Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá. 1 Pedro 5:10
Cuántas veces no nos hemos quejado por lo que sucede en nuestra vida. Cuántas veces hemos dicho que ya no soportamos más. Pero, sobre todo cuántas veces hemos dicho ¿Por qué a mí? Me encantaría imaginar a Dios respondiendo: ¿Y por qué no a ti?
El mayor problema por lo cual nosotros preguntamos a Dios eso, es porque desconocemos la palabra de Dios, no oramos, no tenemos una comunión con nuestro Padre.
Lastimosamente, como seres humanos, tenemos una mente retorcida. Tenemos una mente que en lugar de buscar a Dios primero, preferimos hacer las cosas por nuestras fuerzas. Hasta el final nosotros decimos “No me queda más que confiar en Dios”. Eso es lo que tendríamos que hacer desde el inicio. No decir que sólo Dios queda porque ya hicimos todo humanamente, sino decir que sólo Dios puede ayudarme, sólo Dios puede sacarme, sólo Dios es el único capaz de sanarme.
La misma palabra de Dios dice “Después que hayan sufrido por un poco de tiempo”. O sea que sí vamos a sufrir, es así de fácil. No se necesita mayor estudio teológico para entender eso. Sólo se necesita tener al Espíritu Santo en nosotros para poder entender esto.
Pero, el problema es que preferimos hacer cualquier cosa antes que crecer en nuestra comunión con Dios.
El mensaje principal de la Biblia es la gloria de Dios. No es el amor, no es el ayudar, es la gloria de Dios. ¿Por qué? Porque no podremos ayudar con amor si no conocemos primero a Dios. No podremos ayudar con amor si no conocemos primero al verdadero amor. No podremos mejorar si no lo hacemos para la gloria de Dios. Debemos entender que todo, pero todo, en nuestra vida es para la gloria de Dios. No hay nada que no debamos hacer para la gloria de Dios.
Dios en su eterna gloria nos ha amado tanto que hasta entregó a su hijo para perdón de nuestros pecados. ¿Qué más necesitamos?
Todos los pensamientos de Dios, para nosotros, son de bien. Todos los que amamos a Dios, todo nos ayuda para bien a los que conforme a su propósito somos llamados, dice la Biblia. ¿Por qué nos quejamos? Paremos de quejarnos, porque todo es para que nosotros al final le demos la gloria a Dios con todo lo que sucede en nuestra vida.
Debemos entender de una vez por todas que la soberanía de Dios nunca la vamos a poder entender. La soberanía de Dios, es eso justamente, la soberanía de Dios.
En lugar de estarnos quejando digámosle a Dios que cumpla a cabalidad su propósito en nosotros. Independientemente de lo que te suceda, nunca, pero nunca, tomes justicia con tus propias manos en tus problemas. Deja que Dios sea el que te perfeccione. Deja que Dios sea el que se glorifique en tu vida. Deja que Dios sea quién cumpla su propósito perfecto. Recuerda: La Biblia hay que leerla, creerla y vivirla.
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