jueves, 15 de septiembre de 2011

Compartir lágrimas


Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Romanos 12:15

Nada más saludable para el alma que unas lágrimas bien lloradas. Lo digo por experiencia. Pues siempre después de derramar hasta la última lágrima me siento más fresco para seguir. Especialmente cuando vertimos esas lágrimas por otros. ¿Cuántas veces no encontramos las palabras adecuadas para consolar? Esto es muy frecuente.

Aunque las palabras dicen mucho, algunas veces encontramos un sentimiento más elocuente que las palabras y más eficaz que las acciones, y este sentimiento se expresa con lágrimas.

Recuerdo un día en el hospital cuando mi papá estaba muriendo. No podía entrar a la habitación por lo que había decidido irme al baño. Estaba bañado en lágrimas al punto de no darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor en ese momento.

Pero de repente escuché un llanto que sobrepasaba el mío. Era un llano desesperado y desconsolado. Con todo el dolor que yo estaba sintiendo, me llene de valor y me acerque a esa mujer. Yo no sabía si hablarle; quizás era mejor regresar por donde había llegado. Pero me acuerdo como si fuera ayer, que cuando la vi llorando con tanto dolor, mi sentimiento más espontáneo fue llorar con ella.

En ese momento no sabía cómo podía consolar a otra persona. Yo la abracé y ella se sorprendió  tanto que calmó un poco su llanto. Pasando unos segundos ella habló y me dijo: ”Mi mamá está muriéndose. La vida es muy injusta”.

Entonces comprendí la razón por la que tuve el valor de acercarme. Entendí que Dios me había dado esa sensibilidad y ese valor para llorar junto a esa joven que lloraba sin ninguna esperanza. Era una muchacha de mi edad y necesitaba más consuelo que yo. Pues dentro de mí, sabía que Dios estaba conmigo. Pero ella no encontraba explicación alguna. Aunque mis palabras  fueron muy pocas, sé que Dios quería que a través de mis lágrimas le transmitiera consuelo, y sé que el propósito de Dios se cumplió.

El mismo Jesús lloró por otros. Así mismo Él quiere que nosotros lloremos por el dolor de los demás.

Punto de reflexión:

¿Qué puedes hacer para consolar? 
Al que llora, ¿Llorarías el dolor de otros?



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