No tengo plata ni oro -declaró Pedro-, pero lo que
tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! (Hechos
3:6 NVI)
Sin embargo, Pedro le dijo: “No tengo oro ni plata,
pero te voy a dar lo que sí tengo: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, te
ordeno que te levantes y camines.” (Hechos 4:6 TLA)
Cuando damos, siempre recibimos bendición.
La palabra “dar” muchas veces es mal usada. Creemos
que el dar es un sacrificio, una obligación, algo que nos cuesta hacer. Se nos
ha enseñado casi siempre en cuanto a dar dinero, a donar a los pobres, a ser
solidarios. Pero todo está bastante lejos de la Palabra de Dios.
En el versículo de allí arriba, en ambas versiones,
Pedro comienza diciendo “No tengo plata ni oro”. Tú sabes que en esa época eso
era su moneda. Pero ¿Pedro no dio nada entonces? No, al contrario, le dio
sanidad a una persona. A veces lo que debemos de dar simplemente es un abrazo,
una sonrisa, invitar a una persona a comer algo y platicar, un consejo,
atención. Nos hemos limitado a dar creyendo que debemos esperar algo a cambio.
Eso es en donde nos equivocamos. Jesús daba sin ningún
tipo de interés. Sí, ya sé que Jesús es Jesús y que tú eres tú. ¡Pero a Cristo
es a quien debemos imitar! La Biblia es tan clara cuando dice en Hechos 20:35 “Recuerden
lo que nos dijo el Señor Jesús: “Dios bendice más al que da que al que recibe”.”
Cuando damos, siempre recibimos.
Quizás no de la misma persona, quizás lo que recibas
sea palabra de Dios, bendiciones espirituales, pero ciertamente recibirás.
Sucede con el diezmar ¿Es un sacrificio? Para muchos
sí ¿Por qué? Porque no han entendido que Dios ama al dador que da con alegría
(2 Corintios 9:7). Nos cuesta diezmar u ofrendar porque no entendemos que damos
a la gente, pero recibimos de Dios. Creemos que las iglesias “roban” dinero, en
vez de comprender que cuando damos, robamos bendiciones del cielo.
No sólo monetariamente nos cuesta dar. ¿Cuántas veces
un hermano o hermana ha necesitado un consejo y hemos dicho “No tengo tiempo”?
Eso también es dar. Hay mucha gente que necesita ser escuchada, necesita
recibir palabra de Dios, y tú eres un instrumento del cielo que debe estar
dispuesto a todo.
Aprendamos que el dar no es una obligación, no es una
ley, no es una regla, no es una tristeza, no es un esfuerzo, no es un dolor.
Dar es recibir. Dar es la oportunidad que nos da Dios para recibir sus
bendiciones. Si nos quedamos con lo que el Señor nos ha dado en las manos, y no
lo compartimos, ¿Cómo tomaremos algo mejor que Él quiera darnos?
Sé que cuesta mucho dar. Sé que en momentos difíciles
cuesta dar una sonrisa. Sé que en las crisis económicas cuesta ofrendar un
dólar siquiera. Pero Dios no es hombre para mentir ni rompe sus promesas, y si
ciertamente Su Palabra dice que Él bendice más al que da, prepárate. Prepárate
para dar, y cuando des, prepárate para recibir en abundancia.
Reflexiona hoy en la noche, en la intimidad con Dios.
¿Qué es lo que no estoy dando, Señor? ¿Qué es lo que te puedo dar? Esto que
soy, esto te doy. En Mateo 25:40 Jesús dice que lo que hagamos con nuestros
hermanos, será como si lo hiciéramos con Él. ¿Qué le darías hoy a Jesús?
Piénsalo, trabaja para dar y prepárate para recibir.
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