La
mayoría de las veces no prestamos atención a lo que decimos, hablamos a la
ligera, olvidamos que las palabras que soltamos tendrán consecuencias ya sean
positivas o negativas, de bendición o maldición. Debemos cuidar nuestras
palabras, hay un dicho muy común “las palabras se las lleva el viento” pero lo
cierto es que las palabras dejan huella. No tomes a la ligera tus palabras,
puedes hacer grandes cambios si aprendes a cuidar lo que hablas.
Lo
primero que tenemos que hacer para cuidar lo que hablamos es aprender a pensar
antes de hablar, somos muy dados a sólo reaccionar, a hablar en automático sin
pasar nuestras palabras por nuestros pensamientos, Proverbios 17:27 dice “El
que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus
impulsos”. Al hablar de más podemos cometer muchísimos errores de los cuales
nos podríamos arrepentir y éstos podrían ser muy difíciles de enmendar. Antes
de expresar cualquier idea, pensamiento, sentimiento medita en las consecuencias
que puede tener lo que vas a decir. A veces somos muy dados a atarnos con
nuestras propias palabras, cuida lo que hablas, no hables a la ligera, no
hables en automático porque esto puede traerte muchos problemas, se sabio y
aprende a pasar tus pensamientos por filtros para que todo lo que salga de tu
boca sea de edificación para tu vida y de los que te oyen.
La
segunda cosa que tenemos que saber es que somos lo que hablamos, todo lo que
sale de tu boca proviene de tu corazón pues de la abundancia del corazón habla
la boca Lucas 6:45 todo lo que quieres o lo que eres es lo que hablas, tus
conversaciones son un buen indicador de lo que tu corazón está guardando y
obviamente es lo que muestras a los demás, es fácil darte cuenta cuando un
corazón está lleno de rencor, cuando un corazón está lleno de dudas, cuando un
corazón está lastimado o está lleno de pensamientos desagradables pues sus
labios sacan a relucir lo que hay en el. Para poder sacar cosas dignas, puras,
agradables, palabras de bendición es necesario que el corazón sea puro y
limpio, cuida tu corazón, saca lo que no es digno de el y entonces tus palabras
serán edificantes para ti y para los que te rodean.
Recuerda
que lo que confieses con tus palabras ocurrirá pues si tú hablas cosas buenas y
positivas, las cosas que empezarán a ocurrir en tu vida también lo serán pero
si hablas sólo de fatalidades y de negativismo eso será el resultado. Es como
la fe, por la fe confesamos las cosas que no son como si fueran, este principio
debes aplicarlo siempre al hablar.
No
dejes que tus palabras sean destrucción, tú fuiste llamado para bendecir, las
palabras dichas con maldad o falsedad sobre una persona, tienen el poder de
destruir su reputación y su vida. No levantes bolas o bases tus juicios en mentiras
porque podrías ser partícipe de la destrucción de alguien. Si no tienes nada
bueno que decir sobre alguna persona, mejor no digas nada, es más sabio callar.
Por
ultimo toma en cuenta que tus palabras deben estar alineadas a tus acciones,
quizás estás hablando lo correcto pero tus actos no son congruentes con lo que
estás diciendo, una vez escuché esto “que tus acciones hablen más alto que tus
palabras”. No apagues el sonido de tus palabras con tus acciones. Haz que tus
acciones le den más volumen a tus palabras, que tus actos sean un respaldo de
lo que hablas.
Las
palabras debes usarlas para bendecir a los demás así como bendices a Dios. A
través de las palabras podemos construir o destruir, nuestras palabras tienen
el poder de bendecir o maldecir, ¡Tú decides!
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