viernes, 27 de abril de 2012

¡Cuán bello es el Señor!


Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. (Proverbios 3:12)

Cualquiera diría que estoy loco por titular este devocional de esta manera, ya que el texto que está escrito no concuerda. Yo respondería: Momento, piensa muy bien las ocasiones en las cuales tu vida ha estado mejor que nunca y te darás cuenta que ha sido cuando Dios te ha disciplinado.

Lamentablemente, los seres humanos necesitamos hasta lo último para entender lo que Dios nos quiere decir. Pero aún así Dios tiene misericordia de nosotros. Algo que también es claro es que las consecuencias de nuestros errores se pagan y muy duro.

Avergonzar el nombre de Dios es lo peor que nos puede pasar. Llegar al punto que, nuestros actos hablan totalmente lo contrario de lo que decimos creer, es para preocuparnos. Es de preocuparnos más, si Dios no nos disciplina. Es de preocuparnos más si Dios no corrige nuestro andar.

Dios es increíblemente hermoso, ya que su disciplina es perfecta. Es verdad que puede ser la que más duele, pero es perfecta. Dios nos disciplina porque Él es justo y santo. La justicia de Dios va de la mano con la Santidad de Dios. En el libro de Pedro dice que debemos seguir los pasos de nuestro Señor Jesús.

El gran problema es que no leemos la Biblia. A la primera de cambio iniciamos a decir cosas como las siguientes: “Desde que acepté a Jesús como mi Señor tengo más problemas. Desde que sirvo tengo más problemas. Desde que tengo la célula (Casa de Oración) tengo más problemas. Desde que entré al seminario tengo más problemas” Esas palabras son de cristianos religiosos ritualistas que desconocen la Palabra de Dios.

Debemos entender de una vez por todas que sin conocimiento de la Biblia no hay relación con Dios. La relación con Dios es hermosa cuando va de la mano con la lectura bíblica ¿Por qué? Porque es la Palabra de Dios. Si no lees la Palabra de Dios, ¿A quién conoces?

La disciplina de Dios inicia por lo que a ti más te gusta que te aparta más de Él. Cuando Jesús dice “Toma tu cruz y sígueme”, nos está diciendo que nos muramos a nosotros mismos en Él, para seguirlo y vivir por completo para Él.

Ser hijo de Dios no es, simplemente, ir a la iglesia, cargar la Biblia bajo el brazo, decir amén a todo lo que dice tu pastor o aplaudir en el momento de las alabanzas. Ser hijo de Dios va mucho más allá. Ser hijo de Dios, es conocer a Dios en la palabra de Dios. Recuerda que la Biblia hay que leerla, creerla y vivirla.



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2 comentarios:

  1. hey que bien tienes razon en todo lo que dices, la palabra de dios hay que leerla,crreerla y vivirla de verdad que estas palabras edifican estan muy bonitas las palabras del texto de verdad muchas gracias

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  2. Amén hermano, que Dios te bendiga siempre

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