“Queridos hermanos en Cristo, nosotros les hemos enseñado a vivir como a Dios le agrada, y ustedes en verdad viven así. Ahora les rogamos y los animamos, de parte del Señor Jesús, a que se esfuercen cada vez más por seguir viviendo así. Ustedes ya conocen las instrucciones que les dimos con la autoridad que recibimos del Señor Jesús. Dios quiere que ustedes vivan consagrados a él, que no tengan relaciones sexuales prohibidas, y que cada uno de ustedes sepa controlar su propio cuerpo, como algo sagrado y digno de respeto. Deben dominar sus malos deseos sexuales, y no portarse como los que no creen en Dios. No deben engañar a los demás miembros de la iglesia, ni aprovecharse de ellos. Ya les hemos advertido que el Señor castigará duramente a los que se comporten así. Porque Dios no nos ha llamado a seguir pecando, sino a vivir una vida santa. Por eso, el que rechaza esta enseñanza no nos está rechazando a nosotros, sino a Dios mismo, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.” (1 Tesalonicenses 4:1-8) (BLA)
Muchos creen que la santidad es caminar sobre el aire, muchos creen que es sentir emociones fuertes cuando oras o cuando cantas, o estar en la iglesia y servir (y no te digo que sea malo, al contrario, es algo bueno). En esta epístola Pablo le escribe a Tesalónica, Él les dice: “Les animamos y les rogamos que se esfuercen”, se esfuercen en seguir viviendo así. ¿Y viviendo cómo? Agradando a Dios.
“Mi Señor y Dios, ¿Vas a tenerme siempre olvidado? ¿Vas a negarte a mirarme? ¿Debe seguir mi corazón siempre angustiado, siempre sufriendo? ¿Hasta cuándo el enemigo me va a seguir dominando? Mírame y respóndeme; ¡ayúdame a entender lo que pasa!” (Salmo 13:1-3)
David confiaba de ir con Dios y abrir su corazón. Muchos piensan que hay que acercarse a Dios sólo cuando todo está bien, sólo cuando no hay problemas, sólo cuando te sientes digno de ser recibido por Dios.
Algo que me gusta de David, es que Él podía acercarse a Dios y abrir su corazón y decirle cómo se sentía. Algo que me encanta como el mismo capítulo 13, David termina diciéndole: “Pero yo, Dios mío, confío en tu gran amor y me lleno de alegría porque me salvaste. ¡Voy a cantarte himnos porque has sido bueno conmigo!” (Salmo 13:5-6)
Te pregunto, ¿Sabías que tú puedes agradar a Dios? No puedes comprar su amor, no es lo que estoy diciendo, sino que tu corazón, tus acciones puedan traer agrado, alegría a nuestro Dios.
Comienza a vivir en santidad, decide bien, decide honrar a Dios en todo. ¿Crees que no puedes? Qué bueno, porque solo no puedes, eso es lógico, yo no puedo, por eso busca al Espíritu Santo para que Él te dé las fuerzas. ¿Estás listo? ¡Dale! Que ésta será la generación que vivirá en santidad para Dios, vivirá para agradarlo en TODO.
Dios quiere que vivamos consagrados para Él. Dios busca verdaderos adoradores que le amen, que le honren, que lo adoren, que lo obedezcan con su vida, en su diario vivir, con sus hechos y acciones. La santidad es más que una simple palabra, es APARTARSE para Dios, hacer las cosas como para Él y no para los hombres.
Tú debes depender sobre todo de Dios, no de las personas, no de los hombres, no de un pastor que te puede decepcionar o abandonar, Dios. Cuando nosotros acudimos por ayuda, Él nos ayuda, ¿Increíble, no es así? Dios nos ama, Dios quiere cuidarnos y protegernos y aún así lo hace, porque Él quiere lo mejor para nosotros.
Búscalo, recuerda que Él pagó un precio por amor a ti y no solamente para que tuvieras libertad, sino también para que vivieras en santidad.
No desaproveches el tiempo, viendo a los hombres, mira a Dios, búscalo a Dios, no busques a nadie más si necesitas ayuda para no caer. La solución está en Jesús, búscalo, obedécelo, apártate de todo estorbo en tu vida, y verás que empezarás a experimentar algo nuevo y diferente en tu vida.
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