Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras. Salmos 73:28
Manuel, un adolescente que no conocía a Dios, se sentía abatido por los problemas en su casa, tenía una novia que no lo respetaba, sacaba malas notas en la universidad, no sabía más que hacer para entender a sus padres. Un día Manuel cansado de todo, llegó a su casa, se encerró en su recamara o su habitación, ese era su “refugio”, pero en vez de aliviarse se ponía más triste. En su soledad pensaba en todo lo que le iba mal, en su mente sólo reinaba la frase “Nunca tu vida va a ser diferente”.
Al día siguiente, Manuel estaba esperando al bus para ir a su universidad nuevamente. Todo era una rutina, ya no tenía esperanzas, y de repente pensando en su vida, pasó el bus que debía tomar y antes de echar un insulto al aire como solía hacer, leyó una frase que había en un cartel pegado en el bus que acababa de perder: “Deja que Dios sea tu refugio”. Manuel no sabía ni cómo, ni por qué, ni para qué había leído esa frase, pero ciertamente atrajo su atención. Tanto fue, que leyó la dirección de la iglesia que había debajo de aquella frase y en vez de ir a su universidad, se fue directamente a ese lugar.
Conoció a Dios y su vida cambió totalmente. Hizo de Dios su REFUGIO. Encontró la fortaleza que necesitaba, las esperanzas de que su vida sí podía cambiar, de que había alguien que lo miraba llorar en su habitación. Empezó a hablar de Dios por todo lugar al que iba. ¿Pero cómo es que Manuel antes no había notado ese cartel?. La respuesta es muy simple: a veces estamos TAN ocupados pensando en los problemas que nos rodean, que no vemos el mensaje de Dios frente a nuestros ojos.
Dios constantemente nos está hablando, Él siempre quiere alimentar esa relación que tiene con nosotros, pero muchas veces pensamos que el mensaje está lejos de nosotros, que debemos hacer hasta lo imposible para descubrirlo cuando en realidad mismo en la Biblia nos dice << El mensaje de Dios está cerca de ti; está en tu boca y en tu corazón>> Romanos 10:8. No debes de buscar y buscar lo que Dios quiere decirte hasta cansarte, debes aprender a abrir los ojos.
Y tú me dirás, ¿Y cómo hago? Para que Manuel leyera ese cartel que marcó su vida, tuvo que haber PERDIDO el bus. Para que nosotros aprendamos a escuchar lo que Dios quiere decirnos, tenemos que saber que hay cosas que debemos PERDER. ¿Qué cosas? El orgullo, el egoísmo, el pensar que podrás hacer todo sólo, el creer que llegarás a tener mucho éxito por tu propio esfuerzo. Solamente si hacemos de Dios nuestro refugio prosperaremos.
En Job 22:21-23 dice << Sométete a Dios; ponte en paz con él, y volverá a ti la prosperidad. Acepta la enseñanza que mana de su boca; ¡grábate sus palabras en el corazón! Si te vuelves al Todopoderoso y alejas de tu casa la maldad, serás del todo restaurado>>
Cuando aquellas trabas desaparezcan, te darás cuenta de que lo que Dios quiere decirte está más cerca de lo que tú crees. ¡Es hora de que escuches, que prestes atención! Dios te está hablando. Manuel lo escuchó y empezó a dar testimonio con su propia vida. ¿Has sido tu un “Manuel” alguna vez? ¿Qué haces que no estás dando testimonio con tu vida?
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