“mis enemigos volvieron atrás;
cayeron y parecieron delante de ti.” (Salmos 9:3)
Cuando las personas piensan en el
cristianismo o en personas cristianas, lo primero que viene a su mente es que
somos personas que no tenemos problemas, que nada se nos complica y que tenemos
una vida plena.
En realidad si tenemos una vida plena
y feliz; pero no solo por eso vamos a tener una vida sin problemas, el ser
hijos de Dios no implica que los problemas se alejen de nosotros.
Siempre vamos a tener ciertas
dificultades que superar que nos ayudan a crecer como persona pero sobretodo
espiritualmente. La diferencia es que nuestros problemas son más fáciles de
superar y asimilar, ya que es Dios a través de su Espíritu que nos ayuda a
comprender los propósitos de cada dificultad.
Muchas veces cuando decimos que somos
cristianos muchas personas comienza a criticarnos porque formamos parte de una
iglesia, porque comenzamos a ver la vida de una forma diferente y ya no
compartimos las mismas cosas que antes hacíamos.
Cuando todo esto comienza a suceder,
hay en nosotros una lucha interna entre lo que éramos antes y lo que queremos
ser ahora en Dios.
Sabemos que como hijos de Dios vamos
a pasar por momentos de prueba, muchas veces esas pruebas son problemas con
otras personas que nos quieren hacer daño.
Hay personas que no conocen de Dios,
que cuando ven que nuestra vida comienza a prosperar gracias a las bendiciones
de nuestro Dios, empiezan a poner tropiezos en nuestra vida para que no
disfrutemos de las cosas buenas que nuestro Señor nos han dado.
Empezamos a tener problemas en
nuestro trabajo porque hay personas que se sienten amenazadas por nuestro buen
desempeño, hay compañero de trabajo que tal vez nos quieran poner en mal con
nuestro jefe, para que de esa manera recibamos una sanción, incluso en muchas
ocasiones hacen lo que sea para implicarnos en algo que las consecuencias sean
nuestro despido.
Cuando todo esto llega a nuestra vida
debemos permanecer en Dios, la confianza siempre puesta en Él, que esos roces con
nuestros colegas en el trabajo pasaran pronto. Pero no solamente cuando
trabajamos es que surgen estos problemas que las personas nos quieren dañar. Aun
cuando somos jóvenes y que nuestro compañeros de universidad o colegio saben
que somos cristianos, nos comienzan a molestar diciéndonos que ahora somos
aburrido porque ya vamos a una iglesia.
Creo que esta etapa es una de las más
complicadas, ya que cuando somos jóvenes nuestros amigos siempre quieren ir a
fiestas, divertirse, salir y conocer gente nueva.
Pienso que es una de las etapas más
difíciles porque los jóvenes son más crueles para decir las cosas y cuando algo
no les agrada simplemente lo dicen sin que nada mas importe.
Es por eso que cuando muchos de los
jóvenes conocen a un muchacho o una muchacha cristiana comienza a hacer malos
comentarios acerca de esa persona, comentarios que muchas veces son ofensivos y
dañan los sentimientos de esa persona.
Pero Dios a través de su palabra nos
recuerda, que todos nuestros enemigos caerán ante Él ya que es Él quien vela
por cada uno de sus hijos.
“porque has mantenido mi derecho y mi
causa; te has sentado en el trono juzgando con justicia” (Salmos 9:4)
En este versículo nos podemos dar
cuenta que es Dios que juzga nuestra causa, Él es quien se encarga, a su
tiempo, de que estas personas se alejen de nosotros y también sus constantes
amenazas o malos comentarios.
Es maravilloso contar con un padre
que siempre está pendiente de nosotros y defendiéndonos en todo momento.
Lo único que debemos hacer es dejar
en manos de Él ese problema y poner en sus manos también a las personas que nos
quieren dañar y a su momento el dará la solución de ese problema.
“Jehová será refugio del pobre,
refugio para el tiempo de angustia. En ti confiaran los que conocen tu nombre,
por cuanto tú, oh Jehová desamparaste a los que te buscaron.” (Salmos 9:9-10)
No nos desanimemos cuando veamos que
hay personas que nos quieran hacer algún daño, es verdad que es difícil pasar
por este tipo de situación, ya que muchas veces estos problemas con las
personas quitan nuestra paz porque muchas de sus acciones traen siempre
consecuencias y no son solo para afectarnos a nosotros sino que también afectan
a nuestra familia o las personas que están a nuestro lado.
No olvidemos que las pruebas son para
hacernos crecer espiritualmente, para que nuestra confianza y nuestra fe estén
siempre puestas en Dios, que es el que vela por cada uno de nosotros y obra
para que todo sea de bendición en nuestra vida.
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