lunes, 19 de agosto de 2013

¿CÓMO ESTÁ TU CORAZÓN?









“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21)

Imagino que algunas veces hemos leído o escuchado este versículo, y es que en aquella parábola Jesús mismo nos dice que mejor es hacer tesoros en el cielo, donde nada los podrá destruir, que en la tierra, donde todo lo material al final no sirve y nada nos llevaremos el día que ya no estemos. Pero miren cómo termina esta parábola con un versículo que expresa mucho más que un simple consejo, nos revela un secreto de vida, nos da las pautas para saber encontrar el camino y tomar las decisiones correctas.

Sabemos que los tesoros más grandes que son celestiales en esta tierra no son naturales, esos tesoros van más allá de las riquezas que podamos obtener aquí en la tierra, esos tesoros abarcan mucho más que “la última tecnología en teléfonos móviles” o “las nuevas tendencias de la moda”, son tesoros que aparte  de traernos bendición en lo material, también lo hacen en lo espiritual y nuestra vida. Pero primero debemos saber ¿de qué lado estamos?, a donde está apuntando nuestro corazón, ¿estamos realmente siguiendo a Cristo y escuchando su voz? O nos dejamos impresionar por algo de dinero, por tener lo mejor en tecnología, moda, etc. Ahora no digo que el tener dinero y vivir cómodamente sea malo, por el contrario Dios quiere que seamos hijos bendecidos, nos lo hizo saber por medio del apóstol Juan “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (III Juan 1:2), pero también a través de él nos hizo saber que había una condición para esa prosperidad… nuestra Alma!

Nuestra alma aparte de estar ligada a nuestro espíritu, contiene nuestro corazón, en el corazón se encuentran nuestra mente, voluntad y emociones; estás tres básicamente son la esencia de toda nuestra humanidad, es decir lo que somos, y todo comienza en la mente, la razón, la imaginación, los pensamientos son los primeros en fluir y luego todo es una cadena; de acuerdo a lo que piensas sientes y de acuerdo a lo que sientes actúas, el problema es cuando esos pensamientos nos llevan a sentir algo incorrecto por eso dice “Engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jeremías 17:9), es que en este mundo nuestra mente está tan expuesta por todo lo que nos muestra este sistema que comenzamos a recibir señales que nos comienza a alejar de Dios y nos enfría “porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19), por eso  debemos “Guardar nuestro corazón” (Proverbios 4:23).

Todo esto lamentablemente nos lleva a encontrar un supuesto “tesoro” que está lleno de oscuridad y desgracia y al caer en la trampa hacemos que nuestro corazón comience a guardar el “tesoro” equivocado “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:35).

Entonces… ¿Cómo está tu corazón?, no es tan difícil darse cuenta cuando estamos actuando mal, lo que cuesta es aceptar que es así!! Lastimosamente el mundo nos ha vendido un sistema almático incorrecto, dando rienda suelta a nuestros impulsos sentimentales. Cuando nosotros restamos importancia a Dios, nos apartamos de Él, abrimos puerta a pecados que cada más son más grandes, nos creemos dueños de nuestra vida, actuamos rebeldemente, comenzamos a tomar decisiones que solo traen fracaso a nuestra vida aparte de una gran desilusión y tristeza. Esto nos hace darle importancia a cosas que no son buena influencia en nuestra vida.

Debemos guardar nuestra persona total, y esto se inicia en el corazón, de acuerdo a la atención puesta a nuestro corazón, se reflejará en una vida interior recta, en nuestras palabras “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45), en nuestra vestimenta “Vuestro atavío no sea el externo; sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (I Pedro 3:3,4) y nuestra aceptación delante de Dios “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Y entonces ¿Cómo puedo guardar mi corazón? Atesorando la Palabra de Dios, estudiándola, poniéndola por obra, orando, rechazando las distracciones y tentaciones, escogiendo bien mis amistades y relaciones, etc.

Dios no mira lo que somos por fuera o lo que aparentamos ser, Él puede ver más allá de toda nuestra “carcasa” por así decirlo Él mira nuestro corazón “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (I Samuel 16:7), “Dios conoce nuestros corazones” (Lucas 16:15) y “Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón” (Salmos 7:9).

Ahora sabemos que el tesoro más importante que debemos de guardar es el que trae buenos frutos y una constante comunión con Dios, pidamos a Dios cada día para que nuestro corazón esté en el lugar correcto, junto al tesoro celestial que nos llenará bendiciones y una vida íntegra y pura delante de Dios,  no solo honremos al Señor con nuestros labios sino también con nuestro corazón y eso nos llevará a honrarlo con todo nuestro ser, “no endurezcamos nuestros corazones” (Hebreos 3:8) y pongamos en práctica lo que Jesús nos mandó “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37) amarlo con todo nuestro ser para así poder “acercarnos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22)

No hay comentarios:

Publicar un comentario