Con todo lo que somos

“Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.” (Juan 4:23)

La adoración es una respuesta interna de nuestro ser a las bendiciones de Dios. No son “ritos” o costumbres propias de cada iglesia lo que hacen a la adoración, sino la actitud de nuestro corazón tocado por el Espíritu Santo.

Es que, en realidad, la adoración es la creatividad del Espíritu Santo de Dios en nuestro propio espíritu produciendo palabras, hechos, canciones y emociones.

Algunos creyentes creen que la alabanza está conformada por las canciones rápidas y la adoración por las canciones lentas. No hay ninguna base bíblica sólida para creer algo así. La alabanza constituye un reconocimiento de quién es Dios y el agradecimiento por lo que Él hizo y continúa haciendo.

No importa el ritmo, el tono o si hay o no instrumentos sonando. La adoración es básicamente el cumplimiento del primer principal mandamiento: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” (Marcos 12:30)

Ahora yo te pregunto: ¿Cuántas maneras de demostrar amor existen? Obviamente muchísimas.

La Biblia menciona estos verbos al referirse a la alabanza y a la adoración: Declarar, cantar, gritar, levantarse, tocar instrumentos, aplaudir, inclinarse, estar de pie, danzar, ayunar, consagrar, ofrendar, recordar.

Y estos no agotan la lista. El punto principal, desde nuestra dimensión, es expresar y demostrar nuestro amor y dedicación a Dios. Lo fantástico de esta experiencia es que en la adoración del corazón, penetra la presencia y la gloria de Dios. En la adoración llegamos a una nueva atmósfera que cambia la nuestra.

Por eso es que mucha gente experimenta consuelo, estímulo, cambio de dirección, descanso y gozo en la adoración.

¿Cómo puedes adorar a Dios de manera activa y creativa?

Adora al Señor, porque Él es lo máximo en tu vida y en la existencia del universo. Él es el primero y el último. Dios grande en misericordia pero también justo y santo, entrégale tu adoración con tu boca, tus pies, tu estilo de vida.

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