Pónganlo todo a prueba, pero quédense nada más con lo bueno. (1 Tesalonicenses 5:21)
Halloween surgió de una festividad céltica que se celebraba en la antigüedad, llamada Samhain. Los celtas, que vivieron hace 2.000 años en lo que es ahora Irlanda, el Reino Unido, y parte de Francia, celebraban su año nuevo el 1 de noviembre. Este día marcaba el fin del verano y de la cosecha, y el principio de la oscuridad y el invierno frío. Luego, en noviembre como “El día de todos los Santos”, como intento por reemplazar las viejas costumbres paganas de los celtas (pero sin anularlas del todo). La palabra Halloween deriva de la expresión en ingles All Hallow’s Eve (es decir, la Víspera del día de los santos, que viene a ser el 31 de octubre). Durante los tiempos de Constantino, estos dos días festivos (el eclesiástico y el pagano) se mezclaron deliberadamente y a conciencia, para “tratar de cristianizar” el día pagano.
Pero fue un gran error, porque no solo la iglesia lo logró cristianizar a los paganos, sino que sucedió todo lo contrario… Los paganos influyeron grandemente sobre el día eclesiástico.
Los celtas eran politeístas, y también reverenciaban elementos de la naturaleza, como el sol, la luna, las estrellas, ciertos árboles, los lagos, el fuego, etc. Los Druidas, que eran los sacerdotes de las sociedades célticas antiguas, creían que la fiesta de Samhain la frontera entre los vivos y los muertos era perforada, dejando libres a los demonios, las brujas, y los duendes para perseguir y acosar a los vivos, dañar a las cosechas y causar todo tipo de problemas. Ellos enseñaban que para hacerse inmune a sus ataques, la gente debía disfrazarse como brujas, diablos, o personas macabras, y así procurar ahuyentar (o desviar) a los espíritus malos. También debían tallar grotescas en calabazas e iluminarlas con velas, y luego colocarlas en las ventanas de las casas para que los espíritus las vieran y no se acercaran.
En estas celebraciones se llevaban a cabo, además, otras actividades como adivinación, predicciones sobre el futuro, invocación de hadas, brujería, y encantamiento. También los Duidas encendían inmensas fogatas sagradas en las que se quemaba cosechas y animales (y se cuenta que también personas) como sacrificios a las deidades.
También se les decía a las personas que los demonios visitarían sus casas, y que si no los complacían dándoles algo, ellos les harían cosas malas. Parte del propósito de todo esto era atormentar y asustar a las personas que Vivian en el campo para que así los Druidas pudieran demandarles contribuciones de comida. (¿Te suena? "Trick or treat” quiere decir “Dame algo delicioso de comer o te hago un truco o encantamiento”).
Entonces, ¿Es hoy la fiesta de Halloween una tradición inocente? No lo creo. Por un lado, hay demasiadas similitudes entre lo que se hace hoy y su origen pagano. Y por el otro, al fin y al cabo estamos celebrando la muerte, y nosotros tenemos al Dios de vida.
Claro que podrías preguntarme: ¿Y qué hay si yo no creo en nada de todo eso, y no hago nada “satánico”, sino que simplemente me disfrazo ese día para divertirme con mis amigos? Yo te recomendaría manejar eso con mucho cuidado y cuidar que no quepa la más mínima posibilidad de que alguien piense que estás celebrando lo mismo que Halloween.
Tal vez puedas organizar una alternativa junto a tu grupo de jóvenes de la iglesia. Obviamente el problema no son los disfraces (aunque si se disfrazan, tengan cuidado con qué es lo que destacan, ya que por ejemplo los disfraces sensuales o los horrorosos no creo que sean apropiados para que sea una “alternativa”). Pero sea como sea, dejes pasar la aparente “inocencia” de esta fiesta y utilízala para destacar lo contrario de lo que el mundo celebra.
La Biblia nos da un consejo claro que puede aplicarse al caso de Halloween:
No se dejen engañar con ideas tontas, pues por cosas así Dios castiga terriblemente a quienes no lo obedecen. Así que, no tengan nada que ver con esa clase de gente. No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad, y antes ustedes vivían así, pues no lo conocían. Pero ahora ya lo conocen, y han pasado a la luz; vivan entonces como corresponde a quienes conocen a Dios, pues su Espíritu nos hace actuar con bondad, justicia y verdad. Traten de hacer lo que le agrada a Dios. No se hagan cómplices de los que no conocen a Dios; al contrario, háganles ver su error, pues sus hechos no aprovechan de nada. ¡La verdad es que da vergüenza hablar de lo que ellos hacen a escondidas!. (Efesios 5.6-12)