“¡Oh almas adulteras! ¿No sabéis que
la amistad del mundo es enemistad contra Dios? cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4)
Hoy en día muchas iglesias e hijos de
Dios han perdido lo que es ser un verdadero cristiano.
Las iglesias de estos tiempos hacen
cualquier cosa para tener más miembros congregados dentro de sus iglesias.
Realizan eventos para llamar la atención de las personas que viven sin Cristo y
de esta manera logren llegar a las iglesias para conocer de Dios.
No es malo que toda iglesia realice
eventos para que las personas tengan la oportunidad de conocer a Cristo. Pero
el problema de ahora es que en esos “eventos” que muchos realizan se pierde la
visión de lo que una iglesia que predica a Dios debería hacer.
Las iglesia empiezan a ser más
permisivas en cuanto a la doctrina, adoptándola más al mundo y todo esto con la
intensión que las personas que ya están congregadas no se vayan y para que
otras personas también empiecen a llegar a sus iglesias.
Estas pequeñas cosas que se van
permitiendo dentro de las iglesias van haciendo que estas pierdan su verdadero
sentido. El de un lugar donde adorar a Dios y poder estar en comunión con él y
conocer más de él.
Muchos ministros ya no les gustan
hablar del pecado y de las consecuencias
que este trae, ya casi no hablan del infierno y que cosas son las que nos hace
llegar hasta ese lugar.
Ahora importa más hablar de un Dios
que nos puede dar todo, un Dios que si nosotros ofrendamos y diezmamos nos dará
todos los lujos que nosotros queremos.
Es verdad que Dios nos puede dar todo
lo que nosotros soñamos o anhelamos pero es importante que no olvidemos que
Dios no es solo para suplir nuestras necesidades. Dios es nuestro Señor, es
nuestro amo y nuestra vida es de él.
También hay cosas que nosotros como
hijos de Dios debemos entregarle a él, no es solo que Él nos va a dar lo que
nosotros pidamos y ahí está.
Solamente se habla de prosperidad en las
iglesias para no “asustar” a las personas mostrándole a un Dios que también
demanda de nosotros esfuerzo por ser mejores para él.
Si las iglesias muestran a un Dios
“suplidor de necesidades” entonces las iglesias estarán llenas de persona
buscando a ese Dios que les dará cada cosa que necesitan.
Al seguir esta línea lo único que
estamos haciendo es que La Casa de Dios se convierta en amiga del mundo. Ya que
queremos adaptar lo espiritual a lo mundano solo para tener llenas las sillas
de las iglesias.
Pero esta enemistad con Dios, no
solamente se da en las iglesias sino que también en nuestra vida y muchas veces
no nos damos cuenta de lo que estamos cometiendo.
Comenzamos a vivir nuestra vida a
nuestro parecer, cuando sabemos que estamos haciendo algo que no es correcto
para Dios, preferimos ignorarlo y hacer como que somos “ignorantes” ante la
falta que estamos cometiendo.
Siempre andamos buscando una excusa
para seguir cometiendo nuestros pecados, tantas son las excusas que nos
inventamos que las llegamos a creer y llega un punto en nuestra vida que ya no
vemos que en realidad le estamos fallando a Dios.
Al tomar esta actitud también estamos
siendo enemigos de Dios, aun cuando decimos que somos sus hijos y nos
congregamos.
Los afanes, las modas, los amigos
hacen que comencemos una enemistad con Dios y no logramos visualizar que todas
estas cosas están arruinando nuestra comunión con Dios.
No es malo hablarles a las personas
que no son conversas, ya que Dios nos manda a predicar su palabra a todo aquel
que no le conoce. Pero el problema comienza cuando estas personas; no
conocedoras de Dios forman parte de nuestro círculo de amigos íntimos.
Nos hacemos sus amigos para que no
nos molestesn y nos digan que por ser cristianos somos aburridos, para evitar
todas estas burlas convivimos con ellos y participamos de todas las actividades
que estos realizan.
No nos percatamos que al hacer esto
nos estamos perjudicando a nosotros mismos, sabemos que participar de estas
cosas no es correcto pero no hacemos caso y seguimos cometiendo el mismo error.
Preferimos adaptarnos al mundo que
adaptarnos a lo que Dios quiere. Sin darnos cuenta estamos queriendo ser amigos
del mundo cuando Dios ya nos ha dicho que no pertenecemos a él.
No queramos incluir el mundo en
nuestra vida junto con Dios, si nos hacemos amigos del mundo nos hacemos
enemigos de Dios.
¿Tú qué prefieres amigo o enemigo de
Dios? tú decides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario