Volverán los rescatados del Señor, y entrarán en Sión con cánticos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los gemidos (Isaías 51:11)
Sabias que por medio de la sangre de Jesucristo tu como creyente has sido redimido de la maldición y de la aflicción y la tristeza? Ya no tienes que sentir estas aflicciones, como tampoco el pecado, la enfermedad o la dolencia.
Varios meses antes de que mi hermano partiera con el Señor, Dios comenzó a enseñarme acerca de esto personalmente. Cada vez que El me enseñaba algo acerca de esto, lo ponía en práctica. (tú debes hacer esto cada vez que Dios te enseñe algo. ¡Comienza a practicarlo ahora, y cuando llegue el momento de hacerlo no tendrás problemas!). Así que, siete meses y medio despues de que el partiera, comencé a resistir la aflicción y la tristeza. Tome una decisión de “no entristecerme”. De inmediato el diablo comenzó a atacar mis emociones.
Pero le decía: “No, yo no recibiré eso. Tomo autoridad sobre estas emociones en el nombre de Jesús. He dado mi cuerpo como sacrificio agradable al Señor, y no participaré de nada, sino de su gozo.” Comencé entonces a hablar la Palabra y a alabar en voz alta. Pasé tres días severos resistiendo hasta que esos espíritus de aflicción se fueron.
Lo que te estoy diciendo es esto: Tú vas a tener que resistir el dolor y la tristeza. No te pertenecen. No provienen de tu Padre celestial. Puede que tenga que pasearte por tu habitación toda la noche. Pero en lugar de preocuparte y llorar, camina y cita la Palabra hasta que ese espíritu salga y el gozo del Señor venga. Recuerda quién eres tú. Tú eres el que va a recibir el gozo y alegría. Tú eres aquel del cual el dolor y el gemido huirán. ¡Tú eres el redimido de Jehová!
Lee y Medita: Salmo 97
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