En alguna ocasión, ¿Te has sentido mal porque regalarle
algo a un amigo te hizo una cara de “no me gustó”, o dijo: “mmm…está bonito,
pero me hubiera gustado más de otro color”? o “¿Tienes el recibo para
cambiarlo?” pueda que alguna vez te paso, y lo más probable es que ésa haya
sido la última vez que regalaste algo a esa persona, ¿Cierto? Si al contrario,
ves que la persona se llenó de alegría y se mostró agradecido, la probabilidad
de que vuelvas a regalarle algo será muy grande.
Pueda que sea verdad decirlo, y es triste pero vivimos
en un mundo en donde las personas nos volvemos cada vez más exigentes y somos
muy poco agradecidas (Por no decir “malagradecidas”)
En verdad, siendo muy sincero, se necesita de mucha
humildad de nuestra parte para reconocer realmente a diario que somos
bendecidos o “beneficiados” por Dios mismo o por alguna persona que Él usa en
nuestro camino.
Nuestra gratitud, hacía el Señor o hacia los demás habla
mucho sobre la calidad de persona que somos.
Muchos hoy en día han perdido la capacidad de
agradecimiento, y encierran puertas que
probablemente jamás se abrirán y alimentan su egoísmo, al pensar que “todo lo
que hacemos es porque lo merecen”. La palabra de Dios nos enseña que nuestro
diario caminar debe ser en actitud de agradecimiento (que todo lo que hagamos,
lo hagamos dando gracias).
Si sabemos ser agradecidos con nuestro Dios, lo seremos también
con los demás.
La Biblia nos dice:
“Alaben a Dios el Padre de todo corazón, y denle siempre
gracias por todo” (Efesios 5.20 TLA)
Pero tal vez alguien preguntaría “¿Cómo agradecer a Dios
si tengo situaciones difíciles?” no quiero sonar simplista, te explico: El ser
agradecido con Dios es la clave y vital, pues es el espíritu de agradecimiento
(es decir, el deseo, las ganas, la confianza en Dios) lo que hace la
diferencia.
Son nuestras palabras de nuestro corazón, y no tanto las
palabras que salen de nuestra boca, lo que realmente importa.
“Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es
lo que Dios espera como cristianos que son. “(1 Tesalonicenses 5.18 TLA)
El apóstol Pablo no está diciendo que demos gracias a
Dios por todo, sino que nos invita a que
demos gracias a pesar de todo. ¿Por qué? ¡Porque podemos descansar totalmente
en nuestro papá perfecto, el Dios del universo, nunca nos dejará ni nos
soltará!
Debemos ser agradecidos por todo lo que recibimos de su
mano, la vida que tenemos, las fuerzas, la oportunidad maravillosa de vivir en
donde vivimos, el sustento que no falta, son todos milagros por los cuales
debemos ser abiertamente agradecidos.
Es tiempo de dejar de actuar como si todo lo que somos o
tenemos fuera consecuencia de nuestro propio esfuerzo, pues todo lo debemos a
Dios que es amor y que nos busca y nos enamora cada día.
El Salmista David asoció el ser agradecido con Dios,
como una forma de darle alabanza solo a Él. Debemos el mérito completo al
Señor, vivamos agradecidos y veremos aún cosas más poderosas en nuestro diario
vivir.
“Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh
Altísimo, salmos a tu nombre” (Salmos 92.1 NVI)
PARA QUE PRACTIQUES HOY:
Comienza agradecer ahora mismo por las oportunidades de
estar con vida este día, hazlo todas las veces que puedas y en donde quiera que
estés.
Empieza a hacer una lista de agradecimiento y escribe
todo lo que quieras agradecer a diario. Esto te ayudará a recordarte todo lo
que eres y lo que Dios te ha dado, aquí te doy un ejemplo (pero escribe tu
propia lista):
- Gracias
por cada día en que me despierto y veo el sol brillar.
- Gracias
por mi familia, mis amigos, por su bienestar, su salud y sus progresos.
- Gracias
porque puedo respirar, caminar, sentir, ver y disfrutar todo a mi alrededor.
- Gracias
por mi salud.
- Gracias
por que me permites disfrutar lo que hago.
- Gracias
por lo que tengo y por lo que aún no tengo.
- Gracias
por el país en que vivo.
- Gracias
por mis líderes y pastor.
Has esta oración conmigo y repítela durante el día;
Jesús, te agradezco tanto por la vida que me has dado, muchas gracias por darme
el privilegio de vivir en estos tiempos. También te agradezco por mi familia,
por mis hermanos, por mi escuela, simplemente por ser UN DIOS TAN BUENO, nunca
me cansaré de agradecer tu amor y fidelidad. En tu nombre, Amén.
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