiero que
empecemos a quitar esas frases de nuestro vocabulario y le comencemos a creer a
Dios que no hay imposibles para Él y que jamás deja solos a sus hijos.
Se aprende a orar, orando. No hay otra forma de
aprender orar que no sea la de día tras día sentarnos a hablar con Dios. ¿Cómo
es la oración correcta? ¿Cómo hago para que Dios me escuche? He visto en
iglesias que en la parte de oración el pastor hasta grita creyendo que Dios así
los oirá. Es un error, no debemos levantar la voz, ni hacer un escándalo a la
hora de orar, sino más bien debemos reconocer que al lado de Dios somos
pequeños y que en verdad necesitamos de Él.
“Como te has conmovido y humillado ante el Señor al escuchar
lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que serían asolados y
malditos; y como te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia,
yo te he escuchado. Yo, el Señor, lo afirmo.” (2 Reyes 22:19)
No rasgamos nuestras vestiduras como antes lo hacían,
pero sí podemos llorar en Su presencia. Dios dice “Yo te he escuchado, Yo lo
afirmo”. Cuando nos rendimos al cien por ciento a Dios, no hay nada que detenga
Su mano de obrar en nuestras vidas. Debemos conmovernos en la intimidad con
Dios, debemos humillarnos. Debemos reconocer que sin Él nada seríamos.
Las oraciones son poderosas. ¿Poderosas por qué? “La
oración de una persona buena es muy poderosa, porque Dios la escucha.”
(Santiago 5:16) Las oraciones no tienen poder porque salen de nuestra boca,
sino que lo tienen cuando entran a oídos de Dios. Y quizás tú pienses que Dios
oye TODAS las oraciones, pero la Palabra dice que las oraciones deben ser
humildes y pidiendo conforme a Su voluntad, con seguridad de que lo que pedimos
ya se nos es dado por hecho.
¿Ahora entiendes por qué aún no te responde Dios? Dios
sabe lo que estás sufriendo, Dios sabe lo que te está costando, aquello que te
duele y lastima. Para Él no es imposible sanarte o darte paz. Pero debes rendirte
a Él por completo. Debes orar más. Eso no significa que debas estar una hora de
rodillas en silencio…no necesariamente. Con que te tomes diez minutos, a solas,
quebrantándote ante Él, no dudando de su Poder, y reconociendo que Él es tu
todo, te aseguro que Él te escuchará y responderá.
No hay hijo de Dios que haya quedado desamparado.
Créele y haz que Dios te escuche, no por el volumen de tu voz, sino por el volumen
de tu Fe.
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