“Nada hay tan engañoso
como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? Yo, el Señor,
sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle a cada uno según sus
acciones y según el fruto de sus obras.” (Jeremías 17:9-10)
Dios no nos
da en base a lo que merecemos, Dios no nos da en base a lo que deseamos; Dios
nos da en base a lo que HACEMOS. La Biblia explica que el corazón del hombre es
engañoso, en más de una ocasión. Lo cierto es que ni tan sólo un cristiano ha
aprendido a depender totalmente de Dios como lo hacía Jesús.
Es por eso
que es peligroso confiar en lo que “nos dice el corazón” o en lo que “nos dicta
la cabeza”. Mejor es confiar en Dios, quien conoce y examina cada uno de tus
sentimientos y pensamientos. A veces nos quejamos de que Dios no nos bendice,
de que Dios no nos responde, de que Dios no nos habla, pero ¿Es porque Dios sea
malo? ¿O será porque nosotros estamos haciendo algo mal?
Si has
nacido realmente de nuevo, tu vida debe hablar en lugar de tu boca. Lo que
causará un impacto en la vida de los demás serán tus acciones, tus hechos, no
tus palabras. Así mismo, a Dios le impactan más nuestros hechos que nuestras
palabras. ¿Por qué? Porque Él sabe lo que piensas, sabe lo que sientes, sabe lo
que en tu interior hay, pero cuando decides poner en acción todo eso, Dios se
impacta, Dios te bendice según decía Jeremías en ese versículo.
Cristianismo
que no tiene fruto de sus obras, no es cristianismo. ¿Pero qué deben mostrar
nuestros hechos? ¿Qué debe decir mi vida? Que Jesús vive en ti. A cada lugar
donde vayas, debes de brillar para mostrar que Dios ha tocado tu vida.
No sólo
debes de demostrar lo que eres, sino lo que ya no eres. Si ya no perteneces al
mundo, debes demostrar con hechos que ya no sirves al mundo. Dejar de
frecuentar los lugares que frecuentabas, cambiar amistades, evitar el mal
vocabulario, los chismes, las mentiras; todo eso tu vida debe de decir: Y NO
VIVO PARA EL MUNDO, VIVO PARA DIOS.
Dios nos
bendecirá por lo que hagamos con nuestra fe. Es hora de ponernos firmes en
nuestro camino y ser valientes. Si tu vida da frutos, felicidades, Dios ha de
recompensarte. Él honra a los que le honran. Si tu vida no está dando frutos,
felicidades, tienes la oportunidad de entregársela hoy a Dios y dejarte moldear
por Él. No te conformes con ser quien eras antes, eso no agrada a Dios. Lucha
por parecerte más a Cristo día a día, y recibirás bendiciones de lo más alto
del cielo.
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