viernes, 30 de marzo de 2012

¿Necios o sabios?


El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. (Proverbios 1:7)

Todos los días y a cada momento debemos tomar decisiones. Muchas de ellas son correctas, las otras no tanto.

Desde que nos despertamos por la mañana, tomamos decisiones. Empezamos a pensar si nos levantamos ya o no, si nos duchamos o no, qué ropa usaremos, cómo nos peinaremos, qué zapatos ocuparemos, etc., por pequeñas que parezcan, son decisiones trascendentales en tu día.

Sabes que la ropa que decidas ocupar en tu trabajo, puede causarte problemas o que todo marche muy bien. Si te duchas sabes que puedes andar muy oloroso y presentable, pero si no lo haces las personas no se quieren ni acercar.

Todo en esta vida son decisiones y todo trae consecuencias. Lamentablemente a nuestra vida la mayoría de decisiones nos han traído consecuencias negativas, por no tomar en cuenta a Dios. Nos hemos olvidado de nuestro Padre al momento de decidir.

Comenzar a tomar buenas decisiones, depende si conocemos a Dios o no. No me refiero al hecho de si eres salvo o no, claro que va incluido. Pero, nosotros al ser salvos, no leemos la Biblia ni oramos. Esto crea un desconocimiento de la voluntad de nuestro Padre.

Si no conocemos a Dios en Su palabra ¿A quién conocemos?

Todos los días y a cada momento debemos tener presente que nuestras decisiones dependen, únicamente, de la Palabra de Dios. Todo depende de Dios. Si nosotros decimos ser hijos de Dios, nuestra vida debe de estar sometida, por completo, a Dios. No podemos estar decidiendo unas cosas pensando en Dios y otras no. La Biblia es clara, no podemos servir a dos señores.

Mis hermanos, ya no quitemos a Dios como centro de nuestra vida. Dios debe ser, Dios tiene que ser el centro de nuestras decisiones. No basta sólo con estar sentado en una iglesia, debemos leer Su palabra, debemos orar.

Los predicadores se van a equivocar en el mensaje, algunas veces. Si nosotros no leemos su palabra, vamos a vivir en ese error. Si decimos “amén” a todo sólo por inercia, déjenme decirles que estamos viviendo en un enorme error.

Nos hemos convertido en cristianos robots. Sólo vamos a la iglesia por ritual. Ya no nos deleitamos en la iglesia, porque creemos que la iglesia nos hace a nosotros, pero nosotros hacemos a la iglesia, nosotros somos la iglesia, Dios vive en nosotros.

Mis hermanos, la religiosidad no nos está dejando ver más allá de nuestra nariz. Creemos que sólo basta con lo que el predicador dice, pero no es así. Dios quiere que nos deleitemos en Su palabra de día y de noche.

La Biblia hay que leerla, creerla y vivirla.


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