En la vida escucharemos dos mensajes respecto a Dios; Uno:
aquel que nos recuerda que Dios es amor, que nos perdona y que está ahí con los
brazos abiertos para que lleguemos a él. Un Dios al que podemos desobedecer y
al fin y al cabo sigue ahí, aquel que puede cumplir nuestros sueños y que
entiende que a veces estamos demasiado ocupados y espera pacientemente por un
poco de nosotros.
Definitivamente el mensaje es certero, pero no el único.
Existe otro que, aunado al anterior, te lleva a un nuevo entendimiento de Dios.
El
mensaje perdido: Dios también pide que purifiquemos nuestro
corazones, que nos arrepintamos y cambiemos, que seamos luz y no tinieblas;
dice que somos la sal de la tierra “...Pero
si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada
sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.” (Mateo 5:13)
Existe el mensaje que nos recuerda que Dios es amor,
perdonador y misericordioso. Pero es urgente recordar que también en la biblia se
expone lo hastiado que está Dios de sacrificios falsos y sin sentido, cuando en
el interior no hay reflejo de cambio ni arrepentimiento. Dios dijo una vez:
“Ustedes vienen a
presentarse ante mí,
pero ¿quién les pidió que pisotearan mis atrios?
No me traigan más ofrendas sin valor;
no soporto el humo de ellas.
Ustedes llaman al pueblo
a celebrar la luna nueva y el sábado,
pero yo no soporto las fiestas de gente que practica el mal.
Aborrezco sus fiestas de luna nueva y sus reuniones;
¡se me han vuelto tan molestas que ya no las aguanto!
Cuando ustedes levantan las manos para orar,
yo aparto mis ojos de ustedes;
y aunque hacen muchas oraciones, yo no las escucho.
Tienen las manos manchadas de sangre.
¡Lávense, límpiense!
¡Aparten de mi vista sus maldades!
¡Dejen de hacer el mal!” (Isaías 1)
pero ¿quién les pidió que pisotearan mis atrios?
No me traigan más ofrendas sin valor;
no soporto el humo de ellas.
Ustedes llaman al pueblo
a celebrar la luna nueva y el sábado,
pero yo no soporto las fiestas de gente que practica el mal.
Aborrezco sus fiestas de luna nueva y sus reuniones;
¡se me han vuelto tan molestas que ya no las aguanto!
Cuando ustedes levantan las manos para orar,
yo aparto mis ojos de ustedes;
y aunque hacen muchas oraciones, yo no las escucho.
Tienen las manos manchadas de sangre.
¡Lávense, límpiense!
¡Aparten de mi vista sus maldades!
¡Dejen de hacer el mal!” (Isaías 1)
Quién sabe si lo ha dicho ya otra vez y respecto de
nosotros. Dios, también es justo, y la justicia es dar a cada cual
lo que se merece – si bien sabrán ese concepto aquellos que han estudiado
leyes— entonces: ¿castigo determinado
para la desobediencia del hombre?: la muerte. ¿Quieres saber algo sobre Dios? Pues eso: Él es justo; Le
reclamamos a Dios tantas cosas ¿Le
pedirías que fuera justo contigo? no te lo recomiendo, es mejor la
misericordia que es a la que apelamos todos aquellos que reconocemos su
grandeza y potestad.
Dios nos abrió un camino hacia Él, el único digno y
santo: Jesucristo, ¿Nos amó? Claro a
todos. ¿Nos perdona? Claro, a aquel
que se arrepiente y se aparta del pecado. Jesús es amor: Sí, también es Dios
nada es equivalente a su justificación. (Juan 3:18) Si el mensaje del amor de Dios es tan
importante para nosotros, entonces, deberíamos comportarnos a la altura de
ello.
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