El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡Muy grande es su fidelidad! Por tanto digo: << El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré! >> Bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente a que el Señor venga a salvarnos. Lamentaciones 3:22-26 (NVI)
Si fuera Dios uno de nosotros podría cambiar de humor muy seguido. Para mí resultaría toda una tentación lanzar un par de rayos a aquellos que no hacen lo que yo les recomiendo y mucho más cuando sé que es por su bien que les pido lo que hagan.
Realmente es que si fuera Dios, jugaría con mi lupa cósmica para quemar a algunos como hormigas desprevenidas. Pero Dios es diferente. Sus misericordias se renuevan día a día. No cambia de humor y nos tiene paciencia. Sigue reaccionando de manera amorosa aunque algunas cosas que hagamos sean como para adelantar la segunda venida y patearnos la retaguardia.
A veces no terminamos de entender la voluntad de Dios y queremos discutirle. Él nos escucha. Pero a medida que vamos creciendo aprendemos a callarnos. Comenzamos a entender que su fidelidad es la mejor promesa del universo y es bueno esperar en silencio a que se cumplan sus planes.
Punto de reflexión:
¿Qué me dice a mí personalmente el versículo de Hoy?
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