Cada uno recibe por sus palabras su premio o su castigo. La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla; los que no paran de hablar
sufren las consecuencias. Proverbios 18:20-21
sufren las consecuencias. Proverbios 18:20-21
Nosotros sabemos que nuestro Dios es poderoso, sabemos el Poder que tiene su Palabra, pero ¿Sabemos el poder que tienen nuestras palabras? ¿Estamos conscientes de lo que nuestros labios son capaces de hacer? Según varios de los proverbios, todo lo que sale de nuestra boca es: MUY poderoso. El proverbio 18 es el que he encontrado más claro, dice “La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla”. Ahora bien, debido a esto debemos de ser cuidadosos con lo que decimos. Muchos utilizan los términos “declarar” y “maldecir”.
Hoy en día me entristece ver cómo mucha gente, dentro o fuera de la iglesia, vive de los chismes. Lo que sale de su boca sólo es chusmerío, sólo es palabra que lastima, sólo es palabra que hace caer, es palabra de destrucción; y lo que más me entristece, es que como dice la biblia, lo que cosechan sembrarán, y por sus palabras recibirán castigo y eso no se lo deseo a nadie.
Pero voy a enfocarme ahora en el poder de la declaración de tus palabras. En la Biblia hay tantos ejemplos, Jesús es el principal ejemplo, Él decía “Sana” y el enfermo sanaba, decía “Levántate” y el caído se levantaba, decía “Ven” y la gente lo seguía, y tú seguro me dirás “Já! Pero Él es Jesús, no yo; Él es Dios, yo hombre”. Por eso mismo, te invito a que leas cómo David, un hombre como tú y como yo, venció a Goliat.
“Pero David les preguntó a los que estaban cerca de allí: “¿Quién se cree este extranjero, que se atreve a desafiar a los ejércitos de Dios?” (…) Algunos soldados oyeron que David andaba preguntando, y fueron a decírselo a Saúl. Entonces el rey hizo llamar a David, y David le dijo: “No se preocupe Su Majestad. Yo mataré a ese filisteo”. Pero Saúl le dijo: “No vas a poder matarlo. Tú eres todavía muy jovencito, y él ha sido guerrero toda su vida”. David le contestó: “Yo soy pastor de las ovejas de mi padre. Pero si un león o un oso vienen a llevarse alguna oveja, yo los persigo, los hiero y les quito del hocico la oveja. Y si el león o el oso se me echan encima, yo los golpeo y los mato. Y eso mismo voy a hacer con este filisteo, pues ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo. Si Dios me ha librado de las garras de leones y de osos, también me librará de este filisteo”. Entonces Saúl le dijo a David: “Anda, pues, y que Dios te acompañe”. Enseguida Saúl dio órdenes de que le pusieran a David su propia ropa militar, su armadura de bronce y su casco. Por su parte, David se colgó la espada, pero como no estaba acostumbrado a usar armadura, no podía ni caminar. Así que le dijo a Saúl: “Yo no estoy acostumbrado a usar esto, y no puedo ni caminar”. Y se quitó la armadura. Pero tomó su vara y su honda, y puso en su bolsa cinco piedras del río. Luego fue y se le acercó al filisteo. También Goliat se acercó a David, aunque su ayudante iba siempre delante de él. Cuando vio que David no era más que un muchachito de piel morena, lo consideró muy poca cosa y lo maldijo en nombre de sus dioses. Le dijo: “¡Vaya con el niño bonito! Vienes a pelear conmigo con un palo, como si fuera yo un perro. Ven acá, que te voy a matar, y con tu carne voy a alimentar a los buitres y a las bestias salvajes”. Pero David le contestó: “¡Y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel! Todos los que están aquí se darán cuenta de que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!” Cuando el filisteo se acercó para atacarlo, David también corrió hacia él y, sacando una piedra de su bolsa, disparó su honda y le pegó al filisteo en plena cara. La piedra se le clavó en la frente, y el filisteo cayó de cara al suelo. 1 Samuel 17:25;31-49
Si después de leer esto crees que Goliat fue vencido con una honda y luego con una espada, no has entendido el pasaje; ¡Goliat fue vencido por el Poder de la palabra que soltó David! Mira:
1) “Yo mataré a este filisteo”: Declaró victoria sobre el enemigo, declaró ser más poderoso que éste, declaró autoridad. Y así fue.
2) “Y eso mismo voy a hacer con este filisteo, pues ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo. Si Dios me ha librado de las garras de leones y de osos, también me librará de este filisteo”: Declaró que Dios lo ayudaría, declaró que él pertenecía al ejército del Dios vivo, declaró haber tenido victoria antes. Y así fue.
3) “lo maldijo en nombre de sus dioses”: Goliat también utilizó el poder de la declaración, ¿Sabes por qué fracasó? Porque el poder sólo lo tiene Jesús. Porque sólo en el nombre de Jesús esa palabra es poderosa, todo lo que tú hables y declares será en el nombre de Jesús, a Goliat sus dioses no lo ayudaron pues fíjate que terminó muerto, pero todo lo que nosotros declaremos en el nombre de Jesús, así será hecho.
4) ““¡Y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel! Todos los que están aquí se darán cuenta de que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!”: Y aquí lo más importante, declaró que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas ¿Adivinas qué es necesario para triunfar? Creer con fe en que las palabras que declares en tu vida serán hechas.
El enemigo vendrá sobre ti a pelearte con espada, flechas, lanzas, problemas, enfermedades, fracasos, tropiezos, amistades no sinceras, traiciones; pero no olvides que tú vienes en el nombre del Dios todopoderoso. El enemigo piensa que te está desafiando a ti, pero nosotros sabemos que desafía al único Dios vivo, y a Él nada ni nadie lo puede vencer. ¿Aún dudas del poder de tus palabras? Declara victoria sobre todo aquello que te esté atormentando, declara en el nombre de Jesús, ¡Esa es la debilidad del diablo, él no puede declarar en el nombre de Jesús! Jamás podrá ser como tú o como yo: vencedores. Declara, declara y declara.
Hoy recuerda 1 Samuel 17:47 en tu mente: “¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!”
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