Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. De
estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino
con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. (1
Corintios 2:12-13)
La vida está llena de decisiones, iniciando desde las mañanas
cuando suena el despertador y piensas:
¿me despierto o duermo cinco minutos más? O cuando te pondrás un los zapatos,
es necesario que decidas cual par te pondrás, y así puedo seguir mencionando decisiones que a lo largo del día
son necesarias e inevitables que las tomemos.
No es cuantas
decisiones tomas a lo largo del día lo importante, ni si las consecuencias, de
estas sean grandes, sino de que tanto
tomas en cuenta al Espíritu Santo en estas decisiones. Muchas veces buscamos la
guía de Dios cuando estamos frente a decisiones transcendentales para nuestra vida,
y no paramos a lo largo del día de clamarle a Dios y tratamos de buscar lo que nosotros llamamos “la
decisión correcta”, y sí, está bien.
Pero sabes, Dios nos dejó al Espíritu Santo como menciona
nuestros versículos claves cuando dice: De
estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino
con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. (1
Corintios 2: 13)
Es el Espíritu Santo el encargado de ayudarte a tomar cada
decisión que tomas en el día, pues Dios lo dejo para que nos ayude a tomar las decisiones que vayan de acuerdo a nuestra
vida espiritual, ósea aquellas decisiones que definitivamente edificaran tu
vida.
Muchas veces escuchamos una “vocecita “de advertencias en nuestra
mente cuando lo que estamos haciendo,
hicimos, o haremos está mal. Pero esa “vocecita” como la llamamos, no es tu conciencia, sino es la bendita voz
del Espíritu Santo de Dios, quien simplemente hace su labor de redargüirnos y
ayudarnos a frenar o corregir nuestras malas acciones. O en algunas ocasiones
cuando están a punto de hacer algo, como por ejemplo ir a un lugar, sientes
como una sensación de que no deberías ir, puede ser así como una simple
desanimo de no asistir a donde te invitan, muchas veces es el Espíritu Santo él
que nos avisa y nos guarda de algo que tal vez puede suceder.
Eso sí, OJO, hay que aprender a discernir entre la voz del
espíritu Santo y nuestra mente la cual
es muy astuta. Por eso a partir de hoy te invito a que comiences esta bella
aventura pedirle la guía al Espíritu Santo cuando tengas que tomar una
decisiones que tu creas conveniente aunque parezca muy pequeña, practica con esas decisiones,
para que al momento del día que tengas que tomar las decisiones más serias y
difíciles tú puedas escuchar fuerte y claro la respuesta del Espíritu Santo, y
no dudes al momento de preguntarte ¿lo
hago o no lo hago?
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