Alguna vez escuchamos que Jesucristo
murió por nuestras enfermedades, claro que sí, pero no muchos creen en ello; es
decir, saben que así fue, pero la realidad es que dentro de las congregaciones
pareciera que aumenta el número de enfermos cada vez más y eso hablando del
aspecto físico.
Jesucristo vino a predicar un
Evangelio del Reino, el cual nos devolvería todo lo que el hombre había perdido
incluyendo la salud, el hacía prodigios, milagros, liberaciones y sanidades “Y trajeron a él todos los enfermos” (Mateo
14:35) y muchos fueron sanados por Jesús.
Pero ¿cuáles son los requisitos para
obtener la sanidad?, ¿se necesitan realmente requisitos para ser sano? y ¿por
qué muchas veces pareciera que no recibimos completamente nuestra sanidad? Tal
vez en algún momento te hayas hecho estas preguntas, porque quizá como a mí te
pasó por la mente al leer la Palabra de Dios que viste que en la Biblia todos
sanaban cuando Jesús o los profetas intervenían pero que en estos tiempos
pareciera que eso no sucede como en aquella época. Y es cierto, yo lo decía
porque no veía mi sanidad completa, pero era porque no entendía que había algo
mucho más profundo que simplemente repetir un par de versículos y decir que
“estaba sana”.
Y aquí viene el requisito más
importante para recibir nuestra sanidad y es la FE!!! Recordemos la historia de
la mujer con flujo de sangre en Lucas 5:21, aquella mujer había estado 12 años
enferma, lo había gastado todo, imagino que habría visto a cada médico de
aquella ciudad y ninguno le daba esperanzas, en otras palabras era un mal que
tendría de por vida, imaginen la aflicción y frustración que sentiría esta
mujer, hasta que oyó que Jesús pasaba por su ciudad y se dijo a sí misma “Si toco tan solo su manto seré salva” (Lucas
5:28) ella tuvo una esperanza al oír sobre Jesucristo, la esperanza es lo
que nos inspira a seguir creyendo, el creer es la fe fe, y recordemos el
significado de la fe “certeza de lo que
se espera, convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1) ella aplicó ese
significado, ella no necesitó ver para creer, ella creyó y vio su sanidad.
Muchas veces nuestro gran problema es que primero queremos ver para recién
creer que en Dios somos sanos, hermanos, a Dios no se le ponen condiciones!!
Nosotros necesitamos esa convicción de saber que Él nos va a sanar y de acuerdo
a nuestra fe seremos sanos “El le dijo:
Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad” (Lucas
5:34).
Nuestro segundo requisito para que la
sanidad se produzca en nuestras vidas es ser libre de nuestras iniquidades o
pecados por medio del arrepentimiento, la iniquidad es un pecado que se
transmite hasta la tercera y cuarta generación, tal vez nuestros antepasados
cometieron pecados y esa semilla es implantada en nosotros y esas raíces de
pecados traen enfermedades, por eso se dice que su tu abuelo murió de cáncer,
el hijo también muera de cáncer y el nieto también puede tener cáncer, esas
maldiciones generacionales son un tema mucho más profundo, pero por ahora solo
nos preocuparemos por saber que es necesario ser libres de eso para obtener una
sanidad completa, porque por eso pasa que recibimos una “sanidad a medias”
porque hay barreras que impiden que nuestro ser completo sea limpiado y eso se
manifiesta en nuestra salud física. Es necesario también arrepentirnos de los
pecados que nosotros mismos alguna vez cometimos, el verdadero siervo hijo de
Dios sabe reconocer sus errores y pedir perdón ante el Padre, así como David lo
hizo “¡Lávame más y más de mi maldad y
límpiame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones” (Salmo 51:2,3)
El tercer requisito es la obediencia,
¿por qué? Porque si no eres un hijo obediente, no vas a escuchar la voz de
Dios, no tendrías ningún respeto por Él y por lo tanto no creerías en Él, eso
haría alejarse de tu vida la sanidad “Cómo
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia” (1 Pedro 1:14), porque ninguna persona desobediente
puede tener acceso a las recompensas del Reino de Dios, aquellos que fueron
sanos se arrepintieron de sus pecados por eso Jesucristo decía: “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20)
Y por último debemos ser personas
agradecidas de Dios, recuerdan a los 10 leprosos que fueron sanos, su palabra
nos dice que solo 1 volvió “ se postró en
tierra a sus pies dándole gracias” (Lucas 17:16), este pasaje nos enseña a
ser agradecidos con Dios, no solo cuando queremos algo, sino luego de tenerlo,
los 10 leprosos pedían ser limpiados, pero cuando fueron sanos se olvidaron de
que Jesús había hecho el milagro en ellos y de los 10 solo 1 regresó ¡¿qué
impresionante cifra no?! Solo uno fue agradecido con Dios después de haber
recibido el milagro y por eso fue confirmada su sanidad cuando Jesús le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”
imagino que Jesús no solo estaba sorprendido por la fe de este hombre sino
también porque fue una persona agradecida, que no le importó volver a donde
estaba Jesús para darle las gracias por lo que había hecho en su vida.
Como pueden ver, obtener la sanidad
es algo mucho más profundo que solo desearla, es una declaración de fe, una
liberación desde dentro para que se note por fuera, es ser agradecidos de Dios
aún después de obtener el milagro y ser hijos obedientes, atentos a la voz del
Padre y dispuestos a seguirlos por el gran regalo que Él nos ha dado. Si tú
quieres ser sano, deséalo, levanta una oración al Padre, despójate de todo lo
que te impide obtener tu sanidad, ten fe y no dudes que Dios lo hará y no te
olvides de agradecerle a Dios por los grandes milagros que ha hecho en tu vida.
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