¿Quieres cambiar y revolucionar tu vida? Entonces,
conviértete en una persona de oración. Quiero que entiendas que, no estoy
hablando de revolucionar “tu vida de oración” sino tu vida entera.
Como notaste en los últimos dos devocionales, hay una
oración para hacer. Son oraciones que pueden ayudarte a sellar un compromiso
con Dios que te anima a buscar a Dios. Pero sucede algo que no podemos negar:
Puedes hablarle a Dios todo lo que quieras pero al mismo tiempo sentirte
desconectado; y eso es porque en su mayoría de veces nuestra oración es solo de
“dame, dame”; “Ayúdame, ayúdame”; “quiero, quiero” y porque la verdadera conexión
es cuando tienes intimidad con Dios, cuando cierras la puerta.
Jesús enseña a los discípulos cómo orar, definitivamente
no hay espacio para que vayamos por todos los versículos de la oración del
Padrenuestro, pero te quiero aclarar algo muy importante; Antes de llegar a la sección
“famosa” de Mateo 6, leemos algo de importancia y valor. Jesús allí comienza
diciendo:
“No ores como los
hipócritas, a quienes les gusta orar en público para que la gente los vea…
ellos ya han obtenido su recompensa “(paráfrasis mía) y luego continúa:
“Cuando te pongas
a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo
secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.”
(Mateo 6.6 NVI)
A Dios le interesa más lo que eres y haces en secreto
que tu vida pública. A Dios no le sorprende las palabras sofisticadas o
rebuscadas (v 7ª) así es, a Dios no lo mueven las cantidades, calidades o
volumen de tus palabras.
Y luego sigue diciendo:
“No sean como ellos porque su Padre sabe lo que
necesitan antes de que se lo pidan” (v.7).
En este punto, estoy convencido, más de uno tiene estas
preguntas: ¿Dios está en todos lados? Claro que sí. ¿Podemos orar en cualquier
lugar? ¡Por supuesto que sí.
Entonces, “¿Por qué debo ir a mi cuarto y cerrar la
puerta? Y….Si Dios ya sabe lo que necesito desde antes que se lo pida, ¿Qué voy
a hacer cuando cierre la puerta en mi cuarto para orar?” ¡No sabes cuánto gusto
me da que hagas esas preguntas! La respuesta es sencilla, pero profunda: Dios
quiere tener intimidad y conexión contigo.
Si te tomas el tiempo y te apartas para él, reconociendo
su grandeza (“Santificado sea tu nombre”), dejándole hacer su voluntad (“Venga
tu reino, hágase tu voluntad) y practicando lo que dice Mateo 6, podrás notar
que la oración no es sólo una lista de necesidades y urgencias; Púes él las
conoce desde antes que salgan de tu boca, sino que la oración es tener esa comunión
especial y genuina con Jesucristo.
PARA QUE PRACTIQUES HOY:
Entra
a tú recamara: sí, se puede orar a Dios cuando caminas,
si vas en el auto… en cualquier lugar puedes hacerlo, pero hay algo especial e
íntimo cuando el centro de tu atención es él. Eso se alcanza entrando en tu
cuarto (si no tienes un propio, sé creativo. Por ejemplo: puedes usar el baño
de tu casa).
Cierra
la puerta: aparta un tiempo del día en donde el enfoque sea ver
su grandeza, majestad, reino, y su Gloria. De rodillas y disfruta tu relación con
el dueño de todo.
¿Cuánto
tiempo? El necesario, el tiempo de oración dependerá de tu
nivel de intimidad con Él, puede ser que un día sean 10 minutos y otro día una
hora o más, te sugiero que comiences con 5 minutos y ve aumentándolo según
vayas profundizando tu relación con Él.
Haz
a Jesús tu amigo: Jesús es el redentor, Rey, Jesús es Señor,
Salvador, pero también y sobre todo él quiere ser tu amigo íntimo, ábrele tú
corazón y lo verás trabajar en ti como nunca antes.
Has esta oración conmigo y repítela durante el día; Jesús,
que privilegio es conocerte y amarte, gracias por ser mi amigo fiel. El amigo
que nunca deja ni traiciona, a partir de hoy quiero ser una persona que tenga
intimidad contigo; ahora sé que tú conoces mis necesidades mucho antes que yo
pueda pronunciarlas, por eso quiero acercarme a ti para disfrutarte, amarte y
que me conozcas. ¡Te amo!
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