“Pues
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias,
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria
del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la
inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron
entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual
es bendito por los siglos. Amén”. (Romanos
1:21-25)
Leer
un buen libro es muy lindo, te transporta a lugares imaginarios. Al leer un
buen libro, creas tu propia película de lo escrito en esas páginas, pero jamás
te edificará el alma.
Hace
ya muchos años que hemos hecho a Jesús nuestro Señor, pero pareciera como que
apenas empezáramos a nacer. Nuestras decisiones y actitudes, muchas veces, no
reflejan el amor de Dios. Al contrario, demuestran dolor, resentimiento,
amargura y hasta odio. Pero, porque no le hemos querido entregar el control de
nuestra vida a Dios.
Decimos
ser hijos del Rey pero no vivimos como príncipes. Al vivir como príncipes no me
refiero a opulencia, Jesús no vino a predicar riquezas, Jesús vino a predicar
la promesa del Padre: La salvación.
En
nuestros días han nacido muchas corrientes que han movido a iglesias a
separarse, todo por hacer lo que las personas sienten que está bien. Una vez
más quiero recalcar que, nosotros, los hijos de Dios no debemos decidir con
respecto a lo que sentimos que está bien o mal. Debemos decidir con respecto a
lo que la Biblia enseña.
Si
Dios tomará en cuenta lo que nosotros sentimos que está bien o está mal, al
momento de hacer Su voluntad en nuestras vidas, todos estaríamos perdidos y sin
esperanza. Pero, por eso Dios es soberano y Su voluntad es buena, perfecta y
agradable. Dios es Santo y Justo.
El
problema es que solo nos hemos quedado a lo que nuestros pastores predican en
un pulpito, no estudiamos la Biblia, no investigamos y esa es la razón por la
cual nos mueven muy fácil de nuestra fe. Nuestra fe no está basada en lo que un
hombre a estipulado o algún libro aparte, nuestra fe está basada en la Biblia,
en Jesús, en el Dios Triuno.
Si
quieres identificar alguna secta, es muy fácil: Mira quién es la cabeza de esa
“iglesia” y mira en que libro basan sus doctrinas. Nosotros como hijos de Dios,
nuestra cabeza es Dios y nuestro libro la Palabra de Dios. La soberanía de Dios
y el Señorío de Jesucristo es nuestro estilo de vida.
Pero,
para conocer la soberanía y el Señorío de Jesucristo hay que estudiar la
Biblia. Ella es muy clara en lo que enseña y habla:
“Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia
la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas y de la fe hacia Dios.” (Hebreos 6:1)
“Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más
bien disciplínate a ti mismo para la piedad.” (1 Timoteo 4:7)
“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero
una sabiduría no de este siglo, ni de los gobernantes de este siglo, que van
desapareciendo.” (1 Corintios
2:6)
Ya
debemos dejar solo estar diciendo amén y sentados en la silla de una iglesia,
debemos abrir nuestra Biblia, conocer al Dios vivo, conocer quién y cómo es
Dios. Debemos conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas, debemos conocer
el camino a la verdadera adoración.
Vivimos
tanto preguntándole a Dios qué es lo que quiere para nuestras vidas, cuando
Jesús ya lo dejo muy claro: “Vayan, pues, y
hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19) ¿Hacer discípulos, cómo? O sea,
enseñarles sobre la salvación, qué es la salvación, por qué somos salvos, por
quién somos salvos, de qué somos salvos, hacia donde vamos si somos salvos, por
medio de qué somos salvos, qué pasa cuando somos salvos, qué debemos hacer
cuando somos salvos, cómo debemos vivir cuando somos salvos.
A eso es lo que debemos apuntar, a eso es lo que debemos
crecer como hijos de Dios. Por eso dice el texto que leímos que ya deberíamos
estar enseñando. Pero no salimos de lo mismo, de ser cristianos de silla.
Ya es momento de decidirnos y seguir a Dios con toda
nuestra vida. No olvides que la Biblia hay que leerla, creerla y vivirla.
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