Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Romanos 8:26
Muchísimas veces me he comportado como un nene <<Caprichoso>>. No era una conducta constante en mi niñez, pero me ejercité bastante en esa característica. Esto puede ser tanto malo como bueno. Ahora no actúo como cuando era niño, no vayan a creer eso; sino más bien me he graduado y he hecho una maestría en insistencia; y eso es más que solo CAPRICHO.
Recuerdo una frase que mi padre decía siempre para referirse a mi (él ya no está conmigo, pero me ha dejado un baúl de recuerdos invalorables). Su frase típica era: << Raúl, ¡ese muchachito! ¡Es mejor que me caiga un panal de avispas y no ella, porque lo que quiere lo consigue!>> y en esencia era cierto.
Le pedía tan insistentemente lo que deseaba que me comprara, que lograba que me lo diera. Créanme, tal vez no suene como algo positivo, pero en mí, eso era tan común que podía sentarme a rogarle a papi hasta obtenerlo.
Ciertamente, en nuestras vidas tenemos la oportunidad de estar delante de nuestro Padre celestial para pedirle lo que queremos, anhelamos o necesitamos. Yo he experimentado el privilegio de pedirle a Dios cosas con tanta pasión e insistencia que me las ha dado. Si estamos pasando por cualquier necesidad, vayamos delante de nuestro Padre, pidámosle con fe, y no dudemos ni un segundo.
Hagamos de cuenta que estamos delante de nuestro padre terrenal. Hay cosas en nuestra vida que sabemos que son mucho más que simples CAPRICHOS. Son una necesidad, y si permanecemos sin desmayar delante de la presencia del que es justo, tengo la certeza de que él concederá nuestra petición. El versículo de hoy nos recuerda que el Espíritu Santo, que conoce mejor que nosotros cuáles son nuestras necesidades, es el que se comunica con nuestro Padre del cielo. Así que confiemos, no dejemos de orar, no desmayemos, porque Dios es fiel a sus promesas.
Punto de reflexión:
¿Cuán persistente soy en la oración?
¿Cuál ha sido mi expectativa al orar?
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