Juan, a las siete iglesias que
están en Asia: Gracia a vosotros y paz, de aquel que es y que era y que ha de
venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono, y de
Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los
reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su
sangre, e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre, a
El sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén. HE AQUÍ,
VIENE CON LAS NUBES y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las
tribus de la tierra harán lamentación por El; sí. Amén. Yo soy el Alfa y
la Omega -dice el Señor Dios- el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso. (Apocalipsis 1:4-8)
Este pasaje de la Palabra confirma dos importantes aspectos
acerca de Jesucristo: Su majestad y Su dominio.
Pero Jesús es totalmente distinto a cualquier rey y
gobernante que conozcamos. Los siguientes seis puntos marcan esa diferencia:
1) Él es el primero en resucitar de entre los muertos y
no morir nunca más.
Jesús nos da un anticipo de lo que sucederá después que
muramos.
2) Él es mayor que cualquier otro rey de la tierra.
Él es Señor sobre toda la creación, cosa que ningún rey
de la tierra puede reclamar.
3) Él nos ama y demostró ese amor muriendo por nosotros.
Pocas veces alguien, en una posición de autoridad sobre
otras personas, se ha ofrecido a morir por ellas.
4) Él nos ha liberado de nuestros pecados y nos ha dado
un lugar de honor en su Reino.
A quienes hemos recibido a Jesús en nuestra vida, nos ha
dado un lugar de privilegio extraordinario y acceso al trono de Dios.
5) Él regresará en victoria.
Este Rey atraerá la atención de todo el universo cuando regrese.
6) Él es eterno.
Él ha existido y existirá para siempre. Nadie, sólo
Dios, puede hacer este reclamo.
Algunas personas tienen una visión distorsionada de
Jesús. Lo ven como los artistas lo han pintado, con cabello largo, quizás con
un bordón en la mano y un corderito sobre sus hombros.
Pero la Palabra de Dios nunca hace una descripción
física de Jesús. Si la hubiese hecho, estaríamos adorando su imagen más que a Él
mismo.
La descripción de Cristo que hace Apocalipsis, aunque no
nos da un retrato físico, nos permite ver a Cristo glorificado. Él mismo. Este
Cristo está lleno de poder y majestad.
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