miércoles, 27 de febrero de 2013

Espera en Dios









Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Hechos 1:13

La palabra clave en ese pasaje es: Indefinidamente.Los discípulos entraron al aposento alto con una convicción segura que decía: “No saldremos de aquí hasta que Dios se manifieste”.

No fueron para esperar diez minutos, ni una hora, no fueron para esperar dos días, no fueron para esperar tres meses. No, fueron allí diciendo: “No podemos hacer nada de lo que Dios quiere que hagamos sin que nuestras vidas estén llenas de su poder”.

De la misma manera que quienes entraron al Aposento Alto a aguardar la promesa de derramamiento del Espíritu Santo, nosotros debemos aproximarnos a Dios con una actitud que diga: “¡Señor, te voy a esperar indefinidamente, hasta que reciba el poder de lo alto!”

Esperar indefinidamente a Dios, a veces nos resulta muy difícil. Tenemos tanta energía y celo en nuestra carne que aunque podamos eludirlos para esperar, sólo hacemos pausas de cortos periodos y luego la energía de nuestra carne regresa.

Si Dios no hace algo tan rápidamente como realmente queremos que lo haga, vuelven a aparecer nuestras brillantes ideas, y volvemos a la carne. Constantemente, hacemos lo mismo. Hacemos algún progreso y entonces nos impacientamos y lo perdemos. Ganamos pequeño terreno y lo perdemos. 

Tenemos que “ganar y mantener”. Debemos mantenernos firmes en las libertades que nos fueron dadas y no volver a someternos al yugo de la esclavitud de la cual fuimos librados. (Gálatas 5:1).

Aunque no podamos “ver” nada ni “sentir” que Dios está obrando, Él está actuando vigorosamente a nuestro favor. Heredamos las promesas de Dios a través de la Fe y la paciencia. (Hebreos 10:36).

La mentalidad que nosotros debemos tener es ésta: “Dios, he hecho todo lo posible por mis propios medios. He intentado esto y aquello. He tratado de hacer todas las cosas que podía pensar a lo largo de todos estos años. Ahora, resulta obvio que no puedo hacer por mis propias fuerzas lo que es necesario hacer. Señor, te necesito. Sólo tú puedes hacer esto así que esperaré en ti”.

Debes estar decidido a esperar indefinidamente en Dios como haga falta.

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