Si alguno sufre por ser cristiano, no debe sentir
vergüenza, sino darle gracias a Dios por ser cristiano. (1 Pedro 4:16)
El hecho de defender nuestra fe no es algo que nos
sucede “alguna que otra” vez, es algo que nos sucede todos los días. No se
trata de defenderla ante un ateo, un católico, un mormón, un testigo de Jehová o
un budista; sino de defenderla ante el diablo, defenderla ante el Reino de las
Tinieblas.
Es cierto que hay distintas “religiones”, “sectas” o
como quieras llamarlas; pero entiende que todas y cada una de ellas están
engañadas por el mismo enemigo: Satanás. La única verdad no es una religión, es
Jesús. Las únicas leyes que debemos seguir, son las de Jesús.
“El dios de
este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del
glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” (2 Corintios
4:4) Es claro que cuando sufrimos por ser cristianos, no es porque “un ateo” se
burla de nuestra fe, sino porque Satanás quiere debilitarnos. No sufrimos
porque nuestra familia nos rechaza por ser cristianos, sufrimos por verlos
engañados.
“Porque nuestra
lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades,
contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas
espirituales malignas en las regiones celestiales.” (Efesios 6:12 NVI) ¿Muy
complicado de entender? Así lo entenderás mejor: “Porque no luchamos contra gente como nosotros, sino contra espíritus
malvados que actúan en el cielo. Ellos imponen su autoridad y su poder en el
mundo actual.” (Efesios 6:12 TLA) Hay muchos corazones ciegos, hay gente
fría, engañada, que te decepcionará, te fallará, murmurará contra ti. ¿Ha eso
de amargarte? ¡NO!
Hasta aquí, el devocional parece como si no hubiera
esperanza, pareciera que ser cristiano es lo peor que pudiera sucederte. Pero
eso es lo que te ha creer el diablo, eso es lo que el enemigo quiere que creas
para caer. ¿Sabes qué? La Biblia dice lo contrario. La Biblia promete infinidad
de bendiciones para aquel que sigue a Cristo. Y no sólo eso, sino que ya nos da
la seguridad que toda batalla la tenemos ganada en el nombre de Jesús. Él
venció en la cruz.
“Porque el que
está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4)
Entendamos que si sufrimos por ser cristianos, debemos de dejar que Dios se
ocupe; Él es el poderoso, no nosotros. No nos rindamos en la guerra espiritual,
si persistes ya tienes la victoria asegurada.
¿Crees que no tienes con qué luchar? Déjame decirte: “Las armas con que luchamos no son del
mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.” (2
Corintios 10:4 NVI) “Es verdad que
vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo, ni luchamos con las
armas de este mundo. Al contrario, usamos
el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones y el
orgullo de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que los pecadores
cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo.” (2 Corintios 10:3-5 TLA)
No somos nosotros los que luchamos, es Dios a través
nuestro. No son nuestras palabras las que deben de salir en medio de una
discusión con un incrédulo, sino las palabras de Dios. “Zorobabel, no hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran
ejército; lo único que necesitas es mi espíritu.” (Zacarías 4:6) Sólo
necesitamos a Dios hermanos, hermanas.
Entendamos que seguir a Cristo es lo más increíble que
puede sucederte. No te rindas, la guerra espiritual está ganada, sólo debes
persistir. Sí, claro que duele. Yo tengo todos los días que defender mi fe en
mi propia familia, pero cuando Dios me dice que calle lo hago, y cuando me dice
que hable lo hago. El nombre de Jesús está antes que el mío. ¡Ganemos la
batalla! Que Dios te bendiga.
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