domingo, 18 de noviembre de 2012

Hijos del Dueño


Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. (Gálatas 3:26)

Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “¡Abba! ¡Padre!” Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero. (Gálatas 4:6-7)

Por lo general, en las empresas de gran prestigio, siempre hay un “dueño”. A su vez, hay empleados, pero no sé si notaste que, como en las películas, los “dueños” cuando ya están demasiado ancianos para manejar la compañía, la dejan en mano de sus hijos.

Hijos del dueño. Aquellos que tienen el mismo poder que su padre dentro de la empresa. Los empleados se acostumbrar a tratar con respeto a los hijos del dueño, ya que quizás en un futuro éstos sean los dueños de la empresa o bien, pueden comentarle a su padre de una mala actitud de los empleados y conseguir que los despidan.

Los hijos del dueño a su vez, no pueden hacer quedar mal a su padre, el dueño de la empresa. Eso haría que le pierdan respeto sus empleados o que la compañía quiebre por falta de responsabilidad. Son respetuosos, medidos, obedecen a su padre y tratan a todos con cuidado.

¿A qué voy con esto? A que nosotros también somos Hijos del Dueño. Y no de una empresa, sino Hijos del dueño del mundo. Y tú dirás, pero ¿No es el diablo el dueño del mundo? No, hay un grave error sobre éste concepto. La Biblia dice: “Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan.” (Salmos 24:1)

Satanás domina el mundo, pero no es el dueño. El mundo es nuestro, se nos fue dejado a nosotros como herencia para predicar el evangelio. El mundo es de nuestro Dios, Él lo creó por y para Su gloria, y es un privilegio el poder vivir en él.

¿Nos estamos comportando como hijos del dueño? ¿O estamos sirviendo al que domina el mundo, el diablo? Nosotros debemos obedecer a nuestro Padre, no debemos humillar Su nombre. Exaltémoslo con nuestras actitudes, logremos que la gente vea en nosotros una actitud de humildad y no de soberbia.

Somos hijos del dueño, herederos del Reino, pero no debemos jactarnos por eso; sino más bien, ser humildes como Jesús lo fue, humillarnos y buscar a los que están necesitados de Su paz.

Seamos respetuosos con quienes no han conocido a Dios, porque no somos perfectos, alguna vez también fuimos ignorantes y despreciamos el amor del Señor. Tratemos de ser pacientes y comportarnos como debemos.

Recuerda que en este mundo tienes una misión, un propósito. El mundo es tu herencia, las almas son tu recompensa para la gloria de Dios. Tu empleo es el mejor pago del universo ya que tienes la Vida eterna asegurada. Y por sobre todo, tu seguro de vida es Jesús mismo. No lo olvides: Eres un hijo del Dueño.



sábado, 17 de noviembre de 2012

¡No permitas la división!








Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas. (1 Corintios 3:1-3)

Los cristianos de corintos, volvieron al estado carnal, o natural en que estaban antes de haber nacido de nuevo, entre ellos había celos, disensiones y contiendas. 

Esto impedía el crecimiento espiritual a tal manera que no podían entender lo que el apóstol Pablo quería enseñarles.

El enemigo ha enviado el mismo espíritu de disensión entre los cristianos hoy en día. Porque sabe que una casa dividida contra sí misma caerá. El diablo también sabe que si todos nos juntamos en la unidad de nuestra fe como hijos de Dios, llegaremos a la estatura de la plenitud de Cristo Jesús. “Así seremos un grupo muy unido y llegaremos a tener todo lo que nos falta; seremos perfectos, como lo es Cristo, por conocer al Hijo de Dios y por confiar en él.  (Efesios 4:13)

Por ese motivo él ha asignado a un espíritu de disensión para que opere en nuestras vidas personales, en nuestra vida social y en nuestra vida familiar. Su meta es igual a la que tuvo en Corinto: Provocar  celos, contiendas, disensiones e impedir nuestro el crecimiento espiritual.

Nosotros no debemos ceder a ese espíritu, al contrario, nos dice Pablo: “Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Efesios 4:15)

Es muy diferente “Vivir la verdad con amor” a “Celos, contiendas y disensiones”. Totalmente opuestos, ¿O no es así? Tú no puedes hacer ambos a la vez. A medida que vivas la verdad en amor, tu crecerás.

Mientras tienes envidia, te preocupas y te separas de los demás, tú debes de volver a la infancia. 

No permitas que Satanás detenga tu crecimiento espiritual al ceder al espíritu de disensión o división, sino habla la verdad en amor y “¡Crece en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo!




viernes, 16 de noviembre de 2012

Te amaré con la mente y el corazón


Una vez Dios se le apareció a un rey, invitándole a que pidiera lo que quisiese; la respuesta de dicho rey fue la siguiente: “Mi petición es que me des sabiduría para guiar a todo este pueblo. Siendo así, consiguió agradar a Dios, quien le concedió inclusive más de lo que había pedido (1 Reyes 3:5) Claro, como ya bien suponen algunos, el nombre de este rey era Salomón.

¿Qué pasó para que Dios se le apareciera? Un poco antes de esa historia, (1 Reyes 3:3) se describe brevemente el actuar de Salomón resaltado que: “Salomón AMÓ a Jehová…” Amar a Dios le abrió puertas que no tocó y le otorgó regalos que no había pedido.

Y entonces sucedió de nuevo: por SEGUNDA vez, Dios se le presenta y le dice: “Si anduvieres como David tu padre y guardas mis estatutos… Esta palabra, dado lo que viene más adelante, más bien parece un llamado de alerta. (1 Reyes 9:2-3)

Tiempo después, Salomón, gozando de la sabiduría que Dios le había concedido y de todo lo demás que con ello llegó, eligió seguir a los dioses de otras naciones a las cuales pertenecían algunas de sus mujeres y juntamente con ello, someterse a los cultos y rituales que les dedicaban. (1 Reyes 11:2)

¿Qué pudo suceder para que Salomón, a pesar de haber visto a Dios DOS VECES, lo haya cambiado y eligiera a dioses de naciones extrañas y no a Dios que: le dio un reino, le había hecho una promesa y había sido fiel con él? Dios sólo le pidió esto: “Si guardas mis mandamientos haciendo según ellos”.


Sin embargo he ahí el fin: Su corazón se apartó de Dios. (1 Reyes 11:9) Ya no estaba en sintonía; los mandatos de Dios dejaron de ser su prioridad. Lo que preocupa es que pasó desapercibido, es decir, sus prioridades cambiaron como consecuencia de que su corazón ya se había apartado.

Salomón tuvo concedida sabiduría, sí; pero que le fuera concedida no era indicio de que su corazón ya estaba “destinado” a no fallar. ¡Es que, si fuera así, la libertad de elección de la cual ahora gozamos, perdería sentido si Dios te forzara a amarlo! En otras palabras, Dios le dio sabiduría a Salomón, pero el amor hacia Dios tenía que ser genuino, nacido en su corazón.

Esto podría suceder con nosotros, sentir agradecimiento con Dios porque te hizo un milagro, contestó una petición o tuviste un encuentro con Él en algún campamento o retiro, etcétera, no necesariamente significa que lo amas.

He visto personas que no pasan de ahí; Dios queda –literalmente— como un buen recuerdo, casi como un “antídoto” que funcionó ante una enfermedad, pero su corazón está lejos de Dios.

A Dios hay que reconocerlo no sólo con la mente, sino entenderlo y amarlo con el corazón, la parte que escapa de buscar, entenderlo y descifrarlo con la mente y en vez de ello, tu parte espiritual, esa no es racional, descifrable, sistemática o lógica.

Considera que más allá de todo el conocimiento, existe tu alma, e ignorar a Dios no hace que Él deje de existir. Más todo intento y esfuerzo humano y mental es insuficiente, no es con todas tus fuerzas, es por amor. Comencemos por el principio: AMARLO, con la mente y el corazón… CON LA MENTE Y EL CORAZÓN.

Figúrense esto: Mi alma tiene sed del Dios vivo” (no de una costumbre, una rutina: es la búsqueda sincera para encontrarse con Él) (Salmo 42:2)

O esto: “Dios, DIOS MÍO ERES. Mi alma tiene sed de ti. MI CARNE TE ANHELA.

¿Qué tenía el corazón de David que Dios lo ponía de ejemplo? David mismo lo hace relucir: LO AMABA DE UN MODO QUE ANHELABA SU PRESENCIA.



jueves, 15 de noviembre de 2012

¡Es tiempo!


Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales. Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en la vida cristiana. (1 Corintios 3:1)

Necesitamos entender que debemos crucificar la carne, pero sobre todo ver más allá de la CRUZ. Ver especialmente después de tres días, la Resurrección y el número 3 que significa unidad, que es la única manera de encontrar éxito como cuerpo de CRISTO.

Pablo nos dice en esos pasajes “No pude hablarles como lo haría con personas espirituales”. El ser cristiano no te hace espiritual sino tienes una vida de oración y relación con el dueño del Reino: Dios.

De nada sirve engañar a los demás si vivimos bajo la carne, si vivimos bajo los deseos carnales. Debemos anhelar todo el tiempo que sea el Espíritu Santo, el que guíe nuestra vida, el que nos dé el discernimiento para tomar buenas decisiones, decidir por Jesús y no por el mundo. No contaminarnos como muchos cristianos hoy en día lo hacen.

Hay 3 tipos de personalidades que vamos a encarar en la iglesia y fuera de ella, en el ámbito cristiano:

1) Un hombre pecador, carnal, que le gusta hacer lo que le gusta hacer, aun sabiendo que no está bien. Es orgulloso, amador de sí mismo, tiene de menos a los hermanos, se cree sabio, importante y rebelde.

2) Un hombre que se encuentra dentro de la iglesia, que causa divisiones, que es borracho, fornicario, y se deleita en los deseos de la carne; éste es llamado el hombre carnal que tiene doble naturaleza.

3) Un hombre que dice amar a Dios, que habla de Él, pero que íntimamente no está en relación Dios sino con una religión; con sus actitudes demuestra sus frutos.

No terminaría si dijera más, pero todos tenemos que morir a la carne, para vivir una vida espiritual. El hombre carnal no quiere la cruz, el hombre carnal ha sido destruido por el poder de Dios. Esa cruz mata la carnalidad y como consecuencia trae una vida de resurrección, pero eso depende de nosotros si renunciamos a todo aquello que nos contamina.

Muchos se quedan atrás y no pasan al Rio Jordán (lugar de humillación); porque su orgullo, su carne, les ha cegado.

Cada vez que atraviesas una prueba, debes humillarte a ti mismo, y dejar que sea Dios quien tome el control, no tú, porque al manejarlo tú, vas a lastimar a muchos, vas a ofender y te harás más daño tu mismo. Si tú te humillas en ese Jordán, Dios te exaltará, Dios te bendecirá, Dios te dará la victoria. ¡Humíllate a ti mismo!

Sé que este devocional podrá ser muy criticado, porque a pocos les gusta que les hablen con la verdad, pero a mí me dolió más cuando me dijo Dios: “Este pueblo de labios me honra” y me dio este capítulo para traerlo a ti.

Pasamos por situaciones difíciles, donde muchas veces nos cuesta perdonar, donde nos cuesta quitar lo malo y quedarnos con lo bueno, y como defensa usamos el orgullo, lastimando, ofendiendo, dañando, cuando Dios nos dice “No paguéis mal por mal”. Cuando Dios dice “Mía es la Venganza”. Cuando Él nos ha dado de su misericordia, cuando Él nos pide que seamos igual a Él, que seamos hijos llenos de paz, de esperanza, de misericordia, de oportunidades.

Tú vas a morir, pero cuando tú prefieras morir por Jesús, no por algo o alguien que tú quieres para tu bienestar. Nos cuesta dar el todo por Dios. En ocasiones dejamos todo a medias haciéndole creer a los demás que somos cristianos verdaderos, pero nos mentimos, nos engañamos a nosotros mismos.

Desde que decidí arrepentirme y darle el total control de mi vida a Dios yo le dije claramente estas palabras: “Que no sea mi voluntad Señor, sino tu voluntad Papito”, aún sabiendo que tenía muchas cosas en mi vida, y en mi corazón, que solamente Él puede reparar y restaurar, y volver a resucitar.

¿Qué estas viendo tú, la Cruz o la Resurrección?

Cuando te humilles recibirás doble porción de la unción. Si tú crucificas a ese hombre carnal, hay bendiciones esperándote, hay una relación esperando por ti, hay almas, hay vida. Tú debes enseñarle a las personas a ser espirituales, no solamente la Salvación, porque hoy en día todos pueden decir “Soy Salvo” porque voy a la iglesia, porque estoy en un grupo, porque tengo amigos espirituales, porque mis padres son cristianos, ¡No! Por sus frutos dijo el Señor.

El Señor quiere que renunciemos a ese hombre carnal, y que entremos a ese hombre espiritual. Que renovemos nuestro amor, que volvamos a nuestro primer amor, que volvamos a la cruz, pero viendo más allá, la resurrección.

Recuerda toda semilla produce de su misma semilla; si estás sembrando pecado, orgullo, humillación, contiendas, chismes, dudas, murmuraciones, eso vas a cosechar. Espíritu produce espíritu, no un 50%, no un 20% por cierto.

Por eso hoy en día hay tantas congregaciones con pastores, líderes, que están sembrando en los jóvenes lo que no está matando al viejo hombre, y por eso, hay muchos que ven sus ejemplos, y viven una doble vida, sin morir al viejo hombre, sin humillarse. Yo fui uno de ellos, no te estoy escribiendo porque soy un santo, pero sí un hombre que lo vivió, pero que sus ojos fueron descubiertos, cuando decidió morir a sí mismo, cuando decidió cruzar ese Jordán, aún con mucho dolor, aún con muchas heridas. ¡Es hora que le digamos a Dios, TE PERTENEZCO SEÑOR!

¡Es tiempo de volvernos espirituales!
¡Es tiempo de volvernos a la cruz!
¡Es tiempo de marcar la diferencia!
¡Es tiempo de vivir el verdadero evangelio de Cristo, de amor!
¡Es tiempo de morir al viejo hombre y vivir bajo la voluntad de Dios!

Si acaso se nos olvida, amar al prójimo, a nuestros hermanos, a nuestra familia. Y principalmente nuestro primer amor:  youtu.be/aq6Anh8-lNM



miércoles, 14 de noviembre de 2012

¡Dios quiere ayudarte, dale chance!


Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. (Salmo 55:22)

Es maravilloso cuando lees este versículo, y te das cuenta que hay alguien dispuesto a llevar tus cargas, sin esperar nada a cambio.

Hoy quiero contarte una pequeña historia, espero logre dejar la enseñanza en ti como la dejó en mí.

Había una pequeña iglesia en una ciudad, ésta tenía algo muy peculiar: justo frente a la puerta había un árbol. Éste hacía una bella sombra a la iglesia. Y había un hombre que todos los días asistía a esta pequeña congregación, en el semblante de este hombre se reflejaban muchas preocupaciones y cargas. Lo interesante de esta historia es que cada vez antes que este hombre entrara a la iglesia, él colgaba en este bello árbol, sus cargas y preocupaciones, y entraba a alabar a Dios. Él se gozaba mucho, gritaba un fuerte: ¡Amén!, cantaba los himnos con un gran fervor y júbilo. Pero cuando terminaba el servicio en la iglesia, él salía e iba hasta aquel bello árbol a tomar nuevamente las cargas que al entrar había dejado en él y regresaba a su casa. Esto hacía todos los días que asistía a la iglesia.

¿Cuántas veces hemos hecho lo mismo que este hombre? No confundas el hecho que llegas a la iglesia a sentir una emoción, con lo que verdaderamente es tener una vida de convicción a Dios. Sabes, Él no quiere que nosotros llevemos solos nuestras cargas. En este bello Salmo nos dice: Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará.

Imagínate la ayuda que Dios nos ofrece; ayudarnos con nuestras cargas y a la vez que Él nos fortalecerá y nos dará ese respaldo que sabe que necesitamos.

Como dice el dicho: “Nudo de tres dobleces no fácilmente se rompe”. ¿Crees que no es más fácil llevarlo entre dos? Ese problema, esa depresión, ese resentimiento, ese afán, esa angustia, ese abandono de tus padres, esa soledad, esa dolor por el rompimiento de una relación, esa traición, esa baja autoestima, esos problemas económicos, esos complejos, y así cada uno de esas situaciones que estás viviendo que hasta este día lo único que han hecho es arrancarte el gozo, la paz, la felicidad, la sonrisa de tu rostro, y todas esas bellas cosas que algún día experimentarse. ¡Dios quiere ayudarte, dale chance!

No hay mejor compañero que te ayude a llevar tus cargas que nuestro Señor, quien mejor que Él para entenderte pues conoce exactamente como te estás sintiendo. Confía en Él, pruébalo, pon tus cargas en Él.

Es verdad que Él permite que cada una de esas situaciones lleguen a nuestra vida, pero así como manda estas situaciones, manda también la salida de ellas. “¡No dejará para siempre caído al justo!”. El Permite que te caigas pero NUNCA te dejará en el suelo. Él es fiel y justo, y de verdad no hay nadie mejor que Él para ayudarte en esos momentos.

Comienza desde hoy a descansar en Él, deposítale tus cargas. Y no seas como el hombre de nuestra historia, sino que nunca más vuelvas a tomar nuevamente tus cargas, déjaselas al Señor.

Recuerda: “Encárgate de Sus cosas y Él se encargará de las tuyas”.



martes, 13 de noviembre de 2012

Conociendo a Dios


El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Buen entendimiento tienen todos los que ponen por obra sus mandamientos: Su loor permanece para siempre”. (Salmos 111:10)

“Buen entendimiento tienen todos los que ponen por obra sus mandamientos”, una parte del texto que a muchos nos causa escozor, ya que pensamos que con el sólo hecho de ir a la iglesia y llevar la Biblia bajo el brazo, ya le cumplimos a Dios.

Es preocupante cómo los hijos de Dios nos hemos vuelto monótonos y simples en nuestra relación con Dios. Es duro cómo nuestra desobediencia nos lleva a situaciones que son fétidas y putrefactas delante de la presencia de Dios.

Sé que son duros los adjetivos que estoy ocupando, pero si los ocupo de esa manera es porque en mi vida ya lo experimenté por mi desobediencia, soberbia y prepotencia. Creer que nuestra comunión con Dios está por los cielos, porque oramos veinte minutos y leímos tres capítulos de la Biblia, no es más que soberbia.

Cuando nosotros leemos la Biblia, nos enteramos que todos los días pecamos y que todos los días debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios. Él y sólo Él es el único que puede guiar nuestra vida con los mandamientos que ha dejado en Su palabra.

La exposición de tus palabras imparte luz; da entendimiento a los sencillos”. (Salmos 119:130)

El escudriñar la Biblia no es opcional en la vida de un hijo de Dios. Escudriñar la Biblia es algo que todos los días debemos hacer para aprender a vivir como Dios quiere. Por ende, al leer, creer y vivir la Biblia vamos a iniciar a vivir de la única forma que adora a Dios.

Sin lectura bíblica nuestra desobediencia aumenta, nuestra altivez crece, nuestros pasos se desvían, nos volvemos necios, humillamos el nombre de Dios con nuestras acciones. La lectura bíblica nunca debe faltar, sólo así conoceremos el temor de Dios.

De tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira.” (Salmos 119:104)

De igual manera, al no estudiar la Biblia, vamos a creer cualquier cosa que se nos diga, vamos a decir “amén” a cualquier frase que se escuche bonita en un pulpito. No estoy diciendo que los predicadores hablan en contra de la Biblia. Sino que todo lo que se te predique debes examinarlo con la palabra de Dios.

Si no pasamos por la Biblia lo que se nos enseña, es porque desconocemos lo que la Biblia dice. De esa manera es como se han levantado muchas sectas y muchas personas han sido engañadas. Todo ello ha sido por la ignorancia de la palabra de Dios.

No podemos vivir tranquilamente y no podemos pensar que nuestra vida es grata a Dios si no estudiamos la Biblia. Si pensamos de esa forma, nos estamos engañando a nosotros mismos, por ende vivimos en ignorancia.  



lunes, 12 de noviembre de 2012

¿Nos olvidamos del amor de Dios?


Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? (Malaquías 1:2)

Hoy no quiero extenderme, pero sí recordarte esta historia tan poco mencionada de la Biblia. Dios envió a Malaquías con un mensaje para los israelitas.

El pueblo de Dios estaba preocupado, había perdido la esperanza. Se habían olvidado de dónde los había sacado Dios. Y el mensaje de Dios fue:

Yo soy Malaquías. Dios me dio la orden de comunicarles a ustedes, los israelitas, este mensaje: Israelitas, Dios los ama. -Y ustedes preguntan: ¿Y cómo nos demuestra ese amor? -Dios les responde: Recuerden, israelitas, que yo preferí a Jacob y no a Esaú, a pesar de que Esaú era su hermano mayor. Recuerden también que yo convertí en un desierto la tierra de Esaú, a pesar de que era una región montañosa. Ahora sólo viven allí los chacales. Si los descendientes de Esaú intentan reconstruir su país, yo les aseguro que volveré a destruir lo que ellos construyan. La tierra de Esaú será conocida como “el país de la maldad”, y su pueblo será conocido como “el pueblo con el que Dios siempre está enojado”. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juró que así será. Ustedes lo verán con sus propios ojos, y entonces dirán:¡La grandeza de nuestro Dios va más allá de nuestras fronteras!” (Malaquías 1:1-5)

Si bien el mensaje habla de destrucción, lo que les está diciendo es: Yo siempre los he protegido y los protegeré de sus enemigos. ¿Por qué dudan? ¿Por qué dudamos?

Cuando atravesamos una situación difícil en nuestras vidas, lo primero en que pensamos es “Dios me abandonó”. ¿Cuántas veces Dios debe decirnos que Él es fiel, para que nosotros le creamos?

Entiendo que estés en problemas, que no sepas qué hacer, que cargues con dolor, que tengas una herida que está costando sanar, que estés atravesando desiertos emocionales, espirituales o materiales. Pero ¿Recuerdas de dónde te sacó Dios?

Dios fue el mismo que te formó en el vientre de tu madre. Dios fue el mismo que puso personas en tu vida para que tú llegues a Sus pies. Dios fue el mismo que te bendijo con la vida eterna. Dios es el mismo que permite que estés leyendo esto ahora. Dios nunca te ha dejado solo.

Si hasta este devocional dudabas de la fidelidad de Dios, por favor recuerda esta historia de Malaquías. No cierres tus ojos espirituales como lo hicieron los Israelitas; tienes a tu Señor diciéndote: “Hijo mío, yo te amo. Hija mía, yo te amo.

Dios ya te ha demostrado su amor en la cruz, y eso no le bastó, sino que cada día lo demuestra al permitirte despertar. Él es quien vela tus sueños, Él es quien prepara tu futuro, tu eternidad, Él es quien prospera cada área de tu vida cuando se la entregas. ¿Por qué sigues dudando?

Si has perdido la esperanza, si tu corazón se ha apartado del amor de Dios, si has tenido dudas en tu alma que te desgarraron la fe, hoy te digo: Dios te ama. No importa tu pasado, no importan tus errores, importa que si caíste siete veces hoy te levantes ocho y te tomes de la mano de Dios. Él está esperándote, Él es fiel.



domingo, 11 de noviembre de 2012

¡Quitamancha!


Ustedes ya están limpios, gracias al mensaje que les he anunciado. (Juan 15:3)

De acuerdo con su plan, Dios el Padre decidió elegirlos a ustedes, para que fueran su pueblo. Y por medio del Espíritu Santo y de la muerte de Jesucristo, Dios los ha limpiado de todo pecado, para que lo obedezcan. (1 Pedro 1:2)

“Cierto día paseaban juntos un fabricante de jabón y un predicador; y en el curso de la conversación, el fabricante, quien era incrédulo, le dice al predicador: - El evangelio que usted predica señor, no me parece haber tenido mucha eficacia, pues veo que en el mundo abunda la maldad y hay todavía personas malas- . Más adelante encontraron a un niño que estaba jugando en el barro de la calle, y se hallaba completamente sucio. Al verlo en este estado, el predicador se valió de la oportunidad y volviéndose al fabricante de jabón le dijo: -Señor, el jabón que usted fabrica no parece haber tenido mucha eficacia, porque veo que en el mundo abunda la suciedad y hay muchas personas sucias- . -¡Ah!- respondió el fabricante – es que mi jabón sólo quita la suciedad cuando se aplica sobre lo sucio- . -Exactamente lo mismo replicó el predicador– es lo que sucede con el evangelio. Sólo quita la maldad y limpia de ella, cuando el pecador se lo aplica a su corazón manchado de pecado.”

En la Biblia hay muchos versículos que hablan de cómo Cristo nos ha lavado con su obra en la cruz.

Yo compré mi primera Biblia antes de convertirme en cristiana. En ese entonces solamente escuchaba algunas prédicas y leía devocionales, hasta el día en que compré mi Biblia. Recuerdo que entré a la librería algo tímida y pregunté por la Biblia que yo quería, el vendedor me dijo que tenían muy pocas y que no se les permitía venderlas todavía, pero me pidió que lo aguardara un momento. A los 20 minutos volvió con una gran sonrisa en su rostro y me dijo “Hermana, esta Biblia es suya”. ¡Jamás había sentido tanta felicidad!

Desde ese momento supe que Dios quería que yo leyera Su palabra. Al leerla me emocionaba, llegué a reír, llorar, admirar a ciertos personajes, pero lo que más me alegraba era saber que había alguien que quería darme una Nueva vida, quería quitarme las “manchas” que me gobernaban, quería amarme y usarme para un propósito mayor. Hoy puedo decir a toda voz: ¡Cristo me lavó, perdonó, salvó, justificó, redimió y me dejó volver a nacer!

Esto me recuerda a la canción “Quitamancha” del grupo Rescate (por eso el título de este devocional), la canción dice: “¿Cómo poder ablandar una vida tan dura? ¿Cómo poderme frenar en un mundo que apura? ¿Cómo quitarme la mancha que me hace morir? ¿Cómo sigo parado, si miro a cada lado? Si miro para arriba encuentro la salida. Libera de la pena y quita la condena. La palabra que siento no se la lleva el viento. Si me pudiste ablandar una vida tan dura, si me pudiste frenar en un mundo que apura, si me quitaste la mancha y me haces vivir.

Si aún sientes culpa por tus pecados, vuélvete a Dios, Él quiere perdonarte y lavarte. Quiere que seas una nueva criatura. Lee la Biblia, ella fue escrita no sólo para sernos de guía sino para demostrarnos que estamos equivocados, para demostrarnos que no somos perfectos pero que hay un Perfecto que quiere tocar nuestro corazón.

No importa tu pasado. Él lo perdona, ordena tu presente y prepara tu futuro; pero busca primero el Reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás te será añadido. (Mateo 6:33) ¡Ya no sientas vergüenza del evangelio, sacúdete las manchas con el amor de Cristo y vuelve a empezar!


sábado, 10 de noviembre de 2012

Identidad divina


En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. (Filipenses 3:20)

Hace unos días tuve que hacer unos trámites. Desde siempre he tenido la costumbre de cargar conmigo mi documento de identidad a donde sea que vaya, simplemente por si algo me sucediera allí figuran mis datos o muchas veces cuando debo pagar alguna compra o alguna factura, me lo suelen pedir para comprobar mi identidad.

Salí de mi casa, llegue al lugar donde debía hacer el trámite, me pidieron mi documento de identidad y ¿qué pasó? Me lo había olvidado. Justo el día que lo necesitaba, lo había olvidado en el cajón. Regresé a mi casa y ya volví al otro día con el documento en mi mano.

¿A qué quiero llegar con esto? A que ese simple hecho me hizo reflexionar.

En 2da a los Corintios 5:17 podemos leer “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Cuando hemos aceptado a Cristo en nuestro corazón como nuestro Señor y Salvador, nuevas criaturas somos, tenemos una IDENTIDAD nueva.

Ya esa vieja identidad, no está más, el Espíritu de Dios se ha movido en nosotros y nos ha hecho nuevos. Y a esto me refería con la anécdota que les he contado: ¡Esta nueva identidad NO podemos olvidarla guardada en un cajón! No podemos ser Cristianos sólo en la Iglesia o dentro de nuestra casa. No podemos utilizar esa identidad sólo cuando queremos. Ni tampoco el día en que Cristo vuelva podemos decirle “No Señor, hoy olvidé mi cristianismo en el cajón.”

Dios nos dio esta nueva identidad en Cristo, y nos hizo directa y firmemente “Ciudadanos del Cielo”. Nuestra identidad terrenal ya no tiene poder sobre nosotros.

En algunos países está permitido poseer algo que se llama “doble ciudadanía”, eso significa que tú eres ciudadano del país en el que naciste pero por medio de trámites, también puedes ser ciudadano de otro país. En el Reino de Dios tal cosa NO puede suceder. Tú no puedes ser Ciudadano del Cielo y al mismo tiempo ser Ciudadano del mundo. No podemos tener una identidad terrenal y otra espiritual.

¿Tienes esta nueva IDENTIDAD guardada en un cajón? Invito a que la saques de allí, quítale el polvo y sé valiente al llevarla contigo. ¡Alégrate de ser un Hijo de Dios y de ser un Ciudadano del Cielo! Allí nuestro Salvador nos espera, para gozar junto a Él las maravillas de nuestro Padre.

Esa ciudadanía celestial refleja el carácter de Cristo a través de ti. Debemos ser conformes al corazón de Dios, para que quienes no le conocen, vean a Jesús mismo en nosotros sin necesidad de pedirnos nuestra credencial divina. No te avergüences, tu lugar en el cielo tiene un propósito. Dios te bendiga.



viernes, 9 de noviembre de 2012

Juzgar intenciones


Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano. (Romanos 14:13)

Todos nos equivocamos, ¿Quién no? Muchas veces las discusiones no vienen tanto de los errores que se llegan a cometer, tal como la sospecha con respecto a las verdaderas intenciones que tenía la otra persona que cometió el error o se equivocó.

He visto parejas de novios, con demasiado dolor, matrimonios, padres e hijos y también entre amigos, producido por dar lugar a sospechas con respecto a las intenciones del otro.

Yo he sido la persona que más se equivocó en la relación la cual hace unos meses terminé, pero a veces la otra persona le da más entrada a lo que se vivió mal, que a lo que se puede restaurar, o a veces no es el hecho de que la otra persona no dé entrada a la restauración, sino que hay algo más que no dejará lograr lo que se puede alcanzar (en mi caso de situación sentimental). Yo decidí hace unos días, que iba a procurar pensar por cualquier motivo, que cualquier sospecha la cual me hiriera o lastimara, lo había hecho a propósito o queriendo algo que yo no sabía.

Debemos siempre recordar esa máxima, del derecho que dice que uno es inocente hasta que se demuestra lo contrario.  Esto ayuda a hablar de los errores y las palabras hirientes con mayor claridad y menos problemas.

Personalmente a mí, me ofende demasiado que alguien juzgue erróneamente las intenciones, y no sé si tú piensas igual. Por eso no quiero hacerle lo mismo a mis seres queridos, o amigos; juzgar intenciones es difícil y peligroso a la vez, porque podemos estar equivocados.

Nunca creas que siempre tienes la razón, hazte una evaluación, a veces perdemos personas, o reputación porque no queremos ser corregidos, o porque simplemente la rebeldía no nos deja ver con claridad la verdad.

Te hago dos preguntas, respóndelas tú solo/a:

1) ¿Por qué es peligroso juzgar las intenciones de las personas?
2) ¿Cuál ha sido una situación en tu vida donde te equivocaste por juzgar intenciones?

Tenemos el claro ejemplo de Jesús al hecho de perdonar, aunque lo traicionaron, aunque lo escupieron, aunque fue molido y removido, Él mostró con su testimonio, que perdonaba, amaba, y dio su vida por nosotros.

No te digo que hagas lo mismo, pero por algo se comienza y es nuestro deber, perdonar y dejar todo atrás, no dudar y confiar en Dios. Tratar de no lastimar y pensar, si es posible mil veces, antes de hablar, actuar. Debemos ser obedientes a la Palabra de Dios, y respetar los mandamientos, ama a Dios, perdona, y ama como te amas a ti mismo.

Seamos agradecidos con Dios porque a pesar de que siempre conoce nuestras intenciones, nos ama igual. Él entiende que no siempre tenemos seguridad con respecto a las intenciones de los demás. Pero pidamos sabiduría para manejar todos los posibles conflictos y errores de otros a los que tengamos que enfrentar, y también que nos dé, de su misericordia para que, como sus hijos, dejemos un legado bueno en la vida de cada persona.