“Porque donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21)
Imagino que algunas veces
hemos leído o escuchado este versículo, y es que en aquella parábola Jesús
mismo nos dice que mejor es hacer tesoros en el cielo, donde nada los podrá
destruir, que en la tierra, donde todo lo material al final no sirve y nada nos
llevaremos el día que ya no estemos. Pero miren cómo termina esta parábola con
un versículo que expresa mucho más que un simple consejo, nos revela un secreto
de vida, nos da las pautas para saber encontrar el camino y tomar las
decisiones correctas.
Sabemos
que los tesoros más grandes que son celestiales en esta tierra no son
naturales, esos tesoros van más allá de las riquezas que podamos obtener aquí
en la tierra, esos tesoros abarcan mucho más que “la última tecnología en
teléfonos móviles” o “las nuevas tendencias de la moda”, son tesoros que
aparte de traernos bendición en lo
material, también lo hacen en lo espiritual y nuestra vida. Pero primero
debemos saber ¿de qué lado estamos?, a donde está apuntando nuestro corazón,
¿estamos realmente siguiendo a Cristo y escuchando su voz? O nos dejamos
impresionar por algo de dinero, por tener lo mejor en tecnología, moda, etc.
Ahora no digo que el tener dinero y vivir cómodamente sea malo, por el
contrario Dios quiere que seamos hijos bendecidos, nos lo hizo saber por medio
del apóstol Juan “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en
todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (III Juan 1:2),
pero también a través de él nos hizo saber que había una condición para esa
prosperidad… nuestra Alma!
Nuestra
alma aparte de estar ligada a nuestro espíritu, contiene nuestro corazón, en el
corazón se encuentran nuestra mente, voluntad y emociones; estás tres
básicamente son la esencia de toda nuestra humanidad, es decir lo que somos, y
todo comienza en la mente, la razón, la imaginación, los pensamientos son los
primeros en fluir y luego todo es una cadena; de acuerdo a lo que piensas
sientes y de acuerdo a lo que sientes actúas, el problema es cuando esos
pensamientos nos llevan a sentir algo incorrecto por eso dice “Engañoso es el
corazón más que todas las cosas” (Jeremías 17:9), es que en este mundo nuestra
mente está tan expuesta por todo lo que nos muestra este sistema que comenzamos
a recibir señales que nos comienza a alejar de Dios y nos enfría “porque del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo
15:19), por eso debemos “Guardar nuestro
corazón” (Proverbios 4:23).
Todo
esto lamentablemente nos lleva a encontrar un supuesto “tesoro” que está lleno
de oscuridad y desgracia y al caer en la trampa hacemos que nuestro corazón
comience a guardar el “tesoro” equivocado “El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”
(Mateo 12:35).
Entonces…
¿Cómo está tu corazón?, no es tan difícil darse cuenta cuando estamos actuando
mal, lo que cuesta es aceptar que es así!! Lastimosamente el mundo nos ha
vendido un sistema almático incorrecto, dando rienda suelta a nuestros impulsos
sentimentales. Cuando nosotros restamos importancia a Dios, nos apartamos de
Él, abrimos puerta a pecados que cada más son más grandes, nos creemos dueños
de nuestra vida, actuamos rebeldemente, comenzamos a tomar decisiones que solo
traen fracaso a nuestra vida aparte de una gran desilusión y tristeza. Esto nos
hace darle importancia a cosas que no son buena influencia en nuestra vida.
Debemos
guardar nuestra persona total, y esto se inicia en el corazón, de acuerdo a la
atención puesta a nuestro corazón, se reflejará en una vida interior recta, en
nuestras palabras “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas
6:45), en nuestra vestimenta “Vuestro atavío no sea el externo; sino el
interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima delante de Dios” (I Pedro 3:3,4) y nuestra
aceptación delante de Dios “Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
Y
entonces ¿Cómo puedo guardar mi corazón? Atesorando la Palabra de Dios,
estudiándola, poniéndola por obra, orando, rechazando las distracciones y
tentaciones, escogiendo bien mis amistades y relaciones, etc.
Dios
no mira lo que somos por fuera o lo que aparentamos ser, Él puede ver más allá
de toda nuestra “carcasa” por así decirlo Él mira nuestro corazón “No mires a su parecer, ni a lo grande
de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el
hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira
el corazón” (I Samuel 16:7), “Dios conoce nuestros corazones” (Lucas 16:15) y “Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón” (Salmos 7:9).
Ahora
sabemos que el tesoro más importante que debemos de guardar es el que trae
buenos frutos y una constante comunión con Dios, pidamos a Dios cada día para
que nuestro corazón esté en el lugar correcto, junto al tesoro celestial que nos
llenará bendiciones y una vida íntegra y pura delante de Dios, no solo honremos al Señor con nuestros labios
sino también con nuestro corazón y eso nos llevará a honrarlo con todo nuestro
ser, “no endurezcamos nuestros corazones” (Hebreos 3:8) y pongamos en práctica
lo que Jesús nos mandó “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37) amarlo con todo nuestro ser para
así poder “acercarnos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura” (Hebreos 10:22)
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