Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a
la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi
maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi
pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he
hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu
palabra, Y tenido por puro en tu juicio. (Salmo 51:1-4)
El
arrepentimiento de nuestros corazones, debe ser delante de Dios y sólo delante
Dios. Nuestra comunión en lo personal con Dios, se mostrará en lo público. Lo
que hablamos con Dios en lo secreto, mostramos a Dios en lo público.
Nuestra
comunión con Dios debe de ser constante. Este día quiero referirme,
especialmente, a que nuestra oración debe de ser sinónimo de arrepentimiento
delante de Dios.
“Por tanto,
arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que
tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor” (Hechos 3:19)
Nuestro
arrepentimiento debe de ser fruto de cambio. Si seguimos actuando exactamente
como antes, no nos hemos arrepentido de nuestros pecados. Nuestro
comportamiento debe de dar frutos dignos de arrepentimiento.
Si
nosotros queremos cambiar nuestro comportamiento, debemos cambiar lo que
creemos. Mientras no cambiemos lo que creemos, seguiremos actuando de la misma
manera de siempre. El arrepentimiento delante de Dios crea un amor hacía Él por
el perdón de tus pecados. Pero, si no te arrepientes, sinceramente, delante de
Dios tus actos y pensamientos siguen igual.
Es
momento de dejar el activismo religioso de lado y tener una comunión honesta
con Dios. El ir a la iglesia a sentarnos todos los días de la semana, no crea
arrepentimiento. Cargar una Biblia bajo el brazo, no crea arrepentimiento. Estar
escuchando alabanzas, no crea arrepentimiento. Estar escuchando predicaciones
todo el día, no crea arrepentimiento. El arrepentimiento se presenta delante de
Dios en oración, cuando nosotros, en nuestra intimidad con Él, nos humillamos,
confesamos todos nuestros pecados, nos rendimos a Él y mantenemos la lucha
diaria de vivir en santidad.
Humillados
delante de Dios es como debemos estar, todos los días. Es verdad, la lucha es
dura, la lucha es ardua. Pero si luchamos en las fuerzas de Dios, Él nos
ayudará a triunfar. Jesús es el vencedor, Jesús es Dios. Dios se deleita en su
hijo; si Dios se deleita es Su hijo, nosotros debemos de ir de la mano de
Jesús.
Si no
oramos, no leemos la Biblia, nuestra comunión con Dios es nula, lo cierto de
todo es que podemos se cualquier cosa menos cristianos. Sé que mis palabras se
leen duras pero la Biblia dice en Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos” Todos, son todos.
“Cuando clamo,
respóndeme, oh Dios de mi justicia. En la angustia me has aliviado; ten piedad
de mí, escucha mi oración.” (Salmos 4:1)
“¿Quién puede discernir sus
propios errores?
Absuélveme de los que me son ocultos.” (Salmos
19:12)
“Pero yo elevo a ti mi oración, oh SEÑOR, en tiempo
propicio; oh Dios, en la grandeza de tu misericordia, respóndeme con tu verdad
salvadora.” (Salmos 69:13)
Nuestra oración debe ir acorde a la palabra
de Dios. Nuestra oración debe ir acorde a la voluntad de Dios, ¿Cómo sé si es
la voluntad de Dios lo que oro? Lee la Biblia y lo sabrás. “Haz
con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.”
(Salmos 119:124)
Siempre recuerda que la Biblia se estudia, se cree y se
vive. Dios te bendiga.
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