martes, 16 de agosto de 2011

¡Alto, pensemos!




Entregué a otros a cambio de ti. Cambié la vida de ellos por la tuya, porque eres muy precioso para mí. Recibes honra y yo te amo. Isaías 43:4 

No puedo pronunciar las palabras que describan este versículo. No hay palabras para saber explicar este texto. No logro entender por qué Dios nos sigue amando.


Muchas veces nosotros decimos que somos horribles, que me siento feo, que me siento menos que otra persona, que no servimos para nada etc. Pero, ahora nos damos cuenta que Dios en su soberanía nos ama de una forma increíble.


No podemos darnos el lujo de menospreciarnos a nosotros mismos, ni a las demás personas. Dios nos enseña en este texto que no hay amor más grande que el suyo, que no hay amor más increíble que el suyo.


Muchas personas tratan de hacernos sentir que no valemos nada, que somos lo peor del mundo. Pero, nos damos cuenta que la hermosura que poseemos es indescriptible. Dios en su inmenso amor, entregó a su único hijo por amor a nosotros. Si esto no es suficiente ¿Qué más queremos para darnos cuenta lo privilegiados que somos?


Tener el honor de ser llamados hijos de Dios, en ciertos pasajes Dios nos dice “hijitos míos” insisto: ¿Qué más queremos para darnos cuenta lo privilegiados que somos? 


Te pregunto: ¿Qué es Dios para ti? ¿Qué papel juega Dios para ti? ¿Cuánto tiempo de nuestro día le damos a Dios?


Por ahí dicen: Si nosotros le diéramos, a Dios, el tiempo que le damos a nuestra novia, nos quedamos solteros. Si le diéramos, a Dios, el tiempo que dedicamos para estudiar, aplazamos todas las materias… Este día es momento de reflexionar cuánto tiempo y la calidad de tiempo que le estamos entregando a Dios.


Es muy fácil decir que sí amamos a Dios, pero demostrarlo es lo que más cuesta. La relación de amistad con nuestro Padre debe de ser bilateral, la amistad se cultiva de ambos lados no solo de un lado.


Debemos hacer conciencia y darnos cuenta el amor que Dios tiene para nosotros. Ya debemos de parar de jugar con la gracia, debemos de parar de jugar con la misericordia y darnos cuenta lo inmenso que Dios es. Debemos de buscar en nuestro corazón y plantearnos mentas de ser mejores hijos todos los días.



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