Hijo de Altura
En el salmo 78 se describe
algunas de las cosas que les sucedieron a los israelitas cuando viajaron desde
Egipto hacia la tierra prometida. A pesar de todo el Señor les proveyó para ellos,
misericordiosa y milagrosamente una y otra vez, el versículo 8 nos dice que
ellos fueron muy tercos y rebeldes durante los años en el desierto.
Esa fue precisamente la
causa por la cual debían morir allí. ¡Sencillamente, no hacían lo que Dios les
decía! Ellos le gritaban a Dios que los sacara de problemas cuando tenían,
luego respondían a sus instrucciones con obediencia, hasta que las
circunstancias mejoraban. Entonces, repetidamente, volvían a ser rebeldes e infieles.
El mismo ciclo se repite
hoy en día y registra muchas veces en el Antiguo Testamento que resulta casi increíble.
Sin embargo, nosotros no andamos sabiamente muchas veces, desperdiciamos
nuestras vidas haciendo las mismas cosas. Cuando leemos sobre los Israelitas y
su época del desierto, podemos aprender de sus errores y no repetirlos en
nuestras propias vidas. Pero todo depende de dejar atrás nuestra voluntad.
Por naturaleza muchas
personas más que otras son tercas, por supuesto, debemos considerar nuestras raíces
y cómo comenzamos a andar en la vida, porque eso también nos afecta.
Yo nací con una
personalidad súper fuerte, los años que pasé siendo abusado y controlado, más
mi fuerte personalidad, se combinaron para desarrollar en mí el modo de pensar
de que nadie iba a decirme qué hacer. Claro, Dios tuvo que tratar con esta mala
actitud antes de poder usarme.
Dios exige que aprendamos a
renunciar a nuestros propios caminos y ser moldeables y flexibles en sus
preciosas manos. Mientras sigamos siendo tercos y rebeldes, Él no puede
usarnos.
Yo describo “Terco” como
obstinado, difícil de manejar o de trabajar, y “Rebelde” como el que resiste el
control, resiste la corrección, es indisciplinado, o rehúsa a seguir
directrices comunes. ¡Ambas definiciones me describen tal como era! El abuso
que yo había sufrido en mi temprana vida, causó en mí un montón de actitudes no
equilibradas hacia la autoridad. Pero si quiero crecer como persona y ser
exitoso en la vida, no puedo permitirme que mi pasado se convierta en una
excusa para quedar atrapado en la terquedad, la rebelión o cualquier otra cosa
que no sea de Dios.
Vivir una vida victoriosa
exige una obediencia a Dios rápida y precisa. Crecemos en nuestra capacidad y
buena disposición para dejar de lado nuestra voluntad y hacer la de Dios. Es vital
que continuemos haciendo progresos en esta área.
No es suficiente alcanzar
un cierto nivel y pensar: “Esto es todo lo lejos que voy a ir. Debemos ser
obedientes en todas las cosas: no retener nada ni conservar algunas puertas de
nuestras vidas cerradas para el Señor”.
Permite hacer un trabajo
concienzudo en ti, para que puedas dejar atrás tú Desierto” y entrar en La
tierra Prometida.
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