“En todo tiempo ama el amigo; y el hermano para la angustia
es nacido.” (Proverbios 17:17)
Ahora cambiaré un poco el sentido de las
palabras y me referiré más a un aspecto devocional, con respecto a los amigos.
Un joven, un día, se acercó a una persona
pidiéndole que lo apoyara en un grupo de crecimiento para jóvenes, ese chico
con mucho gusto aceptó el reto y pusieron en marcha el proyecto.
Comenzaron a trabajar juntos, a invitar
personas, a realizar las reuniones, a conocer nuevas personas, a convivir más,
en fin se hicieron muy buenos amigos. Pasados los días hubo razones por las que
el grupo tuvo que cerrarse. La amistad siguió, pero un poco distante.
En fin, ambos seguían platicando, pero no
como antes. Pasaron muchos meses, hasta que uno de los chicos tuvo que emigrar
hacía un país muy lejano del cual vivía. Eso colaboró para que la amistad se
alejara mucho más y mantuvieran poca comunicación. Pero, cuando charlaban, las
pláticas eran muy extensas, entretenidas y colmadas de bromas, como dos grandes
amigos.
Lamentablemente, hubo algunos meses que no
pudieron charlar. Al ver que los días pasaban y que el joven que había emigrado
no daba señales de él, se preocupó; pero nunca contó con una terrible noticia:
El joven estaba en coma en un hospital. Eso destrozó el corazón del muchacho
que estaba en su país natal, impotente por estar lejos, recurrió al arma más
poderosa, la oración.
Pasaron las horas y nadie le daba noticias
del amigo que había emigrado hacia otro país. Hasta que luego de dos días, le
dieron la noticia que su amigo había muerto. Eso destrozó su corazón e
impotente sólo quedo sentado frente al monitor de su computadora sin saber qué
decir o hacer.
Efectivamente, es mi caso. Este devocional lo
escribo con mucho dolor en mi corazón, pero aceptando la voluntad soberana de
mi Dios. Mis palabras no son para demostrar nada como humanos, sino para que no
cometas el mismo error que he cometido yo. No descuides a tus amigos, ámalos
como si fuera el último día que los verás, bromea con ellos como si nunca los
volverás a ver.
Es verdad mi buen amigo, ahora está con
nuestro Señor, en Su reino. Pero, no deja de doler la pérdida de uno de tus
seres queridos.
Ahora, ya no pierdas más el tiempo con
discusiones absurdas con tus amigos. Ámalos tal cual ellos son, valóralos,
respétalos, cuídalos, diles la verdad cuando algo esté mal, felicítalos cuando
hagan algo sorprendente, ríete con ellos, bromea hasta más no poder. Pero,
sobre todo, valora cada segundo de vida que tienes al lado de ellos, puesto que
puede ser el último.
Los amigos son regalos que nuestro Dios nos
brinda. Anda, ya no estés molesto con tu amigo, habla con él, pídanse perdón si
están molestos y sigan esa hermosa amistad que Dios les ha regalado, mañana
puede ser muy tarde. Dios te bendiga.
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