Mi amor es todo lo que
necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad. 2 Corintios 12.9 (BLA)
La palabra de Dios dice que no
hay condenación para el que está en Jesús. Pero hay algo que todavía
enfrentamos todos los días: la tentación.
Aunque, por lo general, las
tentaciones sexuales son las más escandalosas, las hay de todo tipo. Las
tentaciones pueden ser respecto del dinero, la fama, el ego, o romper reglas,
ignorar limites, estar extremadamente enojados, etc, etc., y etc. No hay nadie
que no sea tentado.
El problema no es la tentación
en sí (hasta Jesús fue tentado) sino cómo reaccionas a la tentación. ¿Obedeces
a la tentación en el momento en que viene a tu mente o se te presenta? ¿Estás
consciente de la batalla por tu vida que se está librando cada día?
Debes saber que, al momento de
estar en medio de la tentación, no se puede ver el costo (el cual es mucho más
que lo que ves en el momento), por eso debes aprender a vencer la tentación antes
de que llegue. El costo de caer en tentación afectará:
-
Tu futuro (esa decisión tendrá resultados de manera inmediata o futura, pero lo
tendrá)
-
El futuro de alguien cercano a ti (otros serán impactados por tus decisiones y
acciones)
-
Tu fe (cada vez que cedas a la tentación rompes una pequeña parte de la
relación con Dios al punto, como en muchos casos, de alejarte por completo de
Dios)
Mateo 4:1-10 (cuando Jesús fue
tentado), allí podemos aprender (entre otras cosas) que tu habilidad de
responder a la tentación será directamente proporcional a tu confianza en Dios.
¿Qué significa esto? Que si sabes que Dios está trabajando en ti y estás
formando los hábitos de un hijo suyo, entonces puedes confiar tu vida en Sus
manos, y así ver las tentaciones desde otra perspectiva y no como “esa gran
piedra que me hace caer”.
Si alguna vez has visto una
película más de una vez, de seguro sabes que la segunda vez que la veas el
final será el mismo. Y, aunque estés con amigos que nunca la han visto, tú no
estás tan nervioso o preocupado por los actores, pues ya sabes el final de la
historia. Ya sabes que aunque el actor esté en un problema en el principio, al
final, la solución no es tan complicada y seguirá adelante.
Te tengo una noticia. Hay
alguien que sabe el final de la historia y no se asusta por las circunstancias
que vivas. Es Jesús. Al morir en la cruz, Jesús no sólo pagó el precio del
pecado que nos alejaba de él, sino que vino a LIBERTARNOS del pecado. Únete a
él y verás que estando con él, las tentaciones no son tan grandes como parecen
(es más, a veces suenan ridículas). Verás la diferencia y podrás decir. “¿Eso
me hacía caer?” ¡Estar con Jesús marca la diferencia!
Vence la tentación antes de
que llegue. Eso significa que evites estar cerca de las cosas que te hacen caer. Por
ejemplo, si has luchado con el alcohol, deja de ir a lugares en donde sabrás
que van a servirlo. Lo mismo con la pornografía, la pereza, etc.
Sé sincero. No trates de engañarte a ti mismo diciendo “cuando esté mejor buscaré a
Dios” o “esta tentación no es gran cosa, yo puedo manejarlo solo”. ¡NO! No
pierdas tu tiempo y toma pasos para vivir en la libertad que Cristo ya te ha
dado. Eso se hace rindiendo todo (incluyendo las tentaciones) a Él.
Recuerda que el costo de la
tentación es mucho más que lo que se ve por encima. No creas
las mentiras del enemigo que te hace pensar que “una pequeña cosa que hagas no
le hará daño a nadie”.
Rinde cuentas a uno o dos
amigos. Habla lo que te pasa durante la semana (victorias, derrotas, luchas, avances)
con dos personas que han tenido una relación con Dios más cercana y genuina de
lo que tú has tenido. Pueden orar juntos, hablar de cómo han salido delante de
las mismas situaciones y recomendarse libros.
Memoriza la Escritura. Forma el hábito de aprender partes de la Escritura, para que llenes tu
mente de palabras de Dios.
Piensa en el futuro que estás
creando y acciona hoy. Te recuerdo que la persona
que serás mañana la estás formando hoy. Toma decisiones drásticas y radicales
en tu manera de manejar tus tentaciones.
Repite esta oración conmigo:
Jesús, gracias porque me
liberaste al morir en la cruz. No quiero vivir enfocándome en lo que me tienta,
sino en la libertad que tengo en ti. Seguiré tus pasos y me enfocaré en ser
transparente ante ti y ante las personas que tengo cerca. Confío tanto en ti
que no quiero poner mis luchas como prioridad, más bien te pondré a ti en
primer lugar. Gracias por tu libertad. En el nombre de Jesús. Amén.
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