Yo he dicho: “Señor, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado.” Salmos 41:4
Nosotros nacemos con un vacío llamado Dios. Por nuestra naturaleza pecaminosa nacemos separados de Él. Pero eso no significa que Él permanezca separado de nosotros. Dios es omnipresente, cuando tú lo rechazabas, Él estaba ahí esperándote.
Lo que a mí me sorprende, es que ya siendo hijos de Dios, hay ocasiones en las que también nos alejamos de Él. Cuando tenemos miedo, cuando le fallamos, cuando le damos el primer lugar a otras cosas antes que a Él, cuando atravesamos problemas, cuando pecamos. Y muchas veces le echamos la culpa a Él por “no haber estado ahí para socorrernos”.
Pero sabes, a Dios nada ni nadie lo hace mover de su lugar. Por más que tú te alejes, por más que falles, por más que te equivoques, eso no disminuye ni tan sólo un uno por ciento del amor que nuestro Señor tiene por ti.
Una de mis canciones favoritas es “Supe que me amabas” de Marcela Gandara. Parte de la letra dice así: “Supe que me amabas, aunque huí; lejos de tu casa yo me fui. Y con un beso y con amor me regalaste tu perdón, y estoy aquí. Y cuando lejos me encontraba, te sentí. Sabía que entonces me cuidabas y te oí. Como un susurro fue tu voz en el silencio, cada día me atraías hacia ti”.
Cuando lejos nos encontrábamos, lo sentíamos. Él jamás ha dejado de cuidarnos. Y por eso hoy es que entendamos algo: Dios siempre es Dios. El salmo de allí arriba clama a Dios “SÁNAME, pues contra ti he pecado”. Cuando pecamos, claro que eso ofende a Dios, pero más te ofendes a ti mismo. Porque Dios siempre será puro, Dios siempre te perdonará, pero tú eres el que se mancha y huye.
Ya deja de escapar. Deja de buscar cosas que desvíen tu atención para no ir a los brazos del Padre y decirle lo que has hecho. Él te está esperando, Él no ha dejado de ser Dios. Tu pecado no mueve ni un centímetro al Rey de Su trono. Pídele que te sane, que te restaure, que ya no quieres huir de Él.
He escuchado decir “Es que, he hecho algo…y me da vergüenza orar y hablar con Dios”. ¿¡Qué esperas?! ¿Esperas que el diablo te convenza que Dios no te perdonará? Dios no cambia de naturaleza, Él siempre será Él. Ese Padre amoroso, que envió a su Hijo a morir en nuestro lugar. Ese que nos cuida y nos es fiel cuando nadie nos lo es. Hoy te dice: Yo te perdono, ven a mí, ya no huyas. No dejes que el diablo te haga creer que no mereces Su perdón.
“Así tú, Israel, espera al Señor. Porque en él hay amor inagotable; en él hay plena redención”. Salmos 130:7
“Yo hice desaparecer tus faltas y pecados como desaparecen las nubes en el cielo. ¡Vuelve a obedecerme, porque yo te di libertad!” Isaías 44:22
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