He aquí, heredad de Jehová son los hijos: Cosa de estima el fruto del vientre. Salmos 127:3
¡No se lo merece! ¡Me abandonó! ¡Es un borracho! Excusas baratas. Pregúntale a los que su papá ya falleció, ellos anhelan poder abrazarlo. ¡Tú lo tienes, reacciona!
Cada día por vivir es un reto tremendo. Somos un tesoro para nuestros papás de incalculable valor. Pero, no es porque seamos de plata, bronce u oro; es por lo que les hemos costado a cada uno de ellos. Es verdad, me puedes decir en este momento que tu papá fue un irresponsable, que te abandonó, que es un borracho. Te cuento algo, mi papá fue un alcohólico durante mucho tiempo, ahora gracias a Dios es un hijo de Él. Nuestro padre es el cuidador de nosotros. Claro, te repito, me puedes decir que tu papá te abandonó, pero te dio la vida.
Desde antes que naciéramos, dice la Biblia, Dios ya sabía que íbamos a nacer. Ahora yo quiero que hagamos conciencia, que amemos a nuestros padres, que los honremos, porque es el primer mandamiento con promesa.
Quiero esta tarde que Dios toque tu corazón para que vayas, agarres el celular y le llames a tu papá o que le des un abrazo como nunca se lo has dado antes. No desperdicies más el tiempo, no permitas que pase un segundo más sin que le digas te amo a tu papá. La razón por la que escribo esto, es porque en El Salvador, de donde soy, ahora se festeja el día del padre. Ante este día he escuchado expresiones como estas: “Yo lo hago porque me toca hacerlo. Le digo felicidades porque tengo que hacerlo. Lo abrazo porque está en mi casa”.
Quiero en este momento te pongas a pensar en esa hermosa barriga que tu papá tiene, que vayas y le des una palmadita. Que te pongas a pensar en esa cabecita calva, ve y acaríciala. Ponte a pensar en todas esas regañadas que te dio, ponte a pensar en todas esas frases célebres: “Yo a tu edad. Los tiempos ya no son como antes. Tu única obligación es estudiar. Compórtate, quédate quieto por un momento, y la que más tenemos grabada, yo te lo dije”. Todas y cada una de esas frases son un tesoro invaluable. Dios todos los días nos ha dado la oportunidad de compartir con ellos.
Es probable, que tú que lees ya no tengas a tu papá en vida. Hagamos algo, en lugar de llorar, dale gracias a Dios porque Él ha llenado el vacío en tu corazón. También, ve y aconseja a las personas que están desperdiciando el tiempo con sus papás, que no importa como sean ellos, que los amen. Nuestros padres algún día ya no estarán. ¿Vas a llorar sobre su ataúd arrepentido porque no lo disfrutaste? O vas a llorar porque sabes que ya no lo tendrás, pero estas feliz porque lo gozaste. ¡Tú decides!
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