Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Juan 14:6
Jesús es el camino la verdad y la vida. Pero, también es el camino a la vida de verdad. También, Jesús te encamina a la verdad en la vida.
Cuando conocemos el amor del Padre, manifestado en el hijo, no hay alegría más grande que esa. Tener el privilegio de ser llamados hijos de Dios, es el tesoro más grande que pueda existir.
Muchas veces nosotros le decimos a Dios que si nos responde nuestra petición le serviremos. Pero, qué más necesitamos para servirle a Dios, con el simple hecho de haber dado a Su Hijo para morir por perdón de nuestros pecados, eso es suficiente.
Nunca habrá amor más grande que el de Dios. Dios todos los días nos perdona. Dios todos los días no alienta a seguir adelante. Dios nunca nos deja. Dios nos escucha aún cuando nosotros no queremos hablar con Él.
El amor de Dios manifestado en Su hijo, no tiene calificativo. Dios dio una parte de Él mismo para que nosotros tuviéramos redención. Nadie, pero nadie, puede hacer eso por nosotros.
No hay hombre capaz de realizar semejante acto de amor. Ningún hombre puede absolverte de pecados. No hay ningún modo de que tus pecados puedan ser perdonados, más que reconociendo que Jesús es tu Señor y Salvador. Clamando a Él por el perdón de tus pecados y reconociendo que resucitó al tercer día.
Que ya no te mientan más. La Biblia dice que justo ni uno hay. Si no hay ningún justo, ¿Cómo un hombre puede perdonar tus pecados? Con decir que te perdonan los pecados, están diciendo que el sacrificio de nuestro Señor fue en vano.
Nada de lo que Dios hace es en vano. Todo lo que Dios hace tiene un propósito. Incluso, con las consecuencias de nuestras malas decisiones, Él siempre se lleva la gloria.
Dios en su inmenso amor, mientras la gracia no termine, Él siempre estará para escucharnos y perdonar nuestros pecados. Abraza la gracia, valora la gracia de Dios.
No hay otra alternativa de una vida real más que con Jesús.
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