Jesús les dijo: - Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo. Lucas 10:18-19
Sabemos que cuando mejor estamos en nuestra relación con Dios y cuanto más disfrutamos de Su paz, es cuando el enemigo más nos quiere atacar.
Imagino a veces que el diablo tiene algo así como la “baticueva” de Batman. Imagino que en su diablicueva tiene una pantalla gigante y que cuando alguno de los hijos de Dios está feliz le aparece una alerta roja diciendo “¡Alerta, Alerta! ¡Juan está feliz, hay que quitarle el gozo!”, “¡Alerta, Alerta! ¡Laura consiguió un mejor empleo, hay que hacer que su jefe la despida!” y así cada vez que Dios nos envíe bendiciones, el diablo intentará meterse.
Pero déjame decirte algo, el enemigo hay algo que aún no sabe: Dios y sus hijos, somos más poderosos que él. Me provoca una sonrisa inmensa decirlo, ¡Sí! ¡Soy más poderosa que Satanás! ¿Por qué? Porque soy una hija de Dios.
Cierta vez Jesús nos quiso enseñar eso, pero parece que nosotros en vez de luchar preferimos rendirnos. Dice la Biblia que Jesús un día envió a setenta y dos discípulos a distintos pueblos y ciudades a anunciar la buena noticia. Les dijo que coman, anuncien el mensaje de que el reino de Dios estaba por venir, les dejó que sanaran a los enfermos y que se quedaran en casas de familia. Los discípulos fueron.
Cuando volvieron, lo PRIMERO que dice la Biblia es que estaban CONTENTOS, ¿Por qué? Porque dicen que hasta los demonios obedecían cuando los reprendían en Su nombre. Entonces Jesús les dijo: “Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo.” Lucas 10:18-19
“Cuenta una historia que una señora muy pobre telefoneó a un programa cristiano de radio pidiendo ayuda. Un hombre incrédulo que oía el programa consiguió su dirección, llamó a sus secretarios y ordenó que compraran alimentos y los llevaran hacia la mujer, con la siguiente instrucción: “Cuando ella pregunte quien mandó estos alimentos, respondan que fue el DIABLO”. Cuando llegaron a la casa, la mujer los recibió con alegría y fue inmediatamente guardando los alimentos que le llevaron los secretarios del hombre. Al ver que ella no preguntaba nada, ellos le preguntaron: Señora ¿No quiere saber quién le envió estas cosas?. La mujer, en la simplicidad de la fe, respondió:- No, mi hijo. No es preciso. ¡Cuando Dios manda, hasta el diablo obedece!”
Aprende esto: Cuando Dios manda bendiciones a tu vida, no dejes que NADA se interponga. Es tiempo que TÚ le digas a esa enfermedad con la que estás luchando: ¡obedece a mi Dios!; a tu problema económico: ¡obedece a mi Dios!; a aquellas traiciones, engaños, y circunstancias que aún no se han ido de tu vida: ¡obedece a mi Dios!. Tú tienes el poder de hacerlo, es hora de que QUIERAS hacerlo. Se te ha dado un espíritu de valentía, no de cobardía. Enfrenta tus problemas, pídele ayuda a Dios, Él siempre está dispuesto a luchar por nosotros. Ya no elijas rendirte, elige luchar por aquellas bendiciones que Dios te está enviando. El enemigo siempre se interpondrá, pero aunque no lo sepa, siempre que Dios manda, hasta él mismo obedece.
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