Bien
saben que los de la familia de Estéfanas…se han dedicado a servir a los
creyentes. (1 Corintios 16:15)
Yo quiero
que comiences hoy a desarrollar una adicción, una adicción a la Palabra de
Dios.
Esto puede
que te parezca extraño, especialmente si no tienes mucho interés en la Palabra
ahora. Pero créeme, es posible. Yo lo he hecho y he visto a otros hacerlo
muchas veces.
Todo lo que
tienes que hacer es decidir entregarte a ella. Enfocar tu tiempo y atención en
la Palabra.
Mientras
más te consagres a ella, más aumentará tu deseo por la Palabra. Con el tiempo,
ella consumirá tus pensamientos.
¿Sorprendido?
No deberías de estarlo. Eso pasa con cualquier cosa a la que tú te entregas
totalmente. Por ejemplo, esto sucede con la gente que se dedica a la
pornografía. A medida que fijan su atención en eso, el espíritu que opera
detrás avanza en su conciencia y al final los lleva de la actividad mental a la
actividad física. Por último, llegan al punto donde no pueden satisfacerse, no
puede saciarse.
Ese mismo
principio funciona en el aspecto positivo cuando comienzas a dedicarte a la
Palabra de Dios. Tú puedes entregarte a ella hasta el punto donde consuma
totalmente tu vida mental y física.
Entre más
recibas, más quieres. El espíritu detrás de la Palabra, el Espíritu Santo, te
atraerá y te llevará más cerca de Jesús de lo que tú te imaginas.
Todavía no
he conocido a alguien que camine en fe y poder, que alguna vez no haya
desarrollado esa clase de adicción a dedicarse totalmente a la Palabra por un
tiempo largo. No quiero decir unos cuantos minutos aquí y allá. Hablo de un
tiempo serio.
Por lo
tanto, debes proponerte hacer eso. Determina ser un adicto a la Palabra. Una
vez que lo hagas, nunca estarás dispuesto a vivir sin ella de nuevo.
Lee y medita: Hebreos 4:1-12
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