Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Juan 4:23-24
Se acerca la hora. Ya pronto será el día en que Cristo venga por su iglesia. Pero ya no es tiempo para estar perdiéndolo, ya no es tiempo para ocuparnos de cosas vanas primero y luego darle el lugar a Dios, ya es tiempo de adorar de corazón a Dios. Adorar, no es lo mismo que alabar, y muchos cristianos tienden a confundir esos dos términos.
La alabanza no es lo mismo que la adoración. Alabar es elogiar, es expresarle cánticos o palabras a nuestro Dios, es gozarnos, es demostrar la alegría que nos produce Dios cuando le damos la gloria a Él. Pero adorar es muy distinto, adorar significa amar en extremo. Adorar es un acto del corazón que se refleja en el exterior. Dios está buscando adoradores, no alabadores.
Claro que alabar es algo hermoso. Cuando tú le cantas a Dios algo difícil de explicar sucede en tu corazón, ya que el Espíritu de Dios está alegre dentro de ti y lo sientes. Pero adorar es distinto. Veo cómo muchos cristianos alaban, pero no adoran. Hablan de Dios, pero en sus actos demuestran lo contrario.
Aprendamos a ser adoradores en espíritu y en verdad. Aprendamos a dar conciertos celestiales y no sólo terrenales. No nos acomodemos en esta tierra porque sólo será de paso, busquemos siempre a Dios porque Su morada es en donde estaremos eternamente. Ya no cantes sólo en la ducha o en tu casa o en la iglesia, canta en el cielo.
Haz que Dios se alegre por tus frutos. Haz que el sacrificio de Jesús valga la pena. ¿Cómo puedo adorar a Dios? Entrégale tus manos, tus pies y todo tu corazón. Cuando comes, adóralo, cuando cantas, adóralo, cuando oras, adóralo, cuando estudies o trabajes, adóralo. Algo inexplicable sucede cuando tomamos a Dios en cuenta en absolutamente todos los detalles de nuestra vida: empezamos a sentir paz y gozo.
Disfruta ese gozo, disfruta esa paz. ¡Se acerca la hora! Que cuando Cristo venga encuentre tu corazón saltando, bailando, gritando, y por sobre todo adorando a Dios; que no lo encuentre dormido, triste, solitario. Seamos rockstars y popstars celestiales.
Hagamos que los ángeles y el mismísimo Dios disfruten de ver cada concierto que demos. Tú eliges cómo vivir tu testimonio, puedes frustrarte por tu pasado o puedes convertirte en un verdadero adorador. Rockea tu pasado, déjalo atrás, mira adelante y jamás quites tus ojos de Dios.
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